LA CARIDAD
VIRTUD TEOLOGAL

(PROF. J.F. SELLÉS)

índice

01 Introducción La tesis central
02 La hitoria hasta el s. XIII
03 Escoto – Ockham – Lutero
04 Modernos y contemporáneos – 6 grupos
05 La posición de Leonardo Polo – autores menores
06 Indecisión de Sto. Tomás de Aquino y solución de Leonardo Polo
07 Manifestación del amor personal en la voluntad
08 Amar y querer – el querer querer
09 Aceptar- dar – don
10 El amar personal y la Santísima Trinidad
11 Preguntas y comentarios finales

01 INTRODUCCIÓN - LA TESIS CENTRAL

01 INTRODUCCIÓN – LA TESIS CENTRAL

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Pues mira, la tesis central es bien conocida y es muy revolucionaria respecto de todo lo que se ha propuesto precedentemente acerca de la caridad y es que no eleva directamente a la voluntad, sino que eleva a una dimensión del acto de ser personal, en concreto al amar personal.

Bueno, junto a eso, ahora ya se pueden ir añadiendo conocimientos, pues como el amar personal es la dimensión superior, pues resulta que la caridad es coherente que sea la virtud teologal superior. Los superior en nosotros pues, a la fuerza, tiene que tener más sintonía con lo superior real existente que es Dios, ¿no?

Eso no está claro en la voluntad, porque la voluntad tiene como tema el bien. Pero en el bien no se ve persona ninguna, es decir, no se trata de que el bien último no sea Dios sino que es un modo de ver muy rebajado a Dios, ¿no?

En cambio, si subimos de nivel a nivel del “amar personal”, pues se nota en seguida correspondencia, se nota que Dios a la fuerza tiene que ser “ser personal” y correspondido con nosotros. Esto tiene muchas ventajas respecto del modelo tradicional, porque el modelo tradicional -que pone la caridad como elevación de la voluntad-, tú dices, vale, pues yo con esa elevación querré más al bien. Pero oye, aquí pasa algo raro porque el bien a mí no me quiere, directamente.

El bien no dice nada de querer, el bien es bien y lo que hace es atraer a nuestra voluntad, que se adapte nuestra voluntad porque la voluntad pues desea crece en virtud hasta que se adapte finalmente al bien último, pero no está diciéndome nada intrínsicamente de ese bien último como ser personal, como vinculado personalmente a mí, como aceptándome.

Se nota claramente que esto, pues, implica el cambio de planteamiento, implica mucha ventaja enseguida ¿no? ¿Cómo se puede también ver de modo concreto, experiencial? Hombre, en la voluntad tú puedes querer a los amigos, puedes querer bienes de todo tipo, mediales y este último al que hemos aludido hace un minuto. Pero es claro que en la voluntad no puedes querer a los enemigos. Sí quieres todo lo que tenga constitución de bien. Pero los enemigos no tienen esa formalidad, diría Tomás de Aquino, ¿no?

De modo que cómo congenio yo eso, con lo que se dice en el Evangelio, que uno tiene que amar incluso a los enemigos. Por mucho que sea elevada la voluntad, pues no se puede directamente desde ella amar a los enemigos.

Eso ¿desde donde se puede? Pues se tiene que poder a un nivel superior, porque no es propio de la voluntad. Bien, esto soluciona, como veis, problemas que son experienciales, problemas teológicos, etc.

02 LA HISTORIA HASTA EL S. XIII

02 LA HISTORIA HASTA EL S. XIII

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Antes de meternos en este temón, porque es muy alto, conviene repasar un poco, es decir, para que veáis dónde está situado Polo, en contraste con toda la historia del pensamiento: qué han dicho los demás autores que se han pronunciado acerca de este tema.

Oye, hay muchas filosofías que no tienen en consideración este tema del amor. Dentro de las más finas, pues sí, tienes muchos autores que han estudiado este tema y cuáles son las posiciones más relevantes respecto del amor humano, del amor nuestro.

02.01 EL PENSAMIENTO GRIEGO

Bueno, si repasas la historia, tienes, en primer lugar, durante el pensamiento griego, que eso (el amor) es, o bien una pasión sensible, como dice Aristóteles, o también un deseo de la voluntad. Pero no es tan pujante como el conocer, como todo lo intelectual humano, etcétera.

Hay un modo rebajado en el pensamiento griego, que es muy intelectualista, de lo que es el amar personal.

02.02 EL CRISTIANISMO

En cambio, te vas al cristianismo y esto da la vuelta, porque todo el mundo sabe desde el primer momento que Dios es amor dentro del cristianismo, porque está revelado.

Entonces, los primeros cristianos empiezan a decir ¿y dónde ponemos el amor?

Pues tendremos que decir que Dios es voluntad y poner el amor de Dios dentro de la voluntad.

Bueno, sí, pero eso es “grosso modo”, eso hay que afinarlo mucho.

Claramente saben los cristianos, que eso es muy relevante, es más: lo más relevante, porque Dios es providente, Dios nos conoce, etc.

Pero la Encarnación de Cristo supone que Cristo ha muerto por mí.

Estando incluso yo, como te diría, lejos, al margen de Cristo, Cristo ha puesto todo de su parte para hacerme suyo. Pues eso atrae, arrastra y hace que el cristianismo piense mucho más en este temón.

Bueno, cuando eso se plantea a nivel universitario, en el siglo XIII, pues ya sabéis que hay como dos posiciones antagónicas: los franciscanos, que priman más a la voluntad que al conocer y los dominicos, que priman más al conocer sobre la voluntad.

02.03 SANTO TOMÁS DE AQUINO

¿Qué dice santo Tomás cuando tiene que mediar en esa polémica? Pues dice que dado que el conocer siempre presenta cosas, hace formas, hace objetos pensados de las realidades, si son esos asuntos pensados inferiores al propio conocer, entonces están mucho mejor en el conocer que fuera.

Pero si esos asuntos conocidos, como es el caso de Dios, son superiores al conocer, al hacer una idea -un objeto pensado de él-, lo rebajamos.

En cambio, ¿qué le pasa a la voluntad? Le pasa lo contrario.

La voluntad cuando tiende, ella no hace objetos pensados, evidentemente, -ni tiene por qué hacerlos, porque ya cuenta con los de la inteligencia-, la voluntad cuando después siga a la inteligencia, cuando ya tienen los asuntos conocidos, pues si esos asuntos conocidos son inferiores, cuando la voluntad tiende a ellos se rebaja.

En cambio, cuando la voluntad tiende a los superiores se eleva, y se puede elevar mucho más que el conocer. Esta es la última palabra de Tomás de Aquino. Por tanto, respecto de Dios es mucho mejor, amar que conocerlo. Respecto de las de más realidades es mucho mejor conocerlas que amarlas.

Bien, tenemos esto en la filosofía del XIII.

03 ESCOTO - OCKHAM - LUTERO

03 ESCOTO – OCKHAM – LUTERO

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¿Qué pasa a partir del XIV? Lo que ya sabéis.

Se represtigia tanto la voluntad que se la pone al margen y escindida de todo conocer, y eso supone un voluntarismo pues muy marcado y ese voluntarismo tiene unas consecuencias negativas, drásticas, porque acaban diciendo que la voluntad no sólo es superior respecto de su trato con Dios, sino que como es superior también al entendimiento tiene que ser autónoma, ser independiente, dispararse para activarse ella sola sin necesidad de ninguna ayuda, de ningún otro…, de otra dimensión humana.

Bien, entonces es lo radical humano, la voluntad. Pero se entiende como aislada, independiente, como autónoma. Y eso, ese caldo de cultivo que arrastramos durante toda la modernidad es pernicioso.

Pernicioso en Escoto y Ockham, porque eso quiere decir que si eso es lo superior, y es lo que más imagen nuestra de Dios es, resulta que Dios es más voluntad que conocer, a la fuerza. Por tanto, su voluntad puede ser perfectamente no atravesada de luz, caprichosa, puede…, cambiante, espontánea.

Bien, eso, como veis, ya se ve venir que tiene problemas teológicos, que después se notan en todo. En la moral también: Dios ha creado así; podría haber creado de otra manera. Los mandamientos divinos son así, pero podrían ser los contrarios.

Con lo cual, toda la realidad y toda la moral, pues, carece de fundamentación según ese planteamiento. Hay problemas. Y eso todavía se radicaliza más, como sabéis, con Lutero. Lutero dice que la naturaleza humana está enteramente corrupta, con lo cual, pues, es imposible amar.

Lo único que puede hacer el hombre, siempre que quiere, es manifestar su egoísmo, puesto que está dañado “a radice”. Por tanto, no es posible el amor personal. De tal manera que tú dices, ¿vale?, ¿y ahora la caridad que será?.

Pues vete tú a saber lo que es. En el fondo, para Lutero es imposible. Fijaros que Lutero se pega a las “sola fides”, y la “sola fides” entendida como sin luz, sino como un añadido de Dios que te ha dado como premio para después a ti salvarte y a los demás no.

