LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

9. Balance

9.1. El monismo de Plotino. Se debe al prestigio de lo Uno. Por eso no dota al Uno de pensamiento, porque estima que el pensar siempre es dual: pensar-pensado. Tampoco de voluntad, porque es asimismo dual: querer-bien querido. Pero como es raro que el conocer derive del no conocer, estima que el Uno es un conocer peculiar. Como lo demás es emanación de lo Uno, se parece a lo Uno. Así, el alma es unidad ‘monon’ y el hombre es su alma. Pero la explicación del Uno y de lo real es aporética en Plotino, porque la realidad nunca en una, sino plural, tanto la superior, personal, como la inferior. No puede existir una única persona, ni increada ni creada, porque persona es relación personal. Tampoco puede existir una única realidad sensible, porque, por compuesta, no puede ser idéntica.

9.2. El degradacionismo de Plotino. La ontología de Plotino y la de los neoplatónicos se traza a modo de cascada en la que van perdiendo riqueza los elementos en la medida en que van emanando los inferiores de los superiores, pero en cuya escalera los inferiores tienen parte de la naturaleza de los superiores (teoría de la participación). Para paliar ese paulatino empobrecimiento se postula que al final todos los elementos deben volver al inicial. En efecto, como en algunos presocráticos, y siguiendo a Platón, los neoplatónicos parten del Uno, al que consideran perfecto y del que surge lo múltiple, a lo que consideran imperfecto.

9.3. El Uno más allá del Ser. Como estos pensadores suelen sostener que el Uno está más allá del Ser, y que de éste, a su vez, surge una realidad menor, la Inteligencia, de estos postulados surgen varios problemas: a) Si el Uno está más allá del ser, ¿es?, ¿qué es?, ¿la pura indeterminación o potencia? b) Si la Inteligencia es posterior e inferior al Uno, el Uno no puede ser inteligente, por tanto, ¿es torpe? c) Si la Inteligencia es posterior al Uno, ¿cómo puede surgir la Inteligencia de la falta de conocimiento? d) Si el Uno no se puede conocer y es inefable, ¿por qué se postula?

9.4. ‘Egresus y regresus’. La ontología del monismo, que admite una única realidad, requiere la degradación y la vuelta. ‘Egresus’ y ‘regresus’ son los dos momentos de la realidad. Esos dos momentos también los defenderá Hegel, solo que para éste el primero es alienación del Absoluto, y el segundo perfección. Es claro que esta visión de lo primero es incompatible con el Dios de Aristóteles y con el cristiano: a) Con el primero, porque éste es puro conocimiento. b) Con el segundo, porque éste es personal mientras que el uno es, obviamente, impersonal, porque Uno denota soledad y, persona es apertura personal a persona distinta. En efecto, si el Dios cristiano es amor, no puede ser ‘monopersonal’ porque el amor exige correspondencia al mismo nivel, no degradación hacia lo inferior. Consecuentemente, el Uno de Plotino se parece más al Dios impersonal de algunos filósofos modernos que al cristiano.

9.5. El problema de la transcendentalidad del uno. ¿Qué caracteriza en metafísica al neoplatonismo? El considerar que el ‘uno’ es trascendