LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. Teoría del conocimiento o Crítica de la razón pura

2.1. ¿Es posible la metafísica como ciencia? Para Kant, en su tiempo, las ciencias matemáticas y la física habían avanzado y tenían el estatuto de ciencia. En cambio, la metafísica no. Para intentarla sacar de este atolladero, Kant propuso un giro radical en el modo de plantear los problemas metafísicos. Esta disciplina ya no trataría de realidades tal y como son en sí mismas, sino del modo como nosotros llegamos a conocerlas. Por eso llamó ‘metafísica’ a la ‘crítica’ que hizo sobre las posibilidades del conocimiento humano. No partió de la realidad para justificar el conocimiento, sino que el conocimiento se debe justificarse a sí mismo antes de tratar de lo real.

Kant partió de la base de que la ciencia existe al modo como afirmaban los racionalistas y como lo atestigua el acuerdo unánime entre los científicos. Por eso rechazará la postura de Hume por hacer inviable la posibilidad de la ciencia y de sus leyes universales y necesarias. La ciencia existe, pero ¿cómo es posible? El camino a seguir no es estudiar cómo se han constituido de hecho las ciencias. Se trata de descubrir ‘las condiciones de posibilidad del conocimiento’, aquellas que hacen posible cualquier conocimiento científico a partir de la sola razón, al margen de los hechos y al margen de toda experiencia.

Kant estudió así ‘la posibilidad y límites del conocimiento’, de las ciencias (formales y naturales) y de la propia metafísica como ciencia en tres pasos: 1º) ¿Es posible la metafísica como ciencia? 2º) ¿Cómo es posible una ciencia? ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible el conocimiento científico cuando formula juicios universales y necesarios? 3º) ¿Cómo deben ser los juicios que fundamenten la ciencia? ¿Cuáles son las condiciones que han de tener los juicios en una ciencia? Por eso Kant comenzó estudiando los tipos de juicios científicos. Los juicios de la ciencia, dice, pueden clasificarse atendiendo a dos criterios: a) Según la relación que existe entre el sujeto y el predicado, los juicios pueden ser: analíticos, si el predicado está incluido ya en el concepto del sujeto, aunque sea implícitamente; por ejemplo, ‘todos los cuerpos son extensos’, si se entiende, al modo cartesiano, que todo cuerpo es una determinación de la extensión; o sintéticos, aquéllos en que el predicado se añade al concepto del sujeto; por ejemplo, ‘todos los cuerpos son pesados’, siguiendo el símil cartesiano. b) Según la relación con la experiencia, los juicios pueden dividirse en ‘a priori’ y ‘a posteriori’, según sean independientes y previos a la experiencia o dependan de ella.

2.2. Tipos de ciencia y la nueva ciencia. Kant distingue estos tipos de ciencias: 1º) Las ciencias formales, es decir, la lógica y las matemáticas, que pueden garantizar su universalidad y necesidad, dado que formulan juicios analíticos, que son siempre ‘a priori’, pues no dependen de la experiencia. Sin embargo, no hacen avanzar el conocimiento, por tratarse de un simple análisis del sujeto, pero sin poder atribuir ningún predicado más. 2º) La ciencia natural, como la biología, que formula juicios sintéticos ‘a posteriori’, que están basados en la experiencia y hacen progresar el conocimiento, pero no resultan válidos para la ciencia en general, por carecer de universalidad y necesidad, dado que la experiencia es siempre contingente y particular. 3º) La física, formula juicios sintéticos ‘a priori’ que reúnen las condiciones de universalidad y necesidad por una parte, y de progresividad por otra, es decir, se pueden justificar con independencia de la experiencia de un modo ‘a priori’, y a la vez permitan el progreso hacia nuevas verdades no conocidas hasta entonces.

2.3. Estructura de la Crítica de la razón pura. Esta obra se divide en tres partes: a) Estética transcendental, b) Analítica transcendental y c) Dialéctica transcendental. En la primera se estudia la sensibilidad; en la segunda, los conceptos; en la tercera, las tres grandes ideas de la razón: ‘mundo, alma y Dios’. En esta obra Kant analiza las tres ‘facultades’ que él dice que conforman nuestro conocimiento: la imaginación, el entendimiento y la razón. A cada uno de estos niveles le corresponde un tipo de ciencia: al 1º, las ciencias matemáticas, al 2º, las ciencias físico-naturales; y al 3º, la metafísica. 

a) La estética trascendental. Es el análisis crítico de la sensibilidad, que para Kant es receptiva y pasiva. Mantiene que en todo conocimiento sensible podernos distinguir una materia y una forma. La primera, es el contenido, las sensaciones e impresiones que recibimos del exterior, sin las cuales no habría conocimiento alguno, y nos es dado ‘a posteriori’. La segunda es el marco interno en el que encuadramos las impresiones sensibles, que según Kant son el espacio, que es la forma ‘a priori’ de todas nuestras sensaciones externas, y el ‘tiempo’, que es lo es de todas nuestras sensaciones internas. Espacio y tiempo son, para Kant, previos a toda experiencia; no son ‘intuiciones sensibles particulares’ que dependan de un determinado tipo de experiencia. Tampoco son conceptos, pues no pueden predicarse de una pluralidad de individuos. Son, por lo tanto, formas ‘a priori’ de nuestra sensibilidad y, por ello, condiciones de toda sensación posible.

‘Trascendental’ en Kant no tiene el significado clásico (perfección pura existente en la realidad entera), sino que para él es ‘la consideración de lo lógico como productivo’, es decir, lo que se opone a la ‘lógica meramente formal’. ¿Qué significa esto? Que Kant considera el conocer como producir, es decir, de modo fisicalista. A esto cabría replicar que él dice que las ‘categorías’ racionales son meramente ‘formales’ respecto de los contenidos, los fenómenos. Pero a eso hay que responder que sus formas ‘a priori’ de la sensibilidad no son meramente formales, sino constructivas. Por eso, más que ‘racionalista’ (e ‘idealista’) o ‘empirista’ (y nominalista) es ‘imaginista’.

a.1) Los juicios sintéticos a priori en las matemáticas. Kant sostiene que, gracias a las formas ‘a priori’ de la sensibilidad, son posibles los juicios sintéticos ‘a priori’ en las matemáticas. La geometría estudia el espacio; la aritmética, la sucesión numérica, entendida como sucesión temporal. Los juicios que se hacen sobre estas formas de pensamiento son ‘a priori’. Y puesto que no son simples conceptos, sino intuiciones sensibles basadas en la experiencia, son juicios sintéticos. Ejemplo: ‘la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos’. Luego, si en matemáticas son posibles los juicios sintéticos ‘a priori’, habrá que concluir que la matemática es una ciencia bien fundamentada.

a.2) El idealismo trascendental. Dado que, para Kant, el espacio y el tiempo no son propiedades reales de las cosas, sino algo puesto por el sujeto, es evidente que no podemos conocer jamás las cosas tal como son en sí mismas, sino sólo tal como se nos aparecen. A lo que aparece al sujeto Kant lo llama ‘fenómeno’, y a la cosa en sí, ‘noúmeno’. Las cosas en sí, porque son en sí y no en nosotros, son incognoscibles. A esta doctrina, Kant le da el nombre de ‘idealismo trascendental’. Esto indica lo siguiente: 1º) Es un ‘idealismo’, y no un realismo, porque lo conocido no es lo real, sino simples fenómenos subjetivos, representaciones. 2º) Es ‘trascendental’, porque los fenómenos conocidos son iguales para todos los hombres, por estar sometidos a unas condiciones trascendentales de la sensibilidad que son las mismas para todos. De este modo Kant salva el fenomenismo escéptico de Hume, aún admitiendo que sólo conocemos fenómenos.

a.3) El realismo empírico. Kant llama así a su teoría porque admite que los fenómenos requieren una realidad en sí, un noúmeno, que los cause, ya que de lo contrario, habría fenómeno sin nada que se muestre, lo cual sería absurdo. Así, el fenómeno posee una ‘idealidad trascendental’, y, a su vez, se le atribuye una ‘realidad empírica’, en cuanto simple fenómeno, sin poder ir más allá de él, pero sin negar tampoco esta posibilidad. El fenómeno no es algo exclusivamente subjetivo, sino que tiene un fundamento real, aunque éste sea desconocido para nosotros; más aún, es incognoscible.

b) La analítica trascendental. En esta parte Kant estudia el entendimiento. Describe el pensar, al contrario que la sensibilidad, como espontaneidad y actividad. La función del entendimiento es pensar los objetos dados por la sensibilidad: el entendimiento tiene que unificar lo sensible, a fin de poder referirlo a un concepto mediante un juicio, que es la operación propia del entendimiento. Pensar es juzgar acerca de aquello que previamente hemos sentido. Como en la sensibilidad, también en el entendimiento podemos distinguir una materia y una forma. La primera es aquello acerca de lo que se juzga: los datos de la experiencia. La segunda es el modo como el entendimiento unifica y coordina estos datos, es decir, el modo de juzgar. La forma es ‘a priori’: los conceptos son puestos por el sujeto, y por ello, previos a la experiencia.