Pero con eso tú no ganas nada, es decir, creo que es absurdo porque no ves nada claro, no ves a Dios mejor, no ves más lucida toda la revelación, no buscas más sentido. La razón está oscurecida, no puede ser elevada, sino que la fe no puede alimentar, abrillantar, traslucir la inteligencia.

Pero además de eso, que es muy pernicioso, pues te la pone como superior a la voluntad. ¿Y qué pasa con la caridad? Pues que la caridad ha perdido ya fulgor, ha perdido ya… la índole que tenía durante todo el estudio que hicieron los cristianos, patrísticos y medievales de ella.

Tenemos un problema aumentado con Lutero.

04 MODERNOS Y CONTEMPORÁNEOS -
6 GRUPOS

04 MODERNOS Y CONTEMPORÁNEOS – 6 GRUPOS

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Si ahora saltamos a los autores que todos hemos leído en los manuales, de filosofía, etcétera, modernos y contemporáneos, pues qué decirte: que el complique es tremendo.

Hay opiniones para todos los gustos acerca del amor, ¿no? Mira, una vez los agrupé en estos grupos. Y os digo, sin más, no lo que piensa cada uno, sino estos grupos de opiniones distintas. Me salen a ver cuántas: 2, 3, 4, 5, 6, 6 opiniones distintas.

04.01 EL AMOR COMO PASIÓN SENSIBLE

Unos de ellos dicen sin más que es una pasión, obviamente en seguida diréis, estos son los materialistas, pues sí, pero estos tenéis a lo largo de la filosofía moderna y contemporánea bastantes candidatos, ¿no?

Por ejemplo, si habéis oído hablar de Hobbes, de Hume, de Harley, saltando a la contemporánea, pues Freud, Bundt, Lang, William James, que es un pragmatista, Sartre, por ejemplo, y después los neomarxistas, Marcuse, Fromm y un filósofo analítico ateo perdido, que es Russell, ¿no?

Para ellos el amor sin más es una pasión sensible. Bueno, este es un grupo. Antes de ver que la caridad es una elevación del amor, vamos a tener en cuenta un poquito lo que ha pasado en la historia acerca del amor, y después ver cómo Polo lo plantea y ver en qué consiste la elevación de lo que Polo descubre.

El primer grupo, por tanto, dice, que el amor es pasión.

04.02 EL AMOR COMO PASIÓN DEL ALMA

El segundo dice que eso es más que una pasión sensible, es es algo que le pasa al alma. Vendrían a decir que es una pasión del alma, ¿no? Y esto, de esta opinión, la defienden, por ejemplo, Descartes, Espinoza, Leibniz -los racionalistas-, y después en la filosofía contemporánea, Bergsón.

Y si uno se va a un tomista español bastante destacado en el siglo XX, que es Santiago Ramírez, resulta que también defiende esa tesis. En el fondo: el amor es una pasión del alma. Pues ahí tenéis otro grupo.

04.03 EL AMOR COMO OPERACIÓN INMANENTE, UNA VIRTUD DE LA VOLUNTAD

Otro tercero dice que eso es un acto, una operación inmanente, o una virtud de la voluntad.

Y tenéis muchos autores que defienden esta opinión. En el siglo XIX Blondel.

Pero después, en el siglo XX, tienes unos cuantos que son de lo que se llama el personalismo.

Por ejemplo, Nédoncelle, Lacroix, y después algunos tomistas como Pieper, Joseph Pieper.

A ver, Pieper tiene un tratado sobre las virtudes fundamentales en Tomás de Aquino, muy bueno. Es decir, muchas de ellas están muy bien tratadas.

La prudencia, según la trata Pieper, es mano, por así decir, de maestro. Trata la prudencia, la templanza, la fortaleza, la justicia, y después las tres teologales, que a veces incluso se han publicado por separado cada una de ellas.

Bien, pues cuando le toca hablar del amor personal, acaba diciendo que es un acto que, si es permanente, se transforma en una virtud de la voluntad.

Bien, esto es muy tomista, en el fondo es muy tomista, pero me parece que se queda corto por lo que después os diré.

Después me ceñiré un poco más a Tomás de Aquino, que seguramente es el autor que más vueltas le dio.

Bueno, junto a estos que he mencionado en este grupo, está también, por ejemplo, Zubiri, y otros como Carol Wojtyla, Murú, Philippe, y no sé si conocéis a uno que estaba antes, no sé si ahora, en la facultad de San Damaso de Madrid, que después me parece que se fue a Roma, Pérez Soba, no sé si suena este teólogo. Igual sí, igual no. Bueno, pues este también defiende eso.

En el fondo es una tesis tomista.

04.04 EL AMOR COMO SENTIMIENTO DEL ESPÍRITU O DEL CORAZÓN (NO SENTIMIENTO SENSIBLE)

Bien, tenemos otro grupo que dice que no está conforme con esas visiones precedentes, porque le parecen insuficientes y dice pues no, no puede ser un acto de la voluntad, porque la voluntad quiere lo que no tiene y el amor pues tiene una carga que no es desiderante sino que es distinta y lo acaban llamando sentimiento: no sentimientos sensible, sino sentimiento en general, sentimiento alto, sentimiento del espíritu, pero dicen esto claramente: no es de la razón; se distingue suficientemente de la voluntad; lo tengo que poner en una tercera potencia, una potencia que sea la sede de los afectos, la sede de los sentimientos.

De ese estilo pues es uno bien conocido: es la tesis central de este autor viene a ser ésta. Es Dietrich von Hildebrand. Supongo que ése os suena. Y eso lo hablaba él con otra colega suya, que también afirma lo mismo y tienen la misma opinión al respecto, que es Edith Stein. Edith Stein también afirma lo mismo: el amor es un sentimiento del corazón humano.

Junto a esos hay otros alemanes, como por ejemplo Theodor Heckel o Hannah Arendt, que piensan lo mismo, y otros posteriores, más que filósofos son psicólogos, de fundamentación psicológica, como por ejemplo Lerch.

Éste es un grupo distinto, se apunta a un sentimiento elevado.

04.05 GRUPO ESPAÑOL: EL AMOR ES UN ESTADO DEL ALMA

Otro grupo es el que dice que… éste es más, como te diría, este grupo es más hispano, como por ejemplo Julián Marías, que a todos suena, o por ejemplo a Laín Entralgo, que suena por lo menos a los médicos: son humanistas, filósofos. Pero dicen que es un estado, el amor es un estado constante, una disposición con la que contamos, es decir, no es nada racional, nada voluntario, directamente de actos, no se parezca un sentimiento, sino que es un estado, un modo de estar, un estado del alma.

Bueno, otra opinión.

04.06 EL AMOR ES LO MÁS RADICAL EN NOSOTROS

Y la última, la de aquellos que dicen, después de darle vueltas a algunas de estas anteriores, que no se conforman, y es la opinión más relevante, que es lo más radical en nosotros. Uno vale lo que vale su amor, es la clave de la intimidad humana

¿Y qué autores son esos?

Pues a mí modo de ver el primero de ellos es el segundo Scheller, entre los del XX, ¿no? Después también va por ahí Martin Buber. Habla de eso en esos términos Jacques Maritain. También alguna pincelada al respecto la da Jaspers, que es un alemán pues peculiar, muy peculiar.

También hay alusiones a eso porque varía de opinión a lo largo de su vida en Edith Stein y después en un teólogo que se llama Guardini. No sé si suena a este autor. Bueno, estos autores, algunos de ellos lo ponen como base de esa opinión a San Agustín.

San Agustín dice que el amor es lo nuclear en nosotros, lo más íntimo, la antropología de la intimidad, que ya aparece en las confesiones de San Agustín.

05 LA POSICIÓN DE LEONARDO POLO - AUTORES MENORES

05 LA POSICIÓN DE LEONARDO POLO – AUTORES MENORES

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Bien, ¿a cuál de ellos se parece más Polo? Pues lo tenéis claro, ¿no?

Se parece más a los del último grupo, pero amplía, pone, como te diría, fundamenta mucho más, explica mucho más, porque dice, sí, sí, si eso es más íntimo en nosotros, eso quiere decir que no todo en nosotros vale lo mismo ni está en el mismo plano.

05.01 DISTINCIONES JERÁRQUICAS ACERCA DE LAS DIMENSIONES HUMANAS. ACIERTOS.

Y ahora vamos a distinguir entre las dimensiones jerárquicas. ¿Por qué? Pues porque, si no, no nos aclaramos. Entonces, vamos a ver cuáles son los mejores aciertos acerca de las dimensiones humanas a lo largo de la historia.

Ya sabéis que, al final, Polo te dice: pues, mira, consideremos tres nucleares, ¿no? La naturaleza corpórea, la esencia inmaterial -la esencia del hombre-, y el acto de ser personal.

