LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. Tesis kierkegaardianas a tener en cuenta

La filosofía de Kierkegaard es fundamentalmente antropología. A resultas del modelo dialéctico hegeliano, Kierkegaard describió la existencia humana según tres ‘estadios’ o periodos por lo que atraviesa, lo cual es en buena media autobiográfico: 1º) ‘El estadio estético’, en el que el individuo humano es inmaduro y va a la caza de placeres buscando diversas combinatorias entre ellos. 2º) ‘El estadio ético’, en que el individuo humano se torna maduro y responsable y dota de sentido racional universal a su familia, trabajo, y diversas actividades. 3º) ‘El estadio religioso’, en el que el hombre salta a la fe sobrenatural para poder seguir su propia vocación individual, de la cual no se puede alcanzar su sentido de modo racional o natural, sino solo aceptarla por una fe sobrenatural privada de luz cognoscitiva, ‘quia absurdum’, fiducial por tanto, porque tal vocación irrepetible depende en exclusiva de la voluntad divina. Como es claro, en este esquema Hegel estaría en el segundo estadio, y en consecuencia, habría que dar a oscuras el salto al tercero, porque la existencia de cada ‘individuo’ es inexplicable desde la lógica universal del sistema hegeliano. Por tanto, estamos también ante la crítica al tercer momento de la dialéctica hegeliana.

Teniendo en cuenta las descripciones kierkegaardianas de esos tres periodos hay que indicar que de su antropología se pueden destacar estos cinco aspectos certeros:

4.1. El fin ético y religioso de su estética. Kierkegaard tanteó diversos caminos para acceder a la realidad humana. 1º) El de la ‘estética’, con tres manifestaciones culturales: a) el de la práctica lingüística de la ironía; b) el de la música, mediante la cual el sujeto capta el amor; c) el de la tragedia, en la que el individuo se pregunta por el sentido de su propia existencia. 2º) La ‘ética’ en la que describe los afectos negativos del espíritu: la pena, el tedio, la angustia y la desesperación. 3º) La ‘religión’, encuadrada en el matrimonio, pues en éste el sujeto descubre la propia remitencia y la de la persona amada al Creador.

4.2. La crítica del conocer objetivo, la defensa del subjetivo y la hegemonía de la voluntad.

a) Crítica al conocimiento objetivo. Kierkegaard llevó a cabo una drástica crítica a este modo de conocer, es decir, al conocer racional que forma ideas al conocer. Lo hizo por su visceral rechazo del ‘sistema hegeliano’, el cual empleó este método, y también por considerar el conocer objetivo como improcedente para conocer al propio sujeto. Esto es correcto, pues uno no se puede conocer formando ideas de sí, ya que la idea del sujeto no es el sujeto (el yo pensado no es el yo pensante). En rigor, desveló que la pretensión hegeliana de lograr la identidad entre el sujeto pensante y el objeto pensado es inane.

b) Defensa del conocimiento Kierkegaard defendió ese modo de conocer mediante el cual el sujeto sabe que existe y que él es superior a todo conocer objetivo. También esto es acertado.

c) Hegemonía de la voluntad sobre la razón. Kierkegaard también acertó en advertir que la voluntad es superior a la inteligencia, al menos por dos motivos: uno, porque puede someter bajo la duda cualquiera de los conocimientos de la razón; otro, porque la voluntad está más unida al sujeto que la inteligencia.

4.3. La libertad como distinta del libre albedrío. Kierkegaard vinculó la libertad a la voluntad, no a la razón. Para él la libertad es decisión. Dijo que la libertad es irreductible al ‘libre albedrío’, noción clásica con que la filosofía griega, medieval y moderna caracterizaba mayoritariamente la libertad y la entendía como dominio sobre nuestros actos. También esto es certero. Para el pensador danés la clave de la liberad es ‘decidirse’ por Dios.

4.4. La primacía del amor. El amor, según Kierkegaard, es la dimensión humana superior. En esto acierta de pleno. También en admitir diversos niveles jerárquicos de amor: el amor al prójimo, el matrimonial y el divino. Si éstos verdaderamente se dan en un sujeto, añade, se manifiestan necesariamente en obras, lo cual constituye otro gran acierto del pensador danés y lo que conforma su mayor oposición a Lutero. No admitió, en cambio, que el amor sea un ‘trascendental personal’, es decir, una perfección pura de la intimidad humana, lo cual supone un déficit en el alcance de su antropología.

4.5. El hombre como relación a Dios. Para Kierkegaard, ‘Dios está solamente en el interior’ del hombre. En esto resuena la cadencia agustiniana de que ‘Dios es más íntimo a uno que uno a sí mismo’. Esto es un indudable acierto, pues permite acceder al ser divino a través de la intimidad humana de un modo superior al que permiten las pruebas metafísicas que demuestran la existencia de Dios partiendo del cosmos (pruebas que, lastimosamente, Kierkegaard desechó). Ahora bien, si se pregunta si Kierkegaard admite que la relación personal del hombre con Dios es natural en el ser humano, o más bien si es exclusivamente sobrenatural, favorecida únicamente por el don divino de la fe, hay que responder que niega lo primero y afirma lo segundo. Además, entendió la fe como certeza subjetiva más que como conocimiento personal de temas divinos. En efecto, para él no se puede hablar, en sentido fuerte, de conocer verdadero al abrirse a la divinidad. Se trata, pues, de la fe fiducial luterana. El interpretar la fe como carencia noética se debe a que Kierkegaard admite que tal fe está vinculada a la voluntad, no a la inteligencia. Por eso la describe con el modo de ejercitarse propio de dicha facultad, a saber, la elección o decisión.