LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

8. Dios: esencia y existencia

8.1. Esencia. Dios para Leibniz es la ‘posibilidad total’, la cual coincide con la ‘necesidad’. Por tanto, Dios es el ser necesario. Admite asimismo que es un ser personal, inteligente, libre, creador y conservador. Le llama ‘Monada primera’, ‘Unidad’, ‘Fuente’ inagotable de vida, última ‘Razón’ de las cosas, ‘Inteligencia’, ‘Sabiduría’, ‘Voluntad’, ‘Bondad’, ‘Poder’.

8.2. Existencia. Leibniz considera que ‘todos los medios que se han empleado para probar la existencia de Dios son buenos, y podrían valer si se los perfeccionase’. Él aduce las siguientes pruebas:

a) Argumento cosmológico. Parte de la con­tingencia de los seres creados y se eleva a Dios como razón última de ésos: “Dios es la primera razón de las cosas, puesto que como ellas son limitadas… son contingentes y no tienen en sí nada que exprese su exis­tencia necesaria… Es necesario, pues, buscar la razón de la existencia del mundo, que es el entero con­junto de las cosas contingentes, y hay que buscarla en la sustancia que posea en sí misma la razón de su exis­tencia, la cual, por consiguiente, es necesaria y eter­na”. No hay un ‘regressus ad infinitum’ en la bús­queda de las causas necesarias. Por tanto, Dios es la primera razón de las cosas.

b) Argumento de la armonía preestablecida. Partiendo de la observación del orden y la armonía existentes entre todas las sustancias del universo, Leibniz concluye la existencia de una Inteligencia su­prema ordenadora del mismo: “Esta hipótesis (de la armo­nía) tam­bién proporciona una prueba de la existencia de Dios, prueba que posee una claridad sorprendente, pues ese acuerdo perfecto de tantas sustancias que carecen de toda comunicación entre sí sólo puede provenir de la causa común”, la cual no puede ser otra que Dios.

c) Argumento por las verdades eternas. Las verdades eternas no dependen de la voluntad de Dios, sino de su Intelecto, están fundadas en la propia esencia: “Si no existiese una sus­tancia eterna, no existirían las verdades eternas”.

d) Argumento ontológico. Este argumento trata de demostrar la existencia de Dios a partir de su esencia. Para ello señala que es preciso demostrar la posibilidad del ser omniperfecto, es decir, hay que de­mostrar antes que el concepto de Dios es en sí mismo posible. Lo posible es aquello que no encierra contradic­ción. Dios, ser omniperfecto, será posible si se puede concebir que todas las perfecciones son compatibles en­tre sí. Una perfección es para Leibniz una cualidad sim­ple, positiva, absoluta, que expresa todo lo que es sin nin­gún límite, y es irreductible. No se puede de hecho de­mostrar la incompatibilidad de dos perfecciones, pues la demostración requiere que los términos sean resolu­bles. Puede entonces haber un ser en el que existan to­das las perfecciones reunidas de modo compatible, tal es el ser perfectísimo. En tanto que la existencia es una perfec­ción, ese ser existe y es Dios.