Bueno, el amor es lo más radical, lo más íntimo en nosotros, tiene que pertenecer a la fuerza, al acto de ser personal.

¿Plantear esa tesis así? ¿Cómo te diría? Parece que de entrada choca con inconvenientes, porque uno es consciente -es un problema de conciencia-, es consciente de que su amor, de cuándo lo tiene, de cuándo ama o más, de cuándo ha rebajado el tono amoroso y, dices: bueno pues todo esto parece adquirido, parece que me acompaña a lo largo de la maduración biográfica de mi vida, pero yo no recuerdo que eso sea nativo de ninguna manera.

Si eso fuera propio del acto de ser personal sería existente desde el minuto uno.

¿Cómo es posible que eso sea y que no lo sepa?

Es decir que nadie.., que a mí me parezca que el amor es algo que me pasa, que hago, que vivo conscientemente.

Pero no era consciente yo, desde el minuto uno, de esto.

Bueno ahí tienes un problema filosófico, que se puede solucionar claro.

05.02 AUTORES MENORES

Bien, junto a esas opiniones hay otras, como te diría, que son, bueno, las tendríamos que extender hasta ocho, que son más rebajadas.

Otros dicen que… pero esto es con menos carga de fundamentación, son más opiniones, por así decir, que razones filosóficas.

Unos de ellos dicen que el amor es abarcante de todas las dimensiones humanas.

Por ahí van algunos literatos, es decir, si uno se va a Gustave Thibon, o por ejemplo a C .S. Lewis, opinan así.

El amor atraviesa las diversas capas de lo humano, tiene que ver con el todo humano. Pero estos son menos filósofos, son más literatos, y hay otro que dice: bueno, pues si eso es tan importante, tan importante, tan importante, resulta que no es humano, sino que eso es don de Dios.

Por ahí van algunos protestantes, por ejemplo, Kierkegaard, ese autor del siglo XIX, y Paul Ricoeur, que a pesar de ser un autor francés, pues también es protestante. Junto a ellos se le ha apuntado un francés que es católico, pero que piensa como los protestantes en esto, que es Grimaldi, no sé si suena Grimaldi.

Bueno, pues este autor dice que eso es un don sobrenatural divino, que no es directamente humano. Bueno, pues esto me parece que es más carente de fundamentación.

06 INDECISIÓN DE STO. TOMÁS DE AQUINO Y SOLUCIÓN DE LEONARDO POLO

06 INDECISIÓN DE STO. TOMÁS DE AQUINO Y SOLUCIÓN DE LEONARDO POLO

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06.01. EL AMOR NO ESTÁ EN LA VOLUNTAD.
CÓMO ES LA VOLUNTAD.
LA VOLUNTAD NO ES LA PERSONA,
SINO QUE ES DE LA PERSONA.

Bueno, pues ahora nos vamos a meter con el temón, ¿no?

Primera cosa, no está en la voluntad. No está en la voluntad ni nativamente ni después. Nativamente es claro, porque esta potencia de entrada cero: es pasiva, enteramente pasiva. Por tanto, ahí no hay amor ninguno.

El amor es tremendamente activo, fino.

Y tampoco es una activación de la voluntad, porque la voluntad, siempre que se activa, quiere. ¿Y qué es lo que quiere? Intención de alteridad, decía Tomás de Aquino, quiere lo que le falta.

Quiere bienes que no están en ella. Si los bienes estuvieran en ella, no buscaría nada fuera. Sino que, es decir, sería ya santa, no sé cómo decir, para qué anhelar, para qué buscar lo que me falta si ya lo tengo.

No, no, es intención de alteridad, y en la medida en que se pega a bienes cada vez mayores, en esa medida crece. Pero claro, el amor no es carente, no busca compensaciones, no busca aquello de lo que carece, sino que tiene un signo netamente inverso.

Es donante, es efusivo, no es carente, no es limitado. La limitación la ves en la potencia, de modo que no puedes poner una realidad tan sublime como el amor en la potencia. Como veis, se puede empezar a distinguir, según esto que acabamos de decir, que la voluntad no es la persona, sino que es de la persona.

Por tanto, siempre es más rebajada. Y, en consecuencia, tenemos que afinar diciendo que el amor parece muy personal, muy íntimo, muy radical, nos describe, nos define en lo nuclear, en lo más alto …, en el ser, diríamos.

06.02 SANTO TOMÁS DE AQUINO: SU INDECISIÓN

Bueno, os decía que tenía que hablar un poco de Tomás de Aquino. Tomás de Aquino no sabe al final a qué carta quedarse, mira que hace esfuerzos, ¿eh? Tomás de Aquino es el señor de entre todos los que ha habido, que más vueltas le ha dado a la voluntad precisamente porque tuvo que torear con San Buenaventura y después sabe que hay muchos voluntaristas sueltos en la universidad y que eso se puede radicalizar, como de hecho pasó con Escoto.

Entonces, al lidiar con ellos, dice, pues voy a descubrir cuáles son los actos de la voluntad respecto de los bienes mediales y respecto del bien final. Y los describe todos.

06.03 TRES ACTOS DE LA VOLUNTAD RESPECTO DEL USAR Y RESPECTO DEL FIN

Describe tres actos de la voluntad respecto de lo de usar y tres actos de la voluntad respecto del finabrirse a él, o simple querer que lo llama; tender o inclinarse hacia él y, al final, cuando se posea -no en esta vida-, gozar de él: fruitio -dice él-, gozo, disfrute, diría él.

Y una vez que tiene eso aclarado, dice, bueno y ahora qué pasa con el amor una vez que le he dado tanto tantas vueltas a la voluntad, ahora me queda el amor pues en el aire. ¿Dónde lo…? -evidentemente no lo voy a poner en la inteligencia- pero si ya sé cómo es la voluntad y no me casa el amor con ningún acto ni sobre medios ni sobre fin, ¿ahora qué hago?

Pues no sabe a qué carta quedarse: al final lo mete, por así decir, como en un cajón de sastre, en la voluntad, diciendo que eso implica más que elección, porque no versa sobre medios, sino que indica predilección -porque también está en Dios y Dios el amor que tiene respecto de nosotros… nosotros no somos medios, sino que es un amor de predilección, como el que tenemos nosotros respecto de Dios-, pero, en fin, falta afinar ¿no?

Como veis, a santo Tomás esto le…, al final, como que quiere y no puede…

Bueno.

06.04 LA SOLUCIÓN DE LEONARDO POLO

Deciros esto que Polo dice: no, no. Pues, mira, voy a aprovechar tu distinción real entre acto de ser y esencia; y enseguida te tengo que decir que la voluntad pertenece, como potencia que es, a la esencia del hombre.

Pero no me puedes poner al amor en la esencia del hombre, porque es superior; es mucho más activo. No implica nada de límite, nada de pasividad, nada de desgaste, sino que es riqueza pura, es desbordante, es efusivo, es irrestricto, no contiene imperfección ninguna: es decir, es un trascendental, no es intermitente, como los actos de la voluntad.

No me lo pongas en la voluntad; aprovecho tu distinción real y tengo que afirmar de entrada la tesis de que el amor es constitutivo del acto de ser personal.

07 MANIFESTACIÓN DEL AMOR PERSONAL EN LA VOLUNTAD

07 MANIFESTACIÓN DEL AMOR PERSONAL EN LA VOLUNTAD

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Bueno, ¿eso quiere decir que de ninguna manera el amor personal se manifiesta en la voluntad?

Polo enseguida dice: oye vamos a matizar esto.

Sí se puede manifestar. Y cuando se manifiesta en la voluntad, la cambia de signo: la voluntad tiende, busca aquello de lo que carece. Cuando el amar personal inviste, penetra, atraviesa la voluntad, la voluntad empieza a dar, en vez de desear, en vez de buscar, empieza a dar.

Y eso lo empieza a hacer con las virtudes más altas. La primera de ellas, la justicia: dar a cada uno lo suyo. Y la última, la amistad. En la amistad siempre hay donación. Y se nota mucho más claro la vinculación con personas que con bienes.

Tanto, en la justicia, se nota mucho los bienes más que las personas. En cambio, en la amistad pasa al revés. Se nota mucho más las personas que los bienes. Pero en las dos aparece ya el dar. Y el dar no es querer aquello que me falte.

Lo que pasa es que, por muy alta que sea una virtud de la voluntad, esa efusión siempre es con compensaciones: los amigos también se dan cosas, se dan bienes, hay bienes -pues una cena, pues un regalo de Navidad, lo que sea-, siempre hay medios, siempre hay asuntos que al final son bienes que no tenías a los que te adhieres y busca tu voluntad: se adhiere.

En cambio, a nivel personal no hay esa compensación: no sé cómo, no sé si se ve. La voluntad es de inferior valía, que el acto de ser personal, porque lo que es todo activo, todo perfecto a nivel personal, hay contraprestaciones, hay compensaciones, hay inferioridad mezclada en los en los actos y virtudes más altos de la voluntad.

Bueno, Polo, por tanto, dice: algo de esto parece que han visto los clásicos, cuando dicen que la voluntad, en la medida que crece, es susceptible de tener que ver con Dios, de crecer de cara él, de tener a Dios como amigo. Muy bien, pero eso no es nativo, eso es adquirido y todo lo que se adquiere deriva de un acto superior, que es el acto de ser personal humano.

07.01 VENTAJAS DEL AMOR PERSONAL CON RESPECTO A UN AMOR “VOLUNTARIO” (EN LA VOLUNTAD)

Este es el planteamiento de Polo, creo que ahora se ve el trasfondo: pongamos por tanto en el acto de ser personal el amor, no en la voluntad. Es un cambio de nivel: si lo ponemos ahí, pues, evitamos muchos problemas, ¿cuáles son esos problemas?

Mira, te diría los siguientes,

1) el tema directo, de la voluntad no es la persona, aunque puede tener que ver con ella, pero su tema directo es el bien último. Y ahí no se ve como persona;

2) por otra parte la voluntad no es persona ninguna, sino que es una facultad de la persona. Y además, cuando ejerce actos, la voluntad los ejerce no con su entera potencia, sino con actos o virtudes, que son distintos entre sí.

3) En cambio, ¿qué pasa con el amor personal? Que su tema a la fuerza es persona. Que él es persona, y que, cuando quiere, ese querer es personal, querer entre comillas, porque estamos hablando a nivel trascendental de amar. Con lo cual hay un cambio radical, por así decir de índole. Se va viendo la índole de lo que es lo propio de la voluntad y de lo que es lo propio del amar personal.

Bueno, evidentemente Polo no le pone reparos, por así decir, a las claves descubiertas por Tomás de Aquino respecto de la voluntad: que sea una potencia que busque lo otro -intención de alteridad-, que sea creciente, virtuosamente, etcétera, etcétera.

07.02 EL VOLUNTARISMO DE LOS MODERNOS

Todo eso Polo lo acepta, cosa que los modernos no lo aceptan. Ojo, volvemos a lo mismo. A ver cómo os pondría ejemplos. Te pillas a Kant y te dice que la voluntad ya es santa nativamente, con lo cual para qué va a crecer, lo único que tiene que hacer es mandar todas las acciones humanas para que se amolden a ella, a su criterio, ya es santa.

Por tanto, no puede adquirir ninguna virtud. No hay ninguna palabra en Kant que hable de virtud. Eso qué quiere decir: que no hay intención de alteridad. Lo otro no es otro nada bien para mí, yo hago las cosas porque lo mando, pero no me adapto, no secundo ningún bien que me haga crecer.

Se ha perdido la índole de la voluntad tal como la describen los clásicos.

Si te vas a Nietzsche, pues todavía peor el ejemplo. Nietzsche, ya sabéis, voluntad de poder y además nada. Es decir, voluntad que gira sobre sí misma. Lo demás le trae sin cuidado: es decir, aquí mando yo. Yo, me, mí, conmigo. Con lo cual se acabó la esperanza de crecimiento, se acabó la alteridad, se acabó el resto de la realidad. Lo único que existe en todo el mundo es voluntad de poder y fuera de eso nada. Se acabó el querer y otras cosas superiores al querer.

Como veis es una repulsa directa del planteamiento clásico. Gira sobre sí la voluntad en Nietzsche. Eso evidentemente supone ateísmo. ¿Cómo se le ocurre a este tipo decir eso? o ¿cómo se le ocurre a Kant decir que la voluntad ya santa si yo no me siento feliz?, es decir, si no ¿para qué voy a ir al cielo? … si ya soy santo…  esto es una tontería. No sé. Hay que pensarlo fríamente, pero…

Si la voluntad es la clave de lo humano y eso es lo neurálgicamente relevante, lo más perfecto, lo que dicta los criterios de la vida -el imperativo categórico nace de ella: es decir, los mandatos de actuación nacen de ella, y no se equivocan, pues porque ella es perfecta, es la mandona perfecta-, bueno, pues cómo se va a equivocar si es así. Bueno, pues entonces no crezco. Oye, pero no me siento del todo feliz. Pues, pues, pues peor para ti.

Yo creo que se ve, ¿no? Es decir, ¿cómo puedes culminar felicitariamente desde ti, Nietzsche, Kant si planteas una voluntad como la que estás planteando?

¿No ves que te has recortado las alas?

Bueno, pues los voluntarismos tienen este problema.

Este problemita que viene de lejos, ¿no?

Como os decía, Escoto empieza a sembrar vientos y después Ockham radicaliza el asunto, Lutero hace de las suyas y en la modernidad tenemos muchos voluntarismos. Bueno.

08 AMAR Y QUERER - EL QUERER QUERER

08 AMAR Y QUERER – EL QUERER QUERER

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08.01 DESCUBRIENDO LA DIMENSIÓN PERSONAL DEL AMOR

Entonces Polo ante esto dice: no, no, no.

Vamos a ver, pongamos orden a la voluntad y quienes más saben de ella son los medievales del siglo XIII, Tomás de Aquino. Pero ahora replanteemos mejor el tema del amor personal, porque eso es superior a la voluntad, a todo querer de la voluntad.

¿Por qué? Porque además cabe querer sin amar y cabe amar sin querer. Es decir, para ver que son distintos se pueden contraponer.

Uno puede, por así decir, amar a su madre sin querer nada para ella, porque no puede quererlo. Es decir, está enfermo, no puede mover ni un dedo, pero está amando a Dios por dentro y, desde Él, a su madre. y no puede querer ningún bien para su madre en la voluntad, porque no lo puede materializar en dones.

Y a su vez uno puede querer a su esposa o querer su trabajo y no amar a Dios. Entonces, pues, se nota que no estamos en el mismo plano. Hay dos niveles: uno es de la esencia y otro es del acto de ser personal.

Bueno, no sé si hasta aquí se ve el planteamiento antes de pasar a la elevación.

Sí, se ve más o menos. Sí, sí, se ve, se ve. Bueno, de modo que en los modos de decir clásico, el querer hay que estudiarlo en la esencia del hombre, mientras que el amar hay que estudiarlo en el acto de ser personal.

El amar no se da sin persona y para persona. Es dar, no es carente. Y, además, al final de su vida, Polo afina mucho más y te dice: pues mira no sólo son distintos sino incluso contrapuestos, sino que además entre ellos media una realidad que es inferior al amar personal y es superior al querer de la voluntad, que es el “querer querer” -a saber, la sindéresis-, (una realidad) que es la que refuerza los quereres de la sindéresis.

Tú puedes decir con tu voluntad, quiero mi trabajo. Pero oye afina puedes afinar más en detalles o en responsabilidad o en orden o en no sé solidaridad con otros para hacer equipo: refuerza ese querer; ¿cómo lo refuerzo? la sindéresis lo refuerza: “querer querer”. Una cosa es querer el trabajo y otra querer quererlo más. ¿Y eso es amar? Pues no. Porque el trabajo no es ninguna persona, se ve enseguida. Polo dice: mira, entre la esencia y el acto de ser, lo más alto de la esencia es todavía superior a lo que puso más énfasis Tomás de Aquino -que es en los quereres de la voluntad-. Tomás de Aquino, la última palabra de la sindéresis dice: eso refuerza las virtudes, pero lo dice en un pasaje o dos no me acuerdo y ya no dice nada más.

Y Polo dice: bueno, pues si eso es así, metamos la cabeza en la sindéresis: tenemos un tercer elemento, ¿no?

Que es superior al querer, inferior al amar personal. Por tanto, tiene que hacer de vehículo entre ambos. De alguna manera tiene que manifestar el dar personal y de alguna manera tiene que entroncar con el querer de la voluntad.

Bueno, pues esto ya da para más, daría para centrar la atención en esa dimensión humana, en ese hábito innato que es la sindéresis.

08.02 EL AMAR Y EL QUERER

Bueno, sin meternos en ello podemos decir lo siguiente, sin más, ¿no? El amar requiere correspondencia personal, el querer no la requiere.

El amar al requerir, es decir, es más que querer. Al requerir esa correspondencia personal implica pluralidad de personas, en conexión. Implica referencia mutua entre las personas, en cambio el querer no; el querer es unidireccional, se quiere el bien, pero el bien no te quiere a ti -cosa obvia-: pues quiero este piso o este coche, pero el coche pues no dice ni mu. En últimas, se nota claramente que el amar personal es superior al querer de la voluntad, pues porque lo personal es superior al bien. No se puede reducir al bien, es decir la última palabra de lo que sea felicitario para nosotros no puede ser la adhesión al bien, a un bien último, porque ese bien no sé si me acepta o si no me acepta, no me dice nada personalmente; solo me pego a él…, ¿y qué? ¿crece mi voluntad? Pues por mucho que crezca mi voluntad, yo no soy mi voluntad, aquí falta algo.

Bueno pues eso que falta es lo que añade al planteamiento clásico Leonardo Polo. Me parece que se ve: que está en la misma línea de los descubrimientos clásicos, pero añade algo muy alto, muy sutil.

Bueno, en el fondo es eso. El bien no responde personalmente, las personas sí responden personalmente.

También se nota un poco experiencialmente: es decir, el bien no sacia amorosamente a la persona; la persona requiere amor; se entiende, y además es creciente; creciente -también el querer de la voluntad es creciente-, pero creciente con esta clave: sin necesidad ninguna.

El querer es necesitante, requiere aquello de lo que carece. En cambio, el amar personal es creciente libremente. A ver cómo lo comparo. Es algo así como el juego. Uno juega no porque necesite, sino porque le da la gana.

El juego es libre. Jugar es libre. Se nota claramente la candencia de libertad, de la expansión que uno tiene, el estar mucho más suelto, más felicitario en actividades lúdicas, que en actividades por así decir, condicionantes, obligatorias, etcétera.

El amar crece como el juego. Lo bueno del juego es que no termine y que tengas unos buenos jugadores y que te lo pases muy bien con ellos. Buenos jugadores para que aprendas mucho más a jugar, ¿no? Las jugadas sean más novedosas, te rías, sea más felicitario al final, más gozoso, ¿no? Inesperado lo que sale, ¿no?

Bien, en cambio, pues la voluntad no juega así, ¿eh? La voluntad juega con necesidades, ¿eh? No, no, no es tan libre, ¿eh? como el amar personal. Todo esto se nota.

09 ACEPTAR - DAR - DON

09 ACEPTAR – DAR – DON

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09.01 SER-CON

Bien, ahora nos vamos a la elevación.

Si pongo, como propone Polo, el amar en el acto de ser personal, ahora hay que decir que ese crecimiento suyo es muy peculiar. Y ese crecimiento, Polo lo llama supercrecimiento. Y eso es la elevación.

Como el tema de una persona no puede ser sino Dios, y la persona está diseñada como vinculación estrecha a él, Polo lo llama “ser-con”, la particulita “con”: ese acompañamiento radical, no es que sea por así decir de quita y pon, sino que es constitutivo, hasta tal punto que si le quito el “con” dejo de ser persona.

Tanto hay de “ser” como de “con”, ¿eh? Es vinculante, es un ser vinculante. Y el extremo de esa vinculación, el tema de esa vinculación es el Dios personal. Bueno, ¿y eso qué quiere decir? Eso quiere decir, a ver, lo voy a decir un poco, un poco drástico.

Queridísimos precedentes. ¿no estabais intentando descubrir alguna prueba de la existencia de Dios a través de la voluntad? -siempre se habían formulado pruebas de la existencia de Dios a través del conocer-, y hay algunos autores que dicen, oye, pues si la voluntad en algunos recorridos puede ser superior a la inteligencia, pues podrá descubrir que Dios existe.

Pues Polo te dice: mira, si te pones a nivel del amor personal, y lo ves como “con”, no te hace falta demostrar la existencia de Dios porque lo ves. No demuestra, sino que muestra. Porque no cabe ese “amor-con” ese “ser-con” sin Dios.

¿Y eso qué indica? Pues indica mucho. Indica por una parte que tú eres amor; no que tengas amor. Y por otra parte que Dios es amor. Y no estamos hablando directamente de la teología, sino que, ya naturalmente, descubres que tú y Dios sois amor. Y esto es muy relevante. Esto implica, además, crecimiento, hipercrecimiento o supercrecimiento. Y eso, ¿qué quiere decir? Eso quiere decir que nunca puedes cerrar el futuro respecto de ese amor.

Es decir, igual que no se puede explicar la libertad sin futuro, igual que no se puede explicar el crecimiento cognoscente de sentido personal sin ir a más, sin futuro, no se puede explicar el amor sin futuro.

09.02 LA SOBERBIA

Estamos a nivel de los trascendentales personales que están… a ver el futuro es constitutivo a ello, ¿no? de modo que cualquier actitud contraria -el que diga: pues me planto; a ver, yo ya soy bastante, punto y final; es decir: no futuro, no crecimiento, me he cansado, aquí mando yo-: soberbia.

Y soberbia… ¿qué implica? A la fuerza, soledad: es decir estás tirando el “con” por la ventana.

Por eso la soberbia es el peor de los defectos, porque nace en el corazón humano, en lo más alto del corazón humano. Es la falta de correspondencia amorosa con Dios, el creerse que me basto, el estar ya por así decir sin futuro, el consumado, el ya, y ahora a lo que yo domine, a futuros temporales menores.

Le he dado un giro de 180 grados al crecimiento del amor personal. Ahora se encapota y mira hacia abajo. Bien, esto es llamativo. Bueno, pues Polo te dice, vale, si no admites ese giro, si no que sigues creciendo, vamos a intentar perfilar un poco más cómo es el amor personal por dentro.

09.03 LAS 3 DIMENSIONES DEL AMAR PERSONAL: ACEPTAR (FILIACIÓN), DAR (PATERNIDAD), DON.

Vamos a descubrirle su intríngulis. Si tiene como tema Dios, la clave está en ser creciente de cara él. ¿Y qué notas tú en ese crecimiento de cara él? Pues notas que la iniciativa nunca es tuya, sino que es de Dios.

Pero claro, al corresponderte tú con esa iniciativa que es de Dios, lo primero que le dices es sí. Ese sí es tu aceptar. Tú le dices a Dios, acepto. En la medida en que aceptas, entregas todo lo que puedes.

Te pones al servicio, te pones en condiciones. Pero lo primero es decirle sí a la iniciativa divina. Por tanto, el amor no puede ser simple, sino que tiene que tener distinciones reales también intrínsecas.

¿Qué nos está descubriendo Polo? Que el amor personal humano tiene dos dimensiones. Una superior, que es el aceptar, y otra inferior, que es el dar. Y las dos hacen referencia a Dios. Yo no puedo decirle a Dios, te doy sobre la marcha, pues porque la iniciativa no es mía, sino que es de Dios.

Y como Dios me da toda la carga del ser personal que soy, lo más alto que puede hacer ese ser es ponerse en “con”, en vinculación con Dios. Por tanto, decirle sí, acepto. 

Y en segundo lugar decir, pues ya que acepto, todo para ti. Todo lo que hay en mí, lo que existe en mí, todo lo que puedo hacer, todo el desarrollo para ti.

Pero eso es segundo, primero aceptar y después dar. Esto de cara a la teología tiene mucha miga, ¿no?

Porque, bueno, después lo veremos. Porque aceptar es lo propio de ser hijo. La iniciativa la tiene el dar. Y el dar se parece más a la paternidad. En cambio, el decir sí a una iniciativa, decir sí libremente a esa iniciativa, es tremendamente filial.

Bueno, pues Polo nos dice: tampoco por dentro somos simples, sino que, incluso en lo superior a nosotros, somos compuestos, somos jerárquicamente distintos. Lo superior en nosotros, en el amar personal, de cara a Dios, en ese “con”, lo primero es aceptar y en segundo lugar poner todo en correlación con eso: es decir dar

Ahora bien: en el dar tengo un problema; y el problema que tengo es el siguiente: que si yo doy mi ser a Dios pues me quedo sin ser. Con lo cual no puedo dar el ser. Entonces, ¿qué tengo que poner yo en el dar, respecto de Dios? Pues tengo que poner todo lo que tengo. ¿Y qué es todo lo que tengo? Pues todo lo que tengo es lo que no es el ser: pues tengo que poner en relación a Él la esencia, tengo que poner en relación a Él el cuerpo humano -la naturaleza-, tengo que poner en relación con Él todas mis obras, etcétera, etcétera. ¿Qué puedes dar? obras. Obras son amores y no buenas razones. No puedes dar el ser.

¿Y eso que quiere decir?, dice Polo. Quiere decir lo siguiente: que el amor personal tiene dos dimensiones trascendentales. La primera de las cuales -aceptar- implica, es decir, arrastra, conlleva, implica de alguna manera la segunda, porque aceptar implica “dar aceptación”, y la segunda -el dar- implica, conlleva, arrastra todo lo inferior a ella. Es decir, lo co-creado con ella y lo que hemos heredado de nuestros padres y todas las obras que puedas hacer. La esencia, la naturaleza, la cultura, 

Aceptar, dar y don: éste es, como te diría, de alguna manera, no sé si lo hemos revivido, pero es el modo, mediante el cual Polo ha descubierto -cosa que no dice ningún libro- cuáles son las dimensiones del amar trascendental nuestro.

Lo hemos intentado experimentar, revivir. E implica mucho esto, yo creo que se ve, ¿no? Se nota a la fuerza que son dimensiones reales distintas, porque el dar está en función del aceptar, el don está en función del dar. Una conlleva a la otra; una implica a la otra; una depende de la otra. Pero por tanto es inferior, no puede ser del mismo nivel, ¿no?

Bueno, como es lo superior en nosotros, lo siguiente que te dice Polo es: a la fuerza eso tiene que ser, en nosotros, más perfecta imagen de Dios que todas las demás dimensiones humanas: la libertad, el conocer, la inteligencia, la voluntad, etc.

10 EL AMAR PERSONAL Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD

10 EL AMAR PERSONAL Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD

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Para empezar, ya tienes una tríada, mientras que todas las demás dimensiones humanas son duales. Y esto implica que hay, bueno, que hay más sintonía con la Trinidad: no quiere decir que esclarezcamos el misterio trinitario; sino que, si en eso somos más imagen de Dios, uno se puede plantear que el Dios personal tenga que ser Aceptar, tenga que ser Dar y tenga que ser Don.

En seguida uno ve que, en nosotros, las tres dimensiones son jerárquicamente distintas. 

Y en seguida uno ve que, en Dios, eso non pode darse, porque entonces non seria Dios. En Dios tienen que ser las Tres Personas del mismo nivel. No una superior y la otra inferior.

Además, en nosotros, la tercera puede ser posterior en el tiempo: los dones vienen después.

En cambio, en Dios no puede ser ninguna anterior o posterior. Sino que las tres son co-eternas. Y del mismo nivel. Perfectamente correspondidas.

Pero quiere decir mucho más. 

Quiere decir, vale, pues si en nosotros la dimensión más alta del amor es el aceptar, pues a la fuerza nos tendremos que parecer más en Dios a lo que, en Él, es aceptar.

Y si, en Él, es aceptar una Persona, nos pareceremos nosotros a esa Persona mucho más que a las demás.

En cristiano, al Padre se le llama siempre Dar -Fons et Origo totius divinitatis-, la fuente de toda la divinidad. El Origen. Origen que non cabe sin Originado. Y non cabe sin Don. 

Al Hijo se le suele llamar el Aceptar, el Amén, el Sí entero al Padre. Y eso lo tenemos hasta en la Encarnación: tengo que cumplir la Voluntad del Padre. No la Mía. Tengo que cumplir, a pesar de que me cueste, enteramente la Voluntad del Padre. En lo humano. En cuanto hombre. Pero es porque eso tiene que reflejar, humanamente, quien Soy Yo como Persona, que soy la entera Aceptación de Dios Padre.

Y al Espíritu Santo la Iglesia sabéis que le suele llamar Don.

Eso, ¿qué quiere decir? Pues, mira: yo saco esto en claro -no sé si nos sirve para pensar otras cosas-: que lo más afín, lo más cercano a nosotros en la Divinidad es el Hijo. El Padre nos es un poco más distante, porque nosotros no somos dar originario, pero incluso así el Padre nos resulta íntimo, porque el dar en nosotros es trascendental.

En cambio, el don en nosotros es de corte esencial y cultural: damos obras. Y si el Espíritu Santo es más parecido a eso. a la fuerza del Espíritu Santo es más distante de nosotros, es decir, no es tan íntimo -no sé cómo decirte-, constitutivamente no es tan parecido a la intimidad personal humana.

Por eso entiendes que se le puede llamar, en cierto modo, el Gran Desconocido. Es más distante, se nota. Tenemos más sintonía con lo filial, con el Hijo. Bueno, éste es el planteamiento natural y ahora con vinculaciones teológicas.

10.01 LA CARIDAD Y SU UNIVERSALIDAD

¿Qué hay que añadir a todo esto? Pues la caridad, evidentemente. ¿Qué es la caridad? Una elevación de eso cuyo tema nuclear son las personas divinas. 

Y las personas divinas, en primer lugar, ser Cristo.

En segundo lugar, pues, desde Cristo aceptar la voluntad del Padre tal cual la quiere para nosotros, para cada uno de nosotros. 

Y en tercer lugar, manifestar eso con obras. Es decir, que las obras estén suficientemente inspiradas por el Espíritu Santo de cara que respondan al carácter filial que uno es y el Padre las pueda aceptar eternamente, cambiándoles de signo.

De alguna manera tienen que ir los tiros por aquí, aunque yo no soy teólogo, pero me parece que esto puede ayudar a los que se dediquen a la teología a darle vueltas al asunto.

¿Qué os diría respecto, para desengrasar un poco, respecto de nuestra época histórica? Quiere decir, pues, 2024.

A ver los que se dedicaban a esto en la Edad Media eran teólogos. Los que se dedicaron a esto en la época moderna de grandes crisis y críticas contra estas materias, pues eran santos, la mayor parte de ellos religiosos.

En el siglo XX, Dios ha empezado a manifestarse hasta en los niños. ¿Qué pasan en el 2000 y en el 2024? Que esto de la universalidad de la caridad es para todos, porque muy pocos le han hecho caso: ni los doctores, es decir, muy pocos doctores y muy pocos religiosos o santos.

Y el Dios se ha cansado ya, está harto de que no le conozcamos. Con lo cual dice: te vas a enterar: ahora todos. Todos quiere decir hasta el último niño. Puede ser un niño más santo que todos los Papas, que todas las monjas.

La universalidad de la caridad. 

¿Y quién defiende teóricamente eso? Polo. 

¿Se ve o no se ve? 

Me parece que está la cosa seria, ¿no? 

Ahora tenemos los caminos abiertos, todos y cada uno, para tener un corazón amante de cara a Dios.

No solo los que tienen, pues, carrera eclesiástica, ni solo los que tienen ministerio de tal y cual. No solo los que tienen votos o vocaciones hiper específicas.

Común denominador de los que responden a Dios constitutivamente sí.

¿Por qué? Pues porque Dios expande ese corazón. Y puede expandirlo lo que le dé la gana. No tiene las manos atadas, porque la persona está en manos de Dios. No a través de instituciones directamente.

Ok. Esto es muy…, esto es…, esto es serio. Bueno. 

¿Qué más os puedo decir? Bueno. No sé qué más deciros, porque… Yo creo que más o menos algunas notas que había tomado las he dicho. 

Bueno. Tengo… Bueno, lo último es una duda, que he pensado hasta tarde, pero no, a ver si alguien la resuelve, ¿no?

10.02 EL PAPEL DIRECTOR DE LA CARIDAD (trascendental personal superior): AMOR Y OFENSA A DIOS

Es evidente que cada uno de los trascendentales personales -quiere decir: es evidente para los que nos metemos en Polo, ¿no? no los que dudan a Polo; esos ya tienen la paga en sí, esos no conocen-, los que nos metemos en Polo y queremos conocer más, tenemos un algo claro y es que las virtudes teologales son la elevación de los trascendentales personales.

Y como los trascendentales personales son distintamente jerárquicos, pues eso se ve claro que las virtudes teologales son jerárquicamente distintas. Se puede sacar mucho de decir esto. Se puede decir: así como los trascendentales personales no pueden darse separados uno del otro, es decir, son coactivos, no pueden funcionar uno al margen de otro, porque son, conforman una única persona, no dos personas, no son como la razón y la voluntad, que son dos potencias distintas.

Por tanto, tienen que crecer los tres a la vez, o decrecer los tres a la vez. 

Pero cabe añadir más, y es que si el superior es el que lleva la voz cantante, es el más activo, a la fuerza tiene que liderar el crecimiento o el decrecimiento.

Es decir, es el amor personal, el que arrastra detrás de sí el conocer y el que pone a su servicio toda la carga de la libertad personal que uno es, y si eso lo medimos ahora con la elevación, hay que decir que la caridad sobrenatural, que tiene como tema a Dios, a la fuerza tiene que arrastrar y mandar la fe.

Uno tiene que conocer, buscar, conocer más a Dios, pedir más fe, porque lo amen más intensamente, porque se pega a Él aunque no entienda muchas cosas, y, a la fuerza, esa reorientación de todo el conocer personal tiene que reconducir, ponerle rumbo, ponerle estrella polar a toda la carga de la libertad personal para que no la gaste, gaste esfuerzos baldíamente, sin rumbo, sin remar de acuerdo a la dirección.

Bien, pero ahora en negativo esto se las trae también. Y es lo siguiente, y después hago la pregunta que se me ha ocurrido. 

En negativo quiere decir que si la caridad es lo superior de la elevación, la pérdida de la elevación también tiene que empezar por ella. Y muchas veces no nos damos cuenta: cometemos faltas de caridad algunas veces con Dios y, en consecuencia, con todo lo demás.

¿Cómo te diría? Lo que más le debe doler a Dios son las faltas de trato con Él en sus sacramentos, en la Eucaristía.

En los demás sacramentos está presente, aunque está mucho más presente en la Eucaristía.

Es cuestión de más o menos distancia, de más o menos presencia, de más persona y menos signo.