b.1) La deducción transcendental de las categorías. Las ‘categorías’ son conceptos puros que preceden y posibilitan la misma experiencia (ej. sustancia, realidad, causalidad, etc.). Para Kant las categorías son los distintos modos en se configura nuestro pensar en virtud de sus formas espontáneas de enlazar los fenómenos con la experiencia. Surgen de la actividad interna del propio yo cuando piensa, sin poder garantizar en ningún caso si efectivamente se corresponden con aquello que pretende representar. Las categorías son, según Kant, doce: la posibilidad, la existencia, la necesidad, la sustancia, la causalidad, etc. Para él las categorías son fundamentalmente subjetivas. Por sí mismas están vacías, y han de llenarse con las impresiones sensibles, que constituyen la materia del entendimiento: ‘intuiciones sin conceptos son ciegas, conceptos sin contenido son vacíos’.

b.3) La ‘revolución copernicana’ y los juicios sintéticos ‘a priori’ de la física. Para Kant cuando el entendimiento conoce no capta realidades, pues es imposible una intuición intelectual. Más bien ‘construye’ sus propios objetos mentales de conocimiento: un conjunto de fenómenos se convierte así en objeto de conocimiento. El entendimiento, por tanto, mediante la aplicación de las categorías a los fenómenos, confiere a éstos el sello de la objetividad, que es mental. La realidad, de suyo incognoscible, pasa a ser objeto de conocimiento por las condiciones a las que el sujeto la somete.

Así, los juicios de la mecánica están fundamentados sobre estas categorías. Ej. al decir ‘todo cuerpo es extenso’, o ‘todo movimiento tiene una causa’, sólo aplicamos a la experiencia sensible unos conceptos que son totalmente independientes de la experiencia, pero la hacen universal y necesaria.

b.4) El sujeto trascendental. Kant también se plantea la necesidad de la existencia de un sujeto cognoscente, igualmente desconocido, pues tanto el conocimiento sensible como el intelectual son una síntesis subjetiva de impresiones inconexas y desordenadas, que suponen un sujeto permanente que realice dicha unificación, a fin de poderlos conocer. Ambas cosas –síntesis y conocimiento– sólo son posibles a condición de afirmar la unidad de la conciencia del sujeto, como una condición trascendental de todo posible conocimiento, que puede, por tanto, establecerse ‘a priori’: todo pensamiento y toda representación lo son, necesariamente, de un sujeto. Este ‘yo pienso’ no es una conciencia empírica ni se identifica con el yo empírico o psicológico: está más allá de los datos de experiencia. Por eso, aunque debemos afirmarlo como ‘condición de posibilidad’ del conocimiento, debemos también reconocer que es incognoscible. El yo trascendental no es un acto, ni un proceso, ni una cosa, sino la condición lógica del conocimiento objetivo.

c) La dialéctica transcendental. Si todo conocimiento posible se limita a los fenómenos, la consecuencia es la imposibilidad de la metafísica como ciencia.

c.1) El uso sintético de la razón en la dialéctica transcendental. La razón es, según Kant, la función que confiere a los objetos la más alta unidad. La sensibilidad unifica las impresiones sensibles para construir fenómenos. El entendimiento unifica los fenómenos para construir los objetos de conocimiento. La razón une razonamientos relacionando juicios; tiende a continuar este proceso ascendente hasta encontrar unos juicios máximamente universales que sirvan de condición a todos los demás, y que sean ellos mismos incondicionados, por cuanto están presentes en toda argumentación y ya no se pueden remitir a otros anteriores.

c.2) La dialéctica transcendental como crítica al uso dogmático de la razón. La razón tiene una tendencia natural a hacer síntesis supremas, a lo incondicionado, sobrepasando la experiencia, mediante tres tipos de razonamiento –categórico, hipotético y disyuntivo– que nos conducen a las tres ‘ideas de la razón’: la idea de ‘alma’ o unidad absoluta del sujeto pensante que unifica la experiencia interna; la idea de ‘mundo’ o unidad absoluta de los fenómenos, que unifica la experiencia externa; la idea de ‘Dios’ o unidad absoluta de todos los objetos de pensamiento, que unifica la experiencia interna con la externa. Estas tres ideas de la razón serían el objeto de la metafísica, pero son un objeto problemático porque nosotros no podemos conocer más que el objeto de expe­riencia. La metafísica carece de juicios sintéticos ‘a priori’, y da lugar a lo que Kant llama ‘ilusión trascendental’. Por tanto, la metafísica es una ciencia imposible.

