LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

1. ¿Espiritualismo o voluntarismo de M. Blondel?

A la filosofía de Blondel se la encuadrado dentro del ‘espiritualismo’ (sus últimas obras son de neta espiritualidad cristiana), y también se la ha llamado ‘filosofía de la acción’. Es ‘espiritualismo’ en la medida en que defiende la espiritualidad del ser humano y divino, y es ‘filosofía de la acción’ en la medida en que pone el centro de atención en la acción. Pero hay en ella un neto voluntarismo que supone un rechazo de la filosofía hegeliana y un retorno a la kantiana.

1.1. Vida y obra. Nació en Dijon en 1861. Tras estudiar en el Liceo de su ciudad natal, se licenció en Letras y en Derecho. A los 20 años ingresó en L´École Normale Supérieure de París. Comenzó su magisterio a los 23 años, si bien defendió su tesis doctoral a los 32 en La Sorbona. Desde los 35 a los 66 impartió su enseñanza en Aix-en-Provence, donde murió en 1949 a sus 88 años. Leyó a San Agustín, San Buenaventura, Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz, Kant, Pascal, etc. Obras suyas relevantes, de cariz apologético, son: La acción, Pensamiento, El ser y los seres, La filosofía y el espíritu cristiano y Exigencias filosóficas del cristianismo. Fue de familia católica y practicó la fe durante toda su vida de laico.

1.2. Filosofía. Frente al inmanentismo reinante de cuño modernista (y de neto influjo kantiano), Blondel defendió que lo inmanente en el hombre implica lo trascendente, pero no lo sostuvo por medio del estudio del conocimiento humano (la intencionalidad del objeto conocido), sino por medio de la acción humana, centro de su filosofía, que tiene estos aspectos: a) Dialéctico. No se trata de una ‘dialéctica de la razón’, sino de una ‘dialéctica de la voluntad’ (aquí se ve su antihegelianismo). La voluntad es un deseo irrestricto que contrasta con sus resultados limitados efectivos, lo cual le produce una constante insatisfacción, y busca la plenificación en Dios. b) Dinámico, pues se trata de una actividad que marcha en pos de una finalidad. c) Integrante, pues tiene o concepción sistémica del dinamismo humano, que integra la razón, la voluntad y el corazón. d) Voluntarista, porque la voluntad domina sobre el conocer, por eso el conocer que depende de ella se ve como intuitivo, afectivo, práctico, concreto, vital. En esto último se percibe su claro influjo kantiano: subordinación de la razón teórica a la práctica y de ésta a la voluntad.

La voluntad se manifiesta en la acción transitiva, en la que radica el centro de la vida humana. Que la acción sea manifestación de la voluntad lo indica Blondel en su misma descripción de la acción como ‘un sistema de movimientos espontáneos o queridos, una conmoción de todo el organismo, un empleo determinado de sus fuerzas vivas en vistas de un placer o un interés’. Y aunque añada que la acción es ‘una síntesis del querer, conocer y ser’, se nota que prima a la voluntad, porque dice que ‘de la voluntad más profunda procede todo el movimiento de su conocimiento y toda su actividad intelectual’. Más aún, si la voluntad va por delante de la inteligencia, el conocer de ésta deja de ser ‘acto’ y se concibe como una forma de acción (‘tendencia’, ‘dinamismo’, ‘anhelo’, ‘deseo’, ‘certeza’). Se ve claro, por tanto, que la raíz de la acción está en la voluntad (por lo que cabe hablar de ‘acción voluntaria’), y que del querer de ésta depende el conocer y la ciencia, la sensación, la moral y la misma sociedad.

En suma, Blondel concibe la voluntad humana como una realidad que, si bien es espiritual e inmanente, está abierta trascendentalmente sin restricción, pues su tendencia, aún sin saberlo, es la de alcanzar a Dios, con lo que pretende oponerse al inmanentismo moderno. El resto, por ejemplo, que distinga entre ‘voluntad volente’, impulso nativo hacia el fin último, y ‘voluntad querida’ o voluntad deliberada que se decide por algún bien concreto, es no solo secundario, sino una reformulación de las denominaciones medievales de ‘voluntas ut natura’ y ‘voluntas ut ratio’.