LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. Teoría del conocimiento

3.1. La teoría clásica del conocimiento: El acto de conocer forma un objeto intencional respecto de lo real. Recuérdese que, según la teoría del conocimiento aristotélica –que siguió Tomás de Aquino–, en el conocer de la razón hay que distinguir entre el acto de conocer y el objeto conocido como tal, es decir, como pensado, siendo el acto el que, al ejercerse, forma o presenta el objeto conocido en cuanto que conocido, el cual es pura y enteramente intencional o remitente respecto de lo real físico de donde tal objeto se ha abstraído, después de que haya pasado por los sentidos externos e internos. El acto de pensar y el objeto pensado son simultáneos; no cabe el uno sin el otro, siendo uno una realidad peculiar –un acto–, mientras que el otro es una idealidad –un objeto pensado–. Por eso, conocer es acto (sin movimiento ni espacio-tiempo: si se conoce, ya se tiene lo conocido) y lo conocido no es un invento, sino que se ajusta enteramente a lo real. Pues bien, esta teoría que responde al modo de ser del conocer racional humano sufre un vuelco interpretativo con Escoto.

3.2. La interpretación de Escoto: La potencia intelectual y el objeto real son causas del acto de conocer. Téngase en cuenta que ‘potencia’ aquí indica ‘facultad’; por tanto, designa a la inteligencia. ‘Objeto’ es palabra que tenía varios significados en la Edad Media, pues podía referirse o bien a una realidad física, o bien a una idea pensada. Pero para Escoto el objeto es exclusivamente la realidad física. De modo que explica el acto de conocer (operación inmanente) de la razón como efecto de la unión de dos causas reales, las cuales no actúan por igual, sino guardando el orden de lo subordinado y lo principal: una, la subordinada, es una realidad física, a la que llama ‘objeto’; otra, la principal, es una realidad inmaterial, la ‘facultad’ de la razón. Nótese que Escoto no habla de ‘objeto conocido como tal’. Por tanto, sin éste, no le queda más remedio que sostener que lo intencional o remitente a lo real es el mismo acto. Según esta mentalidad, el ‘objeto real’ no solo es previo al acto de conocer, sino que el acto inmaterial es efecto del objeto real y de la facultad de la razón: como es efecto de lo físico se parece a lo físico; como es efecto de la razón se parece a ella.

3.3. Abstracción e intuición. Recuérdese que los pensadores precedentes afirmaron que el conocimiento de los sentidos y el racional es abstractivo, pues cada acto presenta o forma un objeto conocido que es ‘aspectualmente’ referente a la realidad. En cambio relegaron el conocimiento intuitivo para los niveles superiores del conocimiento humano. Escoto distingue estos dos tipos de ‘actos’ de conocer, pero los entiende de modo distinto.

a) Abstracción. Es el conocimiento del objeto real abstrayendo de su existencia actual, tal como lo conocen los sentidos internos, por ejemplo, la imaginación. Escoto es consciente de que la razón tiene abstractos, ‘conceptos universales’ dice él. Más aún, de ellos afirma que la razón los tiene antes de que el acto de conocer racional los conozca. ¿De dónde proceden esos universales? Proceden concausalmente de la imaginación (causa secundaria) y del intelecto agente (causa principal), los cuales ejercen una acción real sobre el intelecto posible, acción que tiene como efecto las ‘especies inteligibles’ en él. ¿Cómo causan el acto de conocer de la razón? Al igual que los objetos físicos junto con la facultad de la inteligencia concausan el acto racional, así, las especies inteligibles estimulan conjuntamente con el intelecto agente a la razón a ejercer el acto de conocer. Respecto de esa acción del intelecto agente el posible es pasivo. El acto que media entre el intelecto agente y la especie es el primero. A éste sigue el acto segundo, el que media entre la especie y el entendimiento posible.

b) Intuición. Es el conocimiento del objeto real en su existencia actual, tal como lo conocen los sentidos externos, por ejemplo, la vista. Este es superior al anterior.

En ambos casos, para Escoto, es el mismo acto –no el objeto conocido como tal– el que se relaciona realmente con la realidad física. La inteligencia tiene los dos tipos de conocimiento: abstractivo, si prescinde de la existencia, intuitivo, si se refiere ella; pero este segundo se da por vinculación a la voluntad.

3.4. Razón teórica y razón práctica. Téngase en cuenta que Aristóteles y Tomás de Aquino, entre otros, distinguieron dos tipos de conocimiento: el teórico y el práctico. Del  objeto del primero dijeron que es la verdad necesaria; del segundo, que es la verosimilitud, lo probable, contingente, lo que subyace bajo nuestro poder, es decir, lo que podemos hacer, construir, modificar, lo que es más o menos bueno. Los filósofos clásicos admitieron que el primer tipo de conocimiento es superior al segundo. En efecto, los pensadores precedentes admitieron que los dos tipos de conocer se distinguen porque tienen actos y hábitos diversos. Afirmaron que los actos del primero son más cognoscitivos que los del segundo porque topan con la verdad evidente. A su vez, defendieron que los hábitos del primero (ej. ciencia) son superiores a los del segundo (ej. prudencia) porque, dada la claridad del tema, se adquieren con un solo acto y de una vez por todas; además no se pueden perder nunca. En cambio, los de la razón práctica son graduales en claridad, pero nunca topan con la evidencia, se adquieren con repetición de actos sin lograrse nunca de modo completo y, además, se pueden perder.

En cambio, Escoto defiende que el conocimiento práctico es superior al teórico, porque lo considera posterior al teórico y vinculado a la voluntad y sostiene que ésta es superior a la inteligencia. Afirma que la praxis es propia de la voluntad ‘praxis non est nisi actus voluntatis’. No es que el conocimiento práctico sea un acto de la voluntad, pero como se vincula a ésta es superior al conocer teórico. De acuerdo con esto Escoto sostuvo que la teología es ciencia práctica.

3.5. Intelecto agente y posible. Recuérdese que para el Estagirita –el descubridor del intelecto agente– el conocer superior humano está conformado por dos intelectos realmente distintos e irreductibles, siendo el primero superior al segundo: uno es acto nativamente, el intelecto agente, y otro es nativamente pasivo –tabula rasa–, el intelecto posible o paciente. En cambio, Escoto sostuvo que entre ambos intelectos sólo media una mera distinción ‘formal’ o ‘de razón’: “el intelecto agente y el posible ‘idem sunt in re, differunt tamen ratione vel officiis’, porque el intelecto, en cuanto que educe el acto de entender se llama agente, y en cuanto que recibe la intelección se llama posible”. Ésta –tan breve como demoledora– es la afirmación escotista capital que traerá una larguísima estela a lo largo de la historia de la filosofía posterior, pues es la que más se ha defendido hasta nuestros días y en la actualidad.