LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. La creación

4.1. La creación corpórea y el tiempo. El hombre percibe a Dios como lo inmutable, por oposi­ción a las contingencias del mundo físico. Es justamente esta percepción del cambio constante de lo creado lo que reclama la existencia de un fundamento inmutable y eterno que dé razón de ello. No se encuentra ninguna criatura que pueda dar razón de su propio existir. Por eso todas han sido hechas por Dios en su ser, y esto es lo que se llama crear. Elementos fundamentales de la generación corpórea son la materia, el tiempo y las formas eternas: La materia es lo no formado, pero no se identifica con la nada. Es la potencialidad, la capacidad de recibir una forma. No es potencialidad pura, sino que posee una cierta forma, sin la cual no se distinguiría de la nada: “la materia no precede a su forma” (De Gen. ad lit., I, 15). La materia es una potencialidad de recibir formas, y así hace posible el cambio y, por tanto, el tiempo. La materia agustiniana (hyle) es tiempo, pero no extensión, porque el tiempo es común a todo el cosmos, incluidas las criaturas espirituales que no tienen extensión, pero sí tiempo. La acción creadora no se ha podido realizar sucesiva­mente dado que Dios es inmutable y eterno. Ha creado todas las cosas de una vez a partir de las ideas arquetípicas de todo lo posible que contiene en sí. La pre­gunta por el momento de la creación no tiene sentido, por­que el tiempo es creado junto con ella, ya que el tiempo es criatura, no el período en el que se inserta el momento creador de Dios. Es ley interna de las cosas creadas; no medida exterior, sino interior de lo mudable.

4.2. Las razones eternas y las razones seminales. Todo ha sido creado desde el origen, también los seres futuros, en forma de gérmenes (‘rationes seminales’) que se desarrollan a lo largo del tiempo de acuerdo con las leyes que Dios ha establecido. Las razones seminales son las formas de todo lo creado, y recapitulan en sí todo el posible bien del universo. El que Dios conozca todas las cosas en sí, sin necesidad de mirar fuera y desde toda la eternidad, es que todas tienen su modelo en las ideas divinas que son ejemplares de las cosas: de las existentes, de las que se han hecho, de las que se harán y de las que pueden ser hechas pero nunca lo serán. Las razones seminales son, por tanto, el correlato creado de las razones eternas que están en la mente divina, y van desarrollando en el tiempo todas las virtuali­dades que contienen ya desde el principio. Así explica la sucesión de días en el relato del Génesis sobre la creación.