LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. La historia y la poesía

4.1. Origen.

Las grandes culturas antiguas recurrieron a guardar su historia en tablillas y otros útiles de piedra, madera o cerámica. Los testimonios poéticos escritos que se conservan fueron posteriores (i.e. los salmos en el Antiguo Testamento, las poesías griegas de Safos). 

4.2. Descripción.

Son dos modos de saber prácticos que ponen el fundamento en los hechos y dichos, y el destino en la mejora humana.

a) La historia. Estudia los dichos y los hechos pasados, pero no en sí mismos (así los estudia la Teoría de la cultura), sino en el engarce temporal de unos con otros, es decir, en el cauce de los mismos. La historia es la situación temporal en la que se halla cada persona que aparece en este mundo. Su método de estudio es la hermenéutica.

El sujeto de la historia es el encadenamiento de las acciones libres de las personas –comienzos discontinuos– en la medida en que responden libremente a la providencia divina, pues el primer protagonista de la historia es Dios. Si se desconoce la providencia divina, no se puede considerar que la historia sea una ciencia humanística (como le sucedió a Aristóteles).

b) La poesía. Es el modo de saber práctico –su intención es creativa, es canto, aunque esta intención no tiene un sentido factivo terminal– que pone el fundamento y el destino en el fondo último de lo real, con el que intenta comunicarse.

4.3. Medio.

Historia y poesía usan del lenguaje. La primera, del épico. La segunda, del simbólico. El lenguaje es la realidad sensible superior; como hay muchos niveles lingüísticos en el hombre, y la poesía usa el superior, es saber superior a otros que usan niveles inferiores de lenguaje, como por ejemplo, el derecho. Por lo mismo, la poesía es superior a las otras bellas artes: la arquitectura, escultura y pintura. La distinción con la música es que ésta remite a sentimientos, que son particulares, mientras que el lenguaje remite a ideas, que son universales.

4.4. Distinciones.

En cuanto a las distinciones entre la poesía, la historia y la filosofía:

a) De la historia. La poesía es superior a la historia porque no necesariamente versa sobre el pasado.

b) De la filosofía. La poesía suele ser inferior a la filosofía, porque en la poesía el sujeto sale de sí y se deja arrebatar por lo real; en la filosofía, en cambio, el sujeto se reconcentra en sí y eleva a su nivel lo real comprendido. La poesía puede ser filosofía si en la poesía el sujeto está enteramente comprometido con la búsqueda verdad del fondo de lo real y su fin no es práctico (social, ideológico, pongamos por caso), independientemente de la forma literaria empleada.

La poesía usa el nivel superior del lenguaje: el simbólico; por eso es más remitente, y por tanto, superior, más significativa, que los demás saberes que usan otros niveles lingüísticos. La filosofía sabe que superiores a los símbolos lingüísticos existen otros niveles de conocimiento, y si los usa, es superior a la poesía. Los pensadores clásicos medievales distinguían entre ambas por sus diversos objetos propios: el ‘verum’ para la filosofía y al ‘pulchrum’ para la poesía, y sostenían que el segundo no cabe sin el primero; tampoco sin el ‘bonum’, pues estaríamos ante una belleza aparente y nociva. La poesía sigue no sólo a la razón, sino también a la voluntad.