LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. El materialismo de L. Feuerbach y K. Marx

Es doctrina que admite por real sólo lo material, que el hombre es material y necesitante y que Dios no existe. Fue propuesta por Feuerbach como filosofía y por Marx como una hermenéutica que se ha venido a llamar ‘de la sospecha’, pues para defender sus postulados debía poner en entredicho las demás filosofías, en especial la de Hegel, a la que te critica el tercer momento, la síntesis. Feuerbach y Marx pertenecen –junto con otros como Engels– a la ‘izquierda hegeliana’, una de las ramas, la más vigorosa, en la que se escindió la filosofía hegeliana, línea a la que caracteriza el ateísmo, pero que mantienen de Hegel el método dialéctico, si bien aplicado de modo ‘sui generis’ a la historia. Tenemos que detenernos mínimamente en su exposición porque, aunque esta doctrina ya no esté vigente, ha influido mucho teórica y prácticamente en el siglo XX.

4.1) L. Feuerbach. a) Vida y obra. Nació en Landshut en 1804. Primero vivió en Múnich, Banberg y Ausbach. Luego estudió teología en la Universidad de Heidelberg, carrera que no terminó, pues se trasladó a estudiar filosofía a Berlín, lugar donde conoció a Hegel. Se doctoró en Erlangen, donde empezó su magisterio y publicó sus Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad, obra en la que niega la inmortalidad del alma. Tras casarse a los 33 años se dedicó a ser escritor y conferenciante. Sus obras más relevantes son En torno a la crítica de la filosofía hegeliana, La esencia del cristianismo y Principios y fundamentos de la filosofía del futuro. Murió en 1872 a sus 68 años.

b) Filosofía. De joven Feuerbach defendió la filosofía hegeliana, pero luego la rechazó debido a que adoptó una actitud sensista, hasta mantener que el hombre no es un ser racional sino ‘lo que come’, y afirmar que la filosofía de Hegel es teología. Para Feuerbach, ‘la teología es antropología… ya que la esencia de Dios es la esencia divinizada del hombre’, lo cual significa que Dios es una proyección externa de las perfecciones humanas de las que el hombre carece, necesita y desea. La religión, por tanto, es una ‘alienación’, enajenación. Parafraseando a Hobbes escribe ‘homo, homini Deus’. Se trata, por tanto, de un materialismo. Feuerbach entendió que las claves del cristianismo son fruto de la aludida proyección, sosteniendo que Dios creador es la proyección del poder humano sobre el mundo; Dios Trino es la proyección de la familia como base de la sociedad; Cristo, la proyección del cuerpo humano. Al eliminar lo divino de su filosofía, su puesto lo ocupó –como en Comte– la humanidad.

4.2) K. Marx. a) Vida y obra. Nació en Tréveris en 1818. De familia hebrea, su familia lo bautizó por conveniencia a su 6 años en la iglesia luterana. Pero como el ambiente familiar era descreído él se desligó pronto de la religión. Estudió en el liceo de su ciudad, época en que leyó a Rousseau, Voltaire y Diderot. Empezó la carrera de Derecho en Bonn y la continuó en Berlín, donde estudió filosofía e historia y leyó críticamente y en clave material a Hegel. Defendió su Tesis doctoral sobre el materialismo de Demócrito y Epicuro en Jena a los 23 años, donde ya aparece la crítica a la religión y el ateísmo. Tras pasar por Bonn marchó a Colonia donde fue primero colaborador y luego director del periódico más crítico contra el Estado y el cristianismo hasta que el diario fue cerrado por orden gubernamental. Fueron años de formación en asuntos sociales y económicos. A los 25 años se trasladó a Kreuznach donde se casó y se dedicó al estudio de la historia reciente a la par que escribió su Crítica del derecho del Estado de Hegel, tras lo cual marchó a París con su esposa y trabajó en sus Manuscritos económico-filosóficos, en los que critica la religión y defiende su materialismo dialéctico y el comunismo. Contaba con 26 años. Allí conoció a Engels y se unió a los revolucionarios, hablando ya de la lucha de clases. Expulsado de Francia, marchó tres años a Bruselas ocupándose en labores afines a las precedentes, además de fundar la ‘Liga de los comunistas’. De esta época son La sagrada familia, La ideología alemana, La miseria de la filosofía y el Manifiesto del partido comunista, Tesis sobre Feuerbach. Contaba con 30 años. Desterrado de Bélgica, fue a Colonia y luego a París, lugares de los que fue asimismo expulsado; marchó a Londres donde vivió hasta su muerte en 1883 a sus 65 años. De ese periodo son sus obras más relevantes, entre ellas El capital, así como la conformación de asambleas de trabajadores como ‘la Primera Internacional’. En suma, la vida de Marx, teórica y práctica, es de crítica revolucionaria frente al orden existente (filosófico, religioso, político y económico).

