LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Siger de Brabante (1235-1284) y el averroísmo latino

7.1. Siger de Bravante. Este pensador y un grupo de maestros colegas suyos, reivindicaron en la Facultad de Artes de París una interpretación de Aristóteles autónoma respecto de la Revelación, es decir, una doctrina que no tuviese en cuenta las exigencias de la fe y de la teología cristiana. Tras varios años de incubación, esta enseñanza saltó a la palestra alrededor de 1270. Siguió la interpretación averroísta de Aristóteles. Entre sus obras están: Sententia super Quartum Meteorum, Quaestionnes in Physicam, Tractatus de aeternitare mundi, Quaestionnes in tertium de anima, Quaestiones super Metaphysicam, De anima intellectiva, Quæstiones morales y Quaestiones super librum de causis.

a) Mundo. Es ‘ab aeterno’.

b) Hombre. El alma no es ‘forma del cuerpo’, porque es una para todos los hombres; se une accidentalmente a ellos, y cuando se separa de un cuerpo se uno a otro. El hombre es enteramente pasivo respecto de esa alma (Intelecto agente). Por tanto, se niega el mérito particular de cada quien, pues si hay un solo intelecto para todos los hombres, y algún hombre (como Pedro, Pablo, etc.) se ha salvado, los demás se salvarán inexorablemente; en consecuencia, nadie precisaría expiar sus propias faltas. Con ello se negaba también la retribución y la condenación eterna. De modo que las buenas y malas acciones ya tendrían en sí mismas el premio o el castigo, y en eso consistiría la felicidad. Con esta negación de la libertad humana peligraba el orden moral y religioso.

c) Dios. Es el Intelecto agente, uno para todos los hombres, como el sol para los colores. Es únicamente por su operación por lo que el intelecto está unido a los individuos, y es la sola intelección la que es multiplicada y diversificada. No hay providencia divina.

7.2. El averroísmo latino. La estela de Siger fue seguida por Boecio de Dacia, compañero de la misma Facultad (fl 1270). Otros averroístas de finales del siglo XIII fueron Bernardo de Nivelles (¿-1283), Juan de Sicca Villa o Juan Dritonus –de Dry Town– (¿-1295), que fue maestro y rector de la Facultad de Artes de París hacia 1256. De influjo averroísta también se puede mencionar en la segunda mitad del siglo XIII a Isaac Albalag (¿-1250). La primera reacción eclesiástica contra este movimiento la llevó a cabo el obispo de París, Esteban Tempier, en 1270. Con todo, fue en 1277 cuando esta autoridad eclesiástica condenó 219 tesis, la mayor parte de las cuales se refieren al naturalismo árabe, y por tanto, al averroísmo. Este averroísmo latino incluía en su seno 25 tesis avicenianas. Otras tesis condenadas pertenecían, en cambio, al aristotelismo. Tras estas condenas, es comprensible que los comentarios al De anima de Aristóteles fuesen anónimos a fines de siglo XIII, pues el parecer averroísta en esa época era común ‘opinio quorundan theologizantium’.

En efecto, entre 1270 y 1275 se fecha un comentario anónimo al tratado De Anima de Aristóteles de corte averroísta. Entre 1268 y 1299 se data otro que es más aviceniano que averroísta, porque se habla en él del intelecto agente como equivalente a una ‘sustancia separada’, negando explícitamente la identificación del intelecto agente con Dios. Otros escritos averroístas de la época son unos comentarios a la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Otro texto anónimo de índole averroísta es el Anonymi quaestiones in libros I et II De anima de Oxford, y otro es el Anonymi magistri artium (1246-7) Sentencia super II et III De anima que identifica intelecto agente y posible, y los toma como una sustancia separada. Las anónimas Quaestiones super librum De anima de Siena, es averroísta porque habla del intelecto separado que conoce todas las cosas de las que tiene ideas ejemplares, pero que tal intelecto se une a nosotros –al intelecto ‘material’ en terminología averroísta– conoce a través de la imaginación a partir del dato sensible.

No obstante, a fines del siglo XIII también surgieron autores que se dedicaron a corregir esta peculiar lectura árabe de Aristóteles. Así, Witelo fue corrector de Avicena, y Thomas Wylton, de Averroes. Tanto Guillermo de Auvernia como San Alberto Magno y, sobre todo, Tomás de Aquino se opusieron al averroísmo latino. Pero no fueron los únicos. Lo mismo hicieron Duns Escoto, Ramón LLull y multitud de pensadores relevantes. Esta segunda fue la oposición liderada por los filósofos.