LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. La doctrina moral y la doctrina del derecho

3.1. La doctrina moral. La obra principal de Fichte en este punto es El sistema de la teoría moral. En ella se ve que el autor intenta que lo que sostiene sobre la moral sea acorde a lo sostenido en su Doctrina de la ciencia. Para él, si el primer principio de la ciencia es el ‘yo absoluto’, el primer principio de la moral es la ‘actividad infinita’ del yo absoluto, la cual es autodeterminación o ‘voluntad’. Esto indica que el querer volitivo independiente y autónomo es el mismo ser del yo absoluto. Con esto se ratifica el aludido voluntarismo que caracteriza a este autor.

El auto-ponerse es la actividad infinita del yo, el cual no puede ponerse libremente sin poner el mundo, el no-yo, la naturaleza. Por tanto, el mundo es necesario (es el campo en el que el yo ejerce su acción moral) para que la acción moral que realiza el yo venza el límite del no-yo en orden convertirse en el yo infinito. En el plano humano Fichte lo expresa así: ‘cada uno debe llegar a ser Dios hasta donde le sea posible’. Como se ve, la ética de Fichte es –como la de Kant– ‘autónoma’; su fin es, como aquella, la actividad de la voluntad; pero –a diferencia de la kantiana– se trata de la ‘auto-actividad absoluta’.

En esta obra se desvela, por tanto, la subordinación fichteana de la razón teórica a la práctica –‘lo que determina en el yo todo el conocimiento es su esencia práctica… La única y firme base de todo mi conocimiento es mi deber’– y asimismo la subordinación de la razón práctica a la voluntad, ratificando así de nuevo su deuda con Kant y el voluntarismo de éste. Para el actuar humano, el ‘imperativo categórico’ kantiano general es sustituido en Fichte por la ‘ley de la conciencia individual’. De este modo el mal moral es entendido –como en Kant– como oposición radical a la ley moral, en el sentido de no querer actuar según la conciencia.

El yo es activo, y para que exista actividad moral se requieren otros sujetos. El sujeto finito es consciente de sí en la medida en que lo es de otros sujetos finitos. Los distintos sujetos son limitaciones del yo absoluto, de la actividad infinita. Tales sujetos se limitan entre sí al reconocer su respectiva libertad, y la recíproca limitación de su actividad conforma la comunidad ética. En ella conforman por acuerdo voluntario el contrato social, y la comunidad en la que éste se establece es el Estado. Una comunidad reducida del Estado es la de los doctos, que tienen plena libertad de investigar según su propia conciencia. Cada sujeto debe aspirar como fin a la libertad general. Por eso todo deber es deber social.

3.2. La doctrina del derecho y el estado. La obra principal fichteana en este tema es Fundamentos del derecho natural según los principios de la doctrina de la ciencia. Para él la doctrina del derecho se basa en la existencia de pluralidad de sujetos respecto de los cuales todo sujeto debe obrar. De modo que el derecho se basa en las acciones de los sujetos, las cuales dan lugar a limitaciones recíprocas de la libertad. En efecto, la limitación se debe al cuerpo, el cual no es otra cosa que una manifestación de la voluntad. Si la moral está fundada en la buena voluntad, la fundamentación del derecho no requiere esa bondad de la voluntad. La primera es el reino del deber; el segundo, el de la fuerza. El Estado debe garantizar la coerción, pero surge como contrato social por acuerdo de las voluntades, es decir, por la voluntad general. Como se ve, la ‘voluntad general’ de Rousseau –que tan presente estaba en la filosofía práctica kantiana– es también aceptada por Fichte.

A esta doctrina general del derecho Fichte añadió posteriormente, primero una teoría totalizante del Estado, es decir, una especie de comunismo nacionalista, y segundo, una defensa a ultranza del nacionalismo germánico. Así, la voluntad general, que primeramente la formula abierta a la comunidad mundial, luego la cierra sobre el nacionalismo del pueblo germano, subordinando cada sujeto al bien del Estado germánico.