b) Filosofía. Marx interpretó el proceso dialéctico histórico de Hegel en clave material-economicista, es decir, en términos de propiedad humana mal repartida entre clases sociales opuestas. Para él, el hombre y la realidad son materiales, no hay nada real al margen de ellos y la relación entre ambos es el trabajo humano del que surge la economía y la propiedad privada, que es la que genera las fases dialécticas y necesarias en la historia. Tales fases –viene a decir Marx– son: 1ª) Tesis: tiempo antiguo de la humanidad en la que todos los hombres apenas poseían nada propio para vivir. 2ª) Antítesis: época de la historia, contrapuesta a la anterior –que llega hasta su tiempo–, en la que unos pocos hombres, burgueses, poseen la mayor parte de las riquezas y los medios de producción; siendo los demás, el proletariado, pobres. 3º) Síntesis: esa época en la que todos los hombres poseerán todo, el periodo de la ‘sociedad sin clases’, la cual, como debe advenir ‘dialécticamente’, debe ser precedida por la ‘dictadura del proletariado’. Como evidentemente la época de la ‘sociedad sin clases’ todavía no ha llegado en tiempo de Hegel, Marx sostiene que éste se ha equivocado en la síntesis. De modo que hay que abrirle campo en el futuro, asunto que se ha venido a llamar ‘futurología marxista’, la cual, a distinción de la dialéctica hegeliana no es ascensional, sino horizontal. Pero para que la síntesis llegue cuanto antes, hay que registrar en la antítesis toda la miseria humana posible haciendo a la mayoría de los hombres pura negatividad, de modo que sólo aceptándose éstos como miserables se podrá dar paso a la síntesis. Cuando el amigo Vogt preguntó a Marx cómo llegar a la sociedad perfecta, éste contesto que no era profeta.

A la situación actual de miseria que vivía y criticaba Marx la llamaba ‘alienación’ (término que hemos encontrado en Feuerbach), la cual tiene según él las siguientes causas: 1ª) Religiosa, pues la religión, ‘el opio del pueblo’, al proyectar la ilusión del hombre en un mundo trascendente, impide que trabaje para transformar éste (Dios no es más que una solución ideada para consuelo de la indigencia humana). 2ª) Política, porque el hombre enajena su vida en el Estado (hegeliano, burgués o de cualquier estilo), el cual hace profesión religiosa; por lo que hay que pasar a un Estado ateo que impida cualquier manifestación religiosa pública y privada hasta que la verdadera democracia suprima al mismo Estado, ya que éste favorece la división de clases y la opresión de unas por otras. 3ª) Filosófica, ‘sucedáneo de la religión’, porque la filosofía (en especial la hegeliana) se dedica a contemplar el mundo (a hacer abstracciones sin realidad), y lo que hay que hacer es transformarlo. 4ª) Social, porque la sociedad aliena al hombre ya que éste busca su armonía en ella, pero como no está aunada sino en lucha de dos clases máximamente antagónicas, burguesía y proletariado, hay que llegar a la sociedad sin clases. 5ª) Económica, porque el dinero es la esencia del trabajo y del hombre, y éste es enajenado por los explotadores burgueses que detentan la propiedad sobre los medios de producción y la ‘plusvalía’ de su trabajo. Esto se debe a la forma económica existente, el ‘capitalismo’; por lo cual hay que proceder a la destrucción del mismo mediante la revolución total, que consiste en la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción, hasta llegar al ‘comunismo’ (un naturalismo ateo) el cual conformará ‘el fin de la historia’.