LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

9. Revisión crítica

Dividiendo la crítica en diversos campos temáticos a los que se ha hecho referencia en las exposiciones precedentes, expresándola sintéticamente (pues la explicación exhaustiva de cada punto daría para un extenso tratado), y atendiendo a las obras más representativas del autor, cabe indicar por orden (porque de las tesis kantianas de la primera Crítica surgen las demás) lo siguiente:

9.1. A la teoría kantiana del conocimiento. De la Crítica de la razón pura cabe decir que es una interpretación fisicalista (Kant interpreta hilemórficamente la relación categoría-fenómeno) del conocer humano, y que, por tanto, conculca todos los axiomas de la teoría del conocimiento humano, a saber: 1º) ‘El conocimiento es acto’, porque su explicación del conocer humano es constructivista, ya que como considera que los sentidos son pasivos y la razón espontánea, la unión entre ambos es un movimiento transitivo, no un acto. Por eso supone el objeto pensado al margen del acto de pensar, al cual desconoce, y vincula los objetos al yo. 2º) ‘No hay objeto sin operación’, porque, por ejemplo, considera que caben conoceres ‘ciegos’, i.e., categorías sin objetos. 3º) ‘El objeto es intencional’, porque desconoce, sin más, la intencionalidad del objeto conocido (especie expresa) a todo nivel. 4º) ‘El objeto es formal si es precedido en el órgano por una especie impresa o retenida’, porque no distingue entre inmutación del órgano (especie impresa) y objeto conocido (especie expresa) en la sensibilidad. 5º) ‘La distinción entre objetos y operaciones es jerárquica’, porque dice que no es preferible el pensar a la intuición sensible; ya que afirma que todos los actos de la razón se pueden reducir a juicios; porque sostiene que las categorías son las formas del juicio, pero que las catego­rías son conceptos. 6º) ‘Las operaciones, los niveles cognoscitivos, son insustituibles, pero también unificables’, porque mezcla niveles al afirmar que los actos de la razón (categorías) conocen los objetos de la sensibilidad interna (fenómenos). 7º) ‘La inteligencia es operativamente infinita’, porque es obvio que Kant ata a la razón a los límites de la sensibilidad. 8º) ‘La inteligencia no es un principio fijo. Crece como tal merced a los hábitos adquiridos’, sencillamente porque Kant desconoce los hábitos adquiridos, su existencia, índole y sus tipos en cada una de las vías operativas de esta potencia. 9º) ‘Los hábitos innatos son superiores al conocimiento racional, son plurales y distintos jerárquicamente entre sí’, sencillamente porque Kant desconoce su existencia, índole y distinción. 10º) ‘El intelecto agente nativamente activo es el conocer natural humano superior’, por lo mismo, a saber, por completo desconocimiento; por eso afirma que la razón (potencia nativamente pasiva y no cognoscente) se activa ‘espontáneamente’, lo cual es injustificable.

A estas críticas gnoseológicas recientes, cabe añadir otras más clásicas que tienen implicaciones ‘metafísicas’: 1ª) Si solo conocemos el ‘fenómeno’ y no el noúmeno, la cosa en sí, la misma suposición de ésta es injustificable. Además, si se supone que el noúmeno es la mera cosa en sí, ésta no podría dar lugar ni siquiera a afecciones fenoménicas. 2ª) El espacio y el tiempo de los que habla Kant no son físicos, ni percibidos por los sentidos externos. Tampoco son la forma natural de la imaginación, sino ‘objetos’ imaginados, y éstos son adquiridos, es decir, en modo alguno formas ‘a priori’ de la imaginación, porque son objetos conocidos, y no hay objetos conocidos sin actos de conocerlos. 3ª) La actitud de atenencia de todo conocer al objeto conocido (máximo suponiéndolo fenoménico) es injustificable, porque con ella no se da cuenta ni del propio conocer, ya que lo conocido en modo alguno es el conocer, ni conoce al conocer. 4ª) Si se acepta dicha atenencia, tampoco el sujeto es cognoscible, pero si se da por supuesto, también esta suposición es injustificable. 5ª) Las categorías tienen fundamento ‘in re’ (a saber, las causas), pero no tienen un principio de deducción apriórica. 6ª) La división de facultades que traza Kant (sensibilidad, entendimiento, razón, juicio) en modo alguno es real, pues las facultades sensibles son plurales, tanto en los sentidos externos como en los internos, la razón es una única potencia, y los conoceres humanos superiores a ella en modo alguno dependen de una ‘potencia’. 7ª) Si para Kant lo pensable es posible y la conciencia es de la misma índole que lo pensable, será meramente posible. Pero de ser así, su teoría del conocimiento es solo posible, no real. La autocrítica es palmaria. 8º) El conocer racional para Kant es sintético, pero una síntesis es una comparación entre dos términos; sin embargo, todo acto de conocer humano conoce exclusivamente su tema, no a sí mismo, por tanto, no es ninguna comparación entre sí y su tema. 9ª) Para Kant las formas ‘a priori’ de la sensibilidad (espacio y tiempo) reciben afecciones, fenómenos, pero es imposible que las formas (especies expresas) reciban afecciones (inmutaciones o especies impresas) porque son inmateriales, no orgánicas. Las únicas formas ‘a priori’ son las que informan o vivifican a las facultades. Por lo demás admitir solo dos formas sensibles –espacio y tiempo– y verlas exclusivamente como imágenes es reductivo. 10ª) Ningún acto de conocer es reflexivo respecto de sí, pues de serlo sería indiscernible de su objeto conocido. Y ningún acto de conocer ‘pone’ nada, porque el objeto conocido no es un ‘efecto’ puesto por el acto de pensar. El conocer es ajeno al constructivismo, y la teoría del conocimiento no es una actividad práctico-productiva.

A título de ejemplo, pues aunque cabría desarrollar de modo ingente cada una de estas críticas, atendamos brevemente solo a una, por la consecuencia que tiene: la primera y más importante ‘antinomia’ kantiana versa sobre el espacio. De él dice que unos lo consideran finito y otros infinito y que no se puede saber si es lo uno o lo otro. Pero esto es falso porque Kant confunde o mezcla ‘espacios’, pues el espacio ‘físico’ es finito, mientras que el imaginado es infinito. Por lo mismo, la segunda antinomia que divide el espacio en partes finitas o infinitas es falsa, porque la división del espacio físico es finita, mientras que la del imaginado es infinita. Lo mismo acaece con el tiempo, pues el físico es cambiante, mientras que el imaginado es isocrónico. La confusión kantiana de planos es clara.

De las dos series de críticas cabe concluir que, en rigor, Kant no descubre como es el conocer humano, sino que ‘construye’ un modelo, pero con ello realiza un montaje completamente innecesario. Tal montaje tiene esta fundamentación de fondo: los objetos son hechos por una fuerza, por una espontaneidad ‘a priori’ (la noción de espontaneidad es la clave de la Crítica de la razón pura). Las síntesis ‘a priori’ son espontáneas (de lo contrario no son síntesis). El conocimiento para Kant es una espontaneidad a la búsqueda de la formalidad y del objeto pensable con ella; el objeto es pensable en cuanto referido a una condición posibilitante espontánea. Pero esto es, sin más, voluntarismo, no teoría del conocimiento.

9.2. A la metafísica kantiana. Resumamos en tres las críticas a la imposibilidad de la metafísica según Kant. 1ª) Si la conciencia trascendental es el ‘a priori’ fundamental de los fenómenos, sólo es cognoscible lo accidental de la física, siendo imposible la metafísica. Pero esta reducción responde a un defecto de la teoría del conocimiento de Kant, no al modo de conocer humano. 2ª) En modo alguno el ser (actus essendi) es la posición empírica de un noción pensada, pues ésta (la noción kantiana de ‘existencia’) equivale es una categoría de ‘lógica modal’ que responde a una extrapolación ilegítima del pensar generalizante a la realidad física. 3ª) Si el sujeto trascendental suscita el orden objetivo, el agnosticismo es ine­vitable, porque no por conocer la suscitación ni por suscitar se conoce el ser. En rigor, la concepción kantiana del sujeto conduce al agnosticismo metafísico.

