LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Cínicos

Fueron autores críticos respecto de las costumbres establecidas, cosmopolitas, de vida simple y placentera. El cinismo es una concepción anticultural y, además, negativa, reduccionista, del ser humano, pues sólo atiende a las necesidades biológicas del hombre, vividas incluso de modo grosero. El fundador fue Antístines de Atenas (444–365 a C.), y su principal exponente Diógenes de Sinope (413–324 a C.) de quien resumimos lo que sigue.

a) Mundo. Diógenes tomó como modelo de vida para sí a la naturaleza y a los animales.

b) Hombre. El grito de Diógenes a plena luz del día por las calles y plazas de Atenas con una linterna en la mano era: ‘¡busco al hombre!’, dando así a entender que buscaba, no las convenciones sociales, sino al hombre que vive de acuerdo con su naturaleza. Sin embargo, para este autor, ‘vivir según la naturaleza’ suponía el rechazo explícito de las conquistas culturales, considerando como inútil el saber adquirido de las distintas disciplinas, incluido el filosófico.

c) Dios. Admitió la existencia de Dios y rechazó el politeísmo.

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El desprecio a las adquisiciones sociales hasta conformar una revolución contra ellas se ha reeditado varias veces en la historia. En una de ellas, el marxismo, dio lugar a comportamientos inhumanos. Sajarov afirmaba que un pueblo traicionado por unos líderes instalados que se autodenominaban revolucionarios era un pueblo de cínicos, es decir, un pueblo que se limita a sobrevivir del modo más simple posible. La destrucción de la cultura precedente y el modo de vida sin virtud también fue propio del marxismo de Mao Tse-Tung. El cinismo provoca desconfianza e individualismo, y por tanto, imposibilita el bien común. No sólo pierde los bienes culturales, sino sobre todo los morales, porque las virtudes no se logran aisladamente.