Con estas críticas Kant no demuestra ni pretende demostrar que no existan estas realidades: sólo mantiene que su conocimiento es imposible como ciencia, por exceder las posibilidades de la experiencia, pues alma, mundo y Dios no son objeto de la razón pura, lo cual da lugar al agnosticismo. En efecto, si el fenómeno es el único contenido de los conceptos del entendimiento, la metafísica carece de contenido. La consecuencia de este planteamiento es la ignorancia.

c.3) Consecuencias. La primera es la crítica como ciencia a la psicología racional, que es la parte de la metafísica que se ocupa del estudio del alma; la segunda, la crítica a la cosmología racional, que es la parte de la metafísica que trata sobre el mundo considerándolo como realidad en sí; y la tercera es la crítica a la teología natural, que es la parte de la metafísica que pretende demostrar la existencia de Dios.

i) La crítica de la psicología racional. Durante siglos se ha pretendido demostrar que el alma es una substancia simple y autoconsciente. Siempre que se intenta demostrar cualquiera de estas tesis se incurre, según Kant, en ‘paralogismo’ (razonamiento falso) por dar lugar a un error lógico. Kant recoge el caso de Descartes: a partir del ‘cogito, ergo sum’ concluyó que el alma es una sustancia. El error está en que el ‘yo pienso’ que hace de sujeto de ese juicio no es el yo empírico, sino el yo trascendental que acompaña a todas nuestras representaciones. Aplicarle a él la categoría de sustancia es un error, pues la aplicación de las categorías presupone el sujeto trascendental y no al contrario.

ii) La crítica de la cosmología racional. En cuanto pretendemos predicar del mundo alguna propiedad metafísica caemos en una ‘antinomia’. Una antinomia es un par de proposiciones contradictorias, que pueden ser demostradas con igual fuerza probatoria. Las antinomias contenidas en la razón son las siguientes: 1ª) Tesis: ‘el mundo tiene un comienzo y es limitado en el espacio’. Antítesis: ‘el mundo no tiene comienzo en el tiempo y no es limitado en el espacio’. 2ª) Tesis: ‘toda sustancia compuesta consta de partes que son indivisibles’. Antítesis: ‘todo es divisible hasta el infinito’. 3ª) Tesis: ‘en el mundo hay causalidad libre’. Antítesis: ‘en el mundo no hay libertad, sino que todo sucede según leyes necesarias’. 4ª) Tesis: ‘el mundo implica la existencia de un ser necesario’. Antítesis: ‘no hay un ser necesario que sea causa del mundo’.

iii) La crítica de la teología racional. Kant reduce todas las demostraciones posibles de la existencia divina a tres: la prueba ontológica, la cosmológica y la físico-teleológica. Y las tres pueden reducirse lógicamente, en su opinión, al argumento ontológico, el cual es inválido; por lo que todas son erróneas. El argumento ontológico, dice Kant, es aquel que considera la existencia como una perfección. Parte de la idea de Dios como el ser perfectísimo, y de ahí concluye que existe necesariamente. Contra esto Kant objeta que la proposición ‘Dios existe’ no es una proposición analítica, porque cuando afirmarnos que Dios existe no predicamos de Dios ninguna perfección dado que ‘la existencia no es un predicado real, sino la posición absoluta de una cosa’. Propone un ejemplo: cien ‘táleros’ reales no contiene nada más que cien ‘táleros’, pensados. Pues bien, si dicha proposición no es analítica, del análisis del sujeto nunca podremos obtener el predicado. Por tanto, el argumento ontológico no prueba realmente nada respecto a la existencia de Dios. ¿Qué entiende, pues, Kant por ‘existencia’? No una realidad, sino una categoría de lógica modal, junto con las de posibilidad y necesidad.

c.4)  Conclusiones. Con estas críticas Kant se separa tanto de la teología natural como del ateísmo dogmático y se refugia en un agnosticismo teórico y en una búsqueda práctica. Así, si –según él– la ‘razón pura’ tiene límites infranqueables para acceder a la realidad del mundo, del alma y de Dios, lo que él desea es acceder a esos temas a través de otro camino, a saber, el de la ‘razón practica’, teniendo en cuenta que ésta no podrá conocer la existencia de estas realidades, sino solo tomarlas como ‘postulados’. Kant llevó a cabo este cambio de rumbo por esta razón: ‘Tuve que poner límites a la razón para dar paso a la fe’. Pero se trata de una ‘fe fiducial’ (fideísmo). Así, pasó de su metafísica (teoría del conocimiento) a su ética.