Le tiene que doler sobre todo el maltrato litúrgico a la Eucaristía y demás; de cara a Dios y, después, de cara a los demás: porque la Eucaristía es la que convoca, en la medida en que nos unimos a Ella, la Eucaristía hace Iglesia: no cabe vinculación con los demás sin Eucaristía, sin vincularse primero a Dios.

Por tanto, el descuido de la Eucaristía desvincula, destroza a la Iglesia.  Primero te desvinculas de Dios y después de todos los demás.

Estas faltas de caridad son, por así decir, la raíz de todo decrecimiento: vas perdiendo la elevación, vas perdiendo el sentido personal, te vas despersonalizando.

Después tendrás dudas de fe; después estarás más que esperanzado, optimista, estarás más mustio que ni sé.

Bueno, creo que esto se nota: eso se llama “eclesiásticos en crisis”. No hace falta abundar en eso, todos sabemos demasiado.

Ahora la duda que tengo os la transmito, para ver si a alguien se le ocurre la solución.

Estas tres virtudes, como dice San Pablo, pues se transmutan, se cambian en el cielo: la esperanza, que eleva a la libertad personal, se cambia en seguridad (ya no podremos dejar el cielo): ni se nos ocurre, vaya. Es clarísimo que eso es un afianzamiento de la felicidad: fidelidad asegurada. 

Es claro que la fe se transforma en lumen gloriae, como está revelado.

Ahora, también S. Pablo te dice que de las tres permanecerá la caridad. Que la caridad del cielo es muy, muy similar a la que tenemos ahora. 

Pero algo tiene que añadir el cielo, digo yo: esa es la duda que tengo. Desde luego no se va a perder la caridad que tenemos aquí, pero ¿en qué radica, exhaustivamente en rigor, el añadido caritativo del cielo respecto de la caridad muy fina que uno tenga aquí? Mejor dicho, que sea aquí.

Bueno esto es la pregunta, y ya no se me ocurre qué más deciros. Se acabó.

11 PREGUNTAS Y COMENTARIOS FINALES

11 PREGUNTAS Y COMENTARIOS FINALES

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Juanfer, yo no creo que eso sea una duda. ¿Cómo? No creo que eso sea una duda. Es un profundizar mucho más todavía.

Pues tú sabrás yo ya no tengo más pilas.

Una cosa práctica porque ya llevamos una hora y veinte.

Toma castaña.

Y si nos ponemos en serio, con las preguntas podríamos acabar en la noche argentina. Lo que significa, Silvia nos dirá cuántas horas faltan, pero ya las acabaríamos en cinco minutos. O sea, aquí se ve que el tiempo, luego cuando uno se pone, el tiempo pasa rápido.

Con lo cual, yo lo que creo que tendríamos que hacer, vamos, ahora hay dos preguntas aquí y una también por el chat. 

Entonces hagamos tres o cuatro preguntas y luego, como habrá muchas más, yo diría: oigamos el vídeo éste, con calma, y, luego, quizás, haremos otra sesión donde se pueden hacer más preguntas o profundizar.

Aparte que yo no querría que ahora respondamos a Juanfer con una idea intuitiva, sino que el asunto tiene que ser, tiene que darse una respuesta en serio, vamos.

Pues, Santiago, empieza. Tienes el micro cerrado.

SANTIAGO FERNÁNDEZ:

Perdón, ¿me has dicho a mí?

A ver, Juanfer, cuando has, ahora al final, cuando has planteado el crecimiento simultáneo, podríamos decir, de las tres virtudes teologales, me ha parecido el momento oportuno de preguntarte la pregunta que hace tiempo me ronda.

En términos tomistas, el acto de ser es simple, al menos en el sentido de no es complejo, no entraña complejidad. 

Entonces me he preguntado más de una vez: estos trascendentales personales, desde luego, deben parecerse a los trascendentales metafísicos, en que en su realidad in re, la realidad a la que responde in re, pues no es varia, no es diversa. Debería ser así, parece.

Sin embargo, cuesta entenderlo, justamente en la medida en que les atribuimos pues una dinámica sensiblemente distinta.

No es lo mismo entender, que amar, o que ser-con.

Bueno. Esto sería…, la pregunta sería…, 

Luego, por otro lado, claro, los trascendentales metafísicos aparecen porque el ser está mediado por el hombre: el ente aparece al hombre y entonces el hombre lo conoce como verdadero, etcétera.

En cambio, en el caso de los trascendentales personales, pues eso es nuestra propia realidad. 

A mí me parecería muy coherente que el crecimiento tenga que ser simultáneo o que, bueno, lo que me pregunto siempre, es decir: ¿qué es eso en la realidad? 

En la realidad es mi ser, ¿verdad?

Es el acto de ser, o el espíritu. Bien, no sé si…

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Está muy clara la pregunta. 

El planteamiento es muy claro, Santiago, muchas gracias.

Mira, primero como norma negativa: dentro del tomismo, saben que, en lo humano, a la fuerza, la activación de la inteligencia, de la voluntad, etcétera, tiene que proceder de un acto superior, ¿vale?

Sí.

Y al final, bueno, pues algunos dicen que el intelecto agente pues es el que activa la inteligencia y eso es una potencia, pues muy bien. Pero, vale, a la fuerza en todos ellos, todos ellos admiten que el acto de ser es superior a la esencia humana, que está conformada por potencias.

Oye, la pregunta que se les puede hacer… es vale: ¿cómo es por dentro el acto de ser? 

Porque no podemos llamarlo solo así, sino ¿qué índole tiene…?, sí, tendrá todo el carácter simplificante que quieras, las composiciones las veré en la esencia, en las diversidad de potencias.

Pero, por mucho carácter simplificante que tenga, ¿qué índole -sería la pregunta- tiene por dentro para que se vean las manifestaciones como coordinadas, como vinculadas a ese acto de ser?

Porque, si no, ¿para qué…?

Es decir, ¿qué me dice la inteligencia crecida de ese acto de ser?, ¿qué relación tiene? …, ¿qué me dice la voluntad de ese acto de ser?, ¿cómo será por dentro? ¿Si la voluntad crecida es así? …

Bueno, yo no he visto respuesta a eso. ¿Se entiende? Es decir:

se da por supuesto su carácter simple, pero no se responde a la pregunta que tú haces, desde el tomismo.

No sé si la hay, por lo menos hasta hace…, bueno, hasta que hice la tesis, ya hace un rato, pero pues no la había.

No sé si actualmente pues han dicho más.

Ahora bien. Eso tiene…, A ver: ahora has dicho otra cosa; y es: los trascendentales personales tienen su vinculación con los trascendentales metafísicos, de acuerdo.

Los trascendentales metafísicos tienen un carácter de conversión, es decir, que son tan amplios el ser como la verdad, como el bien, como la belleza. Y lo que se añade a ellos es puntos de vista cognoscitivos, o relaciones de ellos con diversas dimensiones humanas.

Y, en el fondo, Tomás de Aquino te decía, son “sunt ídem in re”, es decir, coinciden. No es uno superior o inferior, no es uno más extenso que otro, sino “sunt”, se identifican en la realidad. Si eso lo propones en los trascendentales personales, pues se puede proponer, y dices, bueno, tienen la misma extensión, no caben uno sin el otro, de acuerdo.

Ahora, ¿seguro que eso no implica, es decir, desdice de que sean jerárquicamente distintos? A ver, tienen la misma extensión, es decir, se co-implican, yo no puedo amar sin ser libre, no puedo amar sin conocer sin sentido personal, no puede haber un conocer que no sea abierto enteramente, libre, personal. Por tanto, referido… eso, se co-implica se ve, ¿no?

Ahora, la pregunta sigue en pie. ¿No cabe que sean jerárquicamente distintos?

Al principio, algunos polianos afirmaban que no tienen por qué ser jerárquicamente distintos. Polo desde siempre ha defendido su jerarquía.

Tendríamos que, como te diría, hacer una tesis doctoral para sentar claramente la jerarquía entre ellos.

Pero ahora que estamos hablando de teología, tenemos en la mano una ventaja para discernir jerárquicamente entre ellos.

Y es la siguiente, también desde Polo.

Y es que las virtudes teologales son jerárquicamente distintas entre sí.

Y, como inieren en cada uno de los trascendentales personales, a la fuerza tiene que haber distinción intratrascendental…, es decir: eso no rompe el carácter simplificante.

Entre ellos conforman una única persona, no tres. Pero hay distinciones intrapersonales, intratrascendentales.

Y eso me lo dicen, en esta lección, las virtudes teologales.

Está en sintonía con eso. Más o menos.

De aquí tienes el planteamiento. Pero, como te digo, hay que basarlo mucho más.

SANTIAGO FERNÁNDEZ:

Es decir, no se puede admitir que haya una complejidad real en el acto de ser.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Complejidad sí, pero que no rompa el carácter simplificante, porque, si no, seríamos tres personas no una.

SANTIAGO FERNÁNDEZ:

Claro. Con esto mismo se me ocurría, leyendo los textos que aduces de Polo a propósito de la correlación entre el dar y el aceptar, que, si los teólogos de la Iglesia ortodoxa pensaran con Polo, entonces les parecería, digo, les tendría que parecer evidente el Filioque.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

De acuerdo. Es decir: eso, desde la antropología trascendental, ya se ve que es una mera manía que hay que despejar. Eso se soluciona.

SANTIAGO FERNÁNDEZ:

Viene de San Agustín, además, ¿verdad?

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Pues no te sé decir yo eso no lo recuerdo en San Agustín.

SANTIAGO FERNÁNDEZ:

Bueno, yo tampoco estoy seguro, pero me parecía… 

Bien, muy bien, nada más.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

No te sé decir, de verdad.

TRANSICIÓN:

Pues, Silvia.

Sí, no, mi pregunta es la siguiente. No sé si por el tiempo que llevamos, Luis, interesa más que las preguntas las prosigamos en otro momento.

Bueno, tú hazla; la tuya. Luego ya hablaremos…

SILVIA CAROLINA MARTINO:

Perdón. Lo primero era, bueno, agradecer esto y me parece que es tal cual esto hay que volver a escucharlo y a darle vueltas y quería agradecerle a Juanfer por la claridad, por la luz, pero bueno, por lo menos creo que como…, como en otras oportunidades, pero hace falta detenerse un poco.

Y sí, tres cosas chiquitas. 

La primera, bueno, o tres cosas, la primera es que detenerse porque me parece que en esto radica muchas cuestiones que suceden, no solo suceden en lo personal, con Dios, sino también suceden en nuestro mundo con respecto al amor, al querer, a lo afectivo, a la voluntad, al mal entendimiento de lo afectivo, de la voluntad, del querer ser una cosa, la otra…

No sé, me creo que esto, si bien fue expuesto muy detalladamente, la verdad es que en el mundo que vivimos esto está súper mezclado y hay un lío bárbaro y la gente, y nosotros somos la gente, pero mucha gente está muy infeliz, justamente porque tiene una mezcolanza respecto de esto y bueno, y descubrir lo que implica el ser-con y la intimidad,

Bueno, me parece algo fantástico y como motivante para ayudar. Primera cosa.

Segunda cosa que cuando explicaba lo que llegué a esto que la caridad y este aceptar, no, esa vinculación con ese Dios personal, esa finura con ese Dios personal, ¿no?, en cuanto al aceptar, el dar y el don y, bueno, por un lado el trabajo de amor y de aceptación con Dios,

para cuidar esa finura con Dios, bueno, empezando por la Eucaristía, como Juanfer comentaba, y como toda esa finura nos transforma nuestro modo de ser, claramente, en el acto de ser por esa finura, en cuanto también a la aceptación, al dar y el don, también hacia los demás, hacia las otras personas. Me daba vueltas esta segunda cosa.

Y en tercer lugar, y ya acabo, es que lo primero que se me vino, por eso me parece que quizás no es del todo prudente, pero bueno, lo digo y disculpen si no es prudente, pero me parecía que ese añadido sobre el que preguntaba Juanfer, yo no soy teóloga claramente, pero lo primero que me vino, intuitivamente tal, probablemente, es la plenitud en cuanto a que ya, ya no, no espero más, no temo, no llegar, no tengo que tener fe en que voy a llegar, ni tampoco me falta seguridad en que voy a llegar, sino que ya está. Entonces me parece que el añadido del amor es que ya no, no hay ninguna, ningún resquicio de duda de que estamos en el cielo, me parece que ese puede ser el añadido, ¿no?

La plenitud, la seguridad, la fidelidad asegurada y bueno nada más eso, por supuesto me comprometo a volver a ver esto y a darle más vueltas y las dudas que tenga preguntarlas en la sesión que se organice ad hoc.

Gracias, Juanfer y a todos.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Gracias a ti, Silvia. Lo primero es que me alegro mucho de que esto pues, a pesar de que mi exposición no es buena, pues que os sirva para pensar, ¿no? Que os ayude a estas cosas…, a enfrentar estas cosas tan grandes, ¿no?  Esto es muy llamativo.

Después, con lo que has dicho te diría: está muy bien, pero ¿cómo vivirlo?, ¿cómo afinar eso? Me parece que la clave está en la sencillez de los niños, porque cuando amamos a nivel trascendental -nos pegamos a Dios-, tenemos en la esencia humana y en la corporeidad humana tantos acartonamientos adquiridos, que, a veces, hacen pantalla. Es decir, que la elevación, que Dios quiere de nosotros a nivel íntimo… cuesta arrastrar, atravesar de luz -cosa que no le pasa a un niño- las demás dimensiones humanas. Con lo cual en la medida en que nos asencillemos, me parece que nos iría mejor. En el fondo eso.

Y después, de lo último, tiene que haber más Silvia, no lo sé. Es decir. La seguridad tiene que ver con la inclusión de la libertad en Dios, ¿no? El lumen gloriae tiene que ver con el crecimiento de cara a descubrir más de Dios y de los demás, en la medida que los demás quieran. Pero en la caridad tiene que haber algo más. Está asegurada ya; sí. Pero tiene que haber algo más que no lo acabo de ver, no lo sé. Igual tú tienes alguna… Pues, no sé. Igual que nada.

SILVIA CAROLINA MARTINO:

Seguro que tiene razón, sí, sí. Pensaba eso: ese amor infinito, sí, sí. Muchas gracias.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Gracias a ti.

CARMEN CABANILLAS:

Bueno, voy a preguntar una cosa que han pasado por el chat y dicen, preguntan ¿por qué la sindéresis, el querer-querer, no es amor, si la sindéresis está activada por el amor?

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Manifiesta el dar. Pero fíjate que no manifiesta directamente el aceptar. Primero, ella se compromete en dar, es decir, en activar. Se nota claramente una redundancia del miembro inferior del amar personal que es el dar en la sindéresis.

La sindéresis da. Da actividad. Es decir, refuerza. Le dice a la voluntad: actúa. No te conformes. A más. Solo ahí está tu crecimiento. 

Pero no se nota tanto la aceptación. La aceptación viene después, cuando se acrisolan las virtudes más altas de la voluntad. Cuando esas tienen que ver con la persona, con las personas.

Me parece que… 

A ver: la pregunta se tendría que ampliar, y decir: en cierto modo se manifiesta el aceptar y el dar en la sindéresis. Pero se manifiesta más uno que otro, y eso tiene que ver con la redundancia. 

A su vez, se manifiesta o se hace ver con la redundancia que las sindéresis tiene en la activación de la voluntad.

De modo que sí están los trascendentales personales connotados en la sindéresis. Pero uno más que otro. No sé si con esto respondo un poco.

CARMEN CABANILLAS:

Como no soy la que ha preguntado eso, no sé si se quedará satisfecha.

Bueno, si no volverá y preguntará de nuevo. Como la verá, porque ahora no está, pues ya se verá. Y ahora ya, tú, Louis, querías algo, ¿no?

LOUIS CARDONA

Yo quería decirte, Juanfer, que, quizás, la dificultad que has indicado sobre la caridad, una pista es que, quizás, ya no es algo global como podías decir de la fe o de la esperanza: decir, bueno, pues seguridad (esperanza) o lumen gloriae (fe), sino que voy a responder con tus palabras de hace tres años.

Pero es una pista, no la respuesta.

Yo creo que: “al vencedor le daré el maná escondido y una piedrecita blanca. Y escrito en ella un nombre nuevo que nadie conoce, sino aquel que lo recibe”.

Yo creo que hay que ir por ahí.

JUAN FERNANDO SELLÉS:

Hombre, pues gracias por refrescarme la memoria. Pero no sé, seguiremos pensando en esto.

COMENTARIOS FINALES:

Eso es del Apocalipsis.

Bueno, yo te agradezco. Mira, tu presentación has dicho que no era muy buena, claro que no es muy buena. Era superlativa.

Qué cosas dices.

Entonces, cuando es superlativa ya no puede ser buena. Buena es 5, 6, 7.

No tengo ninguna retórica. No soy posmoderno. No.

Superlativo es 10, 10 y medio, 11 sobre 10, 12.

Bueno, lo dejamos aquí, pero yo creo que esto da para mucho, con lo cual seguiremos más adelante.

¿A ti te va bien, Juanfer, si hacemos una sesión dedicada a…?

Lo que queráis. Viva la libertad.

Donde tendrás que hablar poco de “lección”, pero luego responder a muchas preguntas.

Si las sé.

Responder se puede siempre. Luego, si la respuesta tiene que ver con la pregunta, es otro tema.

Bueno, si la gente va a preguntar, se pueden pasar…

Claro.

Y eso ya…

Me alegro mucho.

Creo que la próxima sesión será la continuación de ésta. Me da la impresión.

Lo que queráis…