LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. Actitud frente a la filosofía

Se puede resumir con las siguientes palabras de un buen conocedor de la historia de la filosofía: “Al aparecer plenamente Aristóteles, son los franciscanos, y en su línea Escoto y Ockham, los que le hacen frente, diciendo: ¡Atención! ¡Aristóteles es peligroso! ¿Por qué? Porque si fuera cierto que se puede conocer la realidad como dice Aristóteles, la revelación es superflua. La postura de Siger de Brabante había sido una confesión suficiente al respecto. Se trata de una crisis muy seria. Si uno se asusta de Aristóteles por esta razón, porque se advierte o se cree advertir que su pensamiento hace superflua la revelación –y esta razón– naturalmente, es central para pensadores que son a la vez teólogos, entonces, lógicamente, el único remedio es poner coto a Aristóteles”. Polo, L., Presente y futuro del hombre, p. 236.

2.1. Primer problema. Fue el de defender la fe frente a la razón, estando la primera representada por San Agustín y la segunda por Aristóteles. Escoto quiso supeditar la doctrina del Estagirita a la del obispo de Hipona.

2.2. Segundo problema. A la filosofía aristotélica había que depurarla de la interpretación árabe, en especial, la averroísta, la cual campeaba a sus anchas en su tiempo.

2.3. Tercer problema. Como Escoto es tardío tanto respecto de la escuela franciscana del siglo XIII, como respecto de los exitosos descubrimientos de la escuela dominica de esa centuria, se vio obligado a defender algunos puntos centrales de la primera, que claramente son erróneos (ej. el hilemorfirmo universal), así como dar otra versión de los puntos clave de la segunda (ej. la distinción esseessentia) o intentar superarla.

El reto de los tres problemas era difícil, pero la inteligencia de Escoto le permitía asumirlo. Al aceptarlo, el peligro más grave –derivado del primer problema– consistía en incurrir en fideísmo, pero por la razón apuntada, Escoto lo asumió. ¿Incurrió en él? En el sistema de Escoto hay demasiado uso de la razón, incluso para demostrar la existencia de Dios y describir su esencia, como para responder afirmativamente sin matices a esta cuestión. Pero como ‘quien siembra vientos, cosecha tempestades’, el fideísmo fue aceptado por su más radical seguidor, Ockham, el cual lo legó a la modernidad.