9.3. A la antropología kantiana.

9.3.a) La antropología de la Crítica de la razón pura de Kant es susceptible estas rémoras: 1ª) El sujeto en modo alguno es la ‘unidad aperceptiva’, porque se es tan persona si se conoce racionalmente como si no. De lo contrario, sólo se sería persona al conocer según la ‘unidad aperceptiva’. 2ª) La persona humana no es una mera ‘condición de pensabilidad’, porque se es tan persona o más al margen de esa capacidad racional. 3ª) Para Kant la existencia solo añade al contenido pensado la ‘posición empírica’; trasladado esto al plano de la antropología, hay que decir que como sostiene que la existencia empírica no añade notas a la noción de hombre, no es real; en consecuencia, lo real no es la existencia fenoménica sino el yo nouménico, pero si éste se supone incognoscible, la antropología trascendental no sería posible como ciencia; pero como lo es, es más, es axiomática (en definitiva, lo axiomático es la persona), porque se pueden conocer sus axiomas, ergo… 4ª) El ‘yo pienso en general’ o unidad de conciencia respecto de la pluralidad de los objetos pensados no es real porque no piensa nada, ya que no cabe pensar en general; por tanto, tal yo es una ‘idea general’. Pero es absolutamente imposible que el sujeto sea una idea general, pues el sujeto ‘en general’ no es nadie: no es persona. 5ª) El sujeto para Kant es ‘fundamentante’ (del sujeto deduce Kant necesariamente las categorías). Pero el sujeto no funda necesariamente nada porque es libre. El fundamento es real extramental. 6ª) Kant saca el conocer del sujeto y lo doblega a sus intereses. Pero el conocer humano tiene una suficiencia intrínseca (conoce como conoce y no como el sujeto quiere que conozca), por lo que no requiere ser fundado –como la voluntad– por el sujeto. 7ª) Si las ideas de ‘mundo’, ‘alma’ y ‘Dios’ no derivan una de otra, y todas ellas derivan del yo, al que Kant asimila al alma, son injustificables las ideas de mundo y Dios, porque lo es la de alma. 8ª) Si la filosofía kantiana es una filosofía del sujeto, como declara que éste es incognoscible, tal filosofía, más que saber, es ignorancia: escepticismo. 9º) Para aquellos de sus intérpretes que hacen equivaler el yo kantiano al intelecto agente aristotélico (seguramente no saben lo que dicen), baste responder que el yo kantiano no es cognoscitivo, puesto que es voluntad, mientras que el intelecto agente aristotélico solo es acto cognoscitivo, raíz y culmen natural de todo conocer intelectual humano.

9.3.b) De la Crítica de la razón práctica surgen estas otras aporías antropológicas: 1ª) Si el sujeto es voluntad, es incognoscible, porque la voluntad no conoce. Pero como se sostiene cognoscitivamente que el sujeto es voluntad, la autocritica es manifiesta. Además, si es voluntad, no es nadie, porque la voluntad no es la persona humana sino de ella. 2ª) Si el yo es voluntad, ¿cómo justificar que del yo surge el conocimiento? 3ª) La intencionalidad de la voluntad es de alteridad. Por tanto, lejos de ser autónoma, lo mejor para ella es trascenderse, ir a lo superior a ella, porque solo así crece.

9.3.c) De La antropología desde el punto de vista pragmático también cabe ofrecer estos reparos: 1º) Para Kant el yo empírico no es más que un accidente de la especie, un añadido molesto por su tendencia al hedo­nismo y la cortedad de sus intereses. Esto manifiesta claramente que Kant desconoce la realidad que subyace bajo la noción de persona, la cual es superior a lo común del género humano. 2º) Para Kant el sujeto de la historia es la humanidad, no cada persona, hipótesis que merece el mismo reproche anterior, porque hipostasiar el género humano es perder la li­bertad personal. 3ª) Ser libre no es ser autónomo. Si la persona es relación personal, ser libre no es ser independiente, sino vincularse libremente a la persona que pueda elevar el propio ser personal, pues una libertad aislada (incluso de la felicidad, como postula Kant) no es personal, porque la persona humana no es un centro, ya que de serlo no podría crecer. 

9.4. A la religión kantiana. Aporías en este ámbito son:

9.4.a) De las Críticas kantianas: 1ª) En la Crítica de la razón pura Kant reduce todos los argumentos que tratan de la existencia de Dios al ‘ontológico’. Y como él sostiene que la existencia no es un predicado real (no añade ninguna nota a una noción pensada), sino que es la mera ‘posición’ empírica, que Dios exista significaría que fuese empírico, no nouménico, pero como no lo es, no sabemos nada de Dios. Como esto denota que Kant desconoce que sea el ‘ser’, es imposible que descubra a Dios como ‘ipsum esse’ y como ‘donatio essendi’. 2ª) Como en la primera Crítica Kant dice que no conocemos la esencia divina y por ello que no podemos demostrar su existencia, en la segunda Crítica Kant pone a Dios como ‘postulado’. Sin embargo, es claro que de esta manera tampoco conoce la esencia divina y su existencia. Por tanto, se afianza en su agnosticismo. Pero éste es injustificable porque equivale a volverle la espalda a la teoría del conocimiento humano. 3ª) Postular a Dios equivale a subordinarlo a la voluntad, a afrontarlo en su mismo nivel. En consecuencia, tal Dios no transciende el yo volente.

9.4.a) De La religión dentro de los límites de la mera razón: ni la religión natural ni la sobrenatural está en los límites de la razón porque: 1º) La religión natural, más que a la razón, implica a la persona, porque ésta (acto), no la razón (potencia tabula rasa), está abierta nativamente a Dios. 2º) La religión sobrenatural es la elevación de la persona –en concreto del conocer personal–, no de la razón.

9.5. A la ética. Se pueden establecer dos series de objeciones:

9.5.a) La Crítica de la razón práctica kantiana tiene al menos estas incoherencias básicas: 1ª) Admite que la voluntad es superior a la inteligencia, pero esa absolutización de la voluntad la justifica racionalmente, lo cual supone una autocrítica. 2ª) Afirma que la voluntad es previa a la inteligencia y espontánea, pero en modo alguno lo puede ser, porque nativamente es potencia pasiva y porque cuando se activa solo puede querer lo previamente conocido. 3ª) Sostener que la voluntad no tiende nativamente a un bien último es desconocer la índole de la voluntad. Sin esa tendencia no habría crecimiento de la voluntad según virtud. Por eso la ética kantiana es fijista. 4ª) La ética no se puede basar sólo en normas, ‘imperativo categórico’, porque éstas dicen relación a bienes mediales reales, y el adaptarse a ellos depende de la voluntad, la cual al hacerlo crece según virtudes. Además, el imperativo categórico kantiano ni siquiera es práctico, porque no manda en concreto lo que se ha de hacer (por eso de la ética kantiana deriva la ética formalista). 5ª) El factum moral kantiano equivale a defender la espontaneidad incondicionada de la voluntad separada de la razón y de lo empírico, pero, por lo mismo, es injustificable teóricamente. 6ª) Lo que precede provoca una separación drástica entre razón y voluntad que es perjudicial para la ética. 7ª) Para Kant la facultad según la cual es posible obrar por la representación de la ley es la voluntad. Y como para actuar así se exige la razón, resulta que la voluntad no es otra cosa que la razón práctica. Pero esta fusión es injustificable porque los locos ejercen su razón práctica sin ejercer actos voluntarios. 8ª) La voluntad no puede imperar porque imperar es conocer y la voluntad no conoce. Los medievales advirtieron que el acto del imperio sobre medios es el último de la razón práctica, el cual subyace bajo la prudencia. 9º) Kant desconoce el primer imperativo de la ley natural, hacer el bien, que lo es de un hábito noético innato superior a la voluntad: la sindéresis.

9.5.a) La Fundamentación de la metafísica de las costumbres gira, como la Crítica de la razón práctica, en torno a la libertad moral vinculada nativamente a la voluntad y tiene estas inconsistencias: 1ª) Se sostiene que la libertad es ‘causa’, pero la libertad no ‘causa’ nada; libertad y causalidad son incompatibles (‘causalidad libre’ equivale a ‘hierro de madera’, porque la causa requiere necesariamente un efecto). 2ª) No es lo mismo la voluntad como principio de acciones y como principio del imperativo categórico. Por eso en este libro Kant confiesa que es imposible determinar con absoluta certeza un solo caso en que se haya actuado exclusivamente en función de la representación del deber. Además, como para Kant la felicidad radica en atenerse al imperativo categórico que produce la voluntad, que se da a sí misma, y como la norma moral tiene en Kant un destino ulterior, a saber, merecer la felicidad en la vida futura, esta tesis es pelagiana. 3ª) Kant hace equivalentes voluntad y libertad, pero en modo alguno lo son. En efecto, nativamente la voluntad es una potencia pasiva carente de libertad, y la alcanza a tener cuando adquiere virtudes. Por tanto, hay que preguntar de donde le viene a  la voluntad la libertad de que nativamente carece.

9.6. A la política y estética. Caben dos series de objeciones:

9.6.a) A la política. De la visión política kantiana cabe decir: 1º) Si estima que la ‘voluntad general’ es necesariamente buena, a lo que deberá tender la voluntad de cada sujeto es a doblegarse y aceptar la voluntad general. Pero es obvio que la hipostatización de la voluntad general, de la humanidad, lleva consigo la pérdida de la libertad personal. 2ª) Para Kant esa subordinación será la liberación del pecado de cada sujeto: santidad secularizada. Sin embargo, es claro que la voluntad de la mayoría puede ser tan viciosa o más que la de cualquier sujeto. Con todo, no hay pecado social, pues todo pecado es personal.

9.6.b) A la estética. La Crítica del juicio de Kant adolece de estos defectos: 1º) Si la finalidad en Kant es ‘como si’, es decir, hipotética, o sea, no puede ser afirmada sino simplemente introducida como factor explicativo, y no se sabe si es real o no, ¿para qué se introduce?, ¿tiene sentido opinar por opinar? 2º) Como la vida orgánica la explica con tal finalidad, concebir la vida como una hipótesis es concebir otro ‘hierro de madera’, porque la vida es real, no una idea.

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En suma: Si la teoría del conocimiento kantiana es errónea en sus puntos centrales; si, derivadamente, desde ella no cabe metafísica, antropología y teología natural, y si asimismo, su ética, política y estética son reductivas debido a dicha gnoseología, cabe concluir que su filosofía, pese a su celebridad, es incorrecta. Si se pregunta por qué en rigor es así, la respuesta seguramente pasa por afirmar que Kant es un pensador voluntarista (pues defiende que el pensamiento es el orden de la posibilidad, mientras que la voluntad es del orden de la realidad), lo cual es de neto influjo luterano. En efecto, pone límites a la razón porque la supone inclinada a lo mundano (a través del espacio y tiempo), en rigor, al pecado. Para librarse de él, considera a la voluntad superior, santa, espontánea e independiente de la razón, sosteniendo que el imperativo categórico que ella produce la redime del pecado. Por eso vincula la fe a la voluntad, pero esto es fideísmo. Ahora bien, como la voluntad no es cognoscitiva, con ella no se hace filosofía, y si empuja a hacerla, sale una filosofía forzada e injustificable teóricamente, porque no descubre sino que construye. ¿Quiere esto decir que hay que empezar a hacer filosofía por una buena teoría del conocimiento? Se puede empezar o no por ella, pero es claro que toda filosofía reductiva contiene errores de base en teoría del conocimiento.

En cualquier caso, si se acepta la crítica kantiana, el conocimiento se confunde con un proceso físico y la verdad queda en entredicho, porque el yo se convierte en su juez. Pero ¿quién es el yo para dudar de la verdad? Nadie. ¿Qué resulta cuando el yo se erige en el juez de la verdad buscando su propia certeza? Escepticismo respecto del mundo, desconocimiento personal y agnosticismo respecto de Dios. En definitiva: uno puede preferir la filosofía kantiana a la realista, pero tal preferencia no justifica que quien la alberga sea filósofo, si es que la filosofía es, más que preferir la ignorancia, buscar la verdad. También por eso el idealismo posterior –en especial el hegeliano (la verdad es el todo)– no se entiende sino como extremosa reacción frente al voluntarismo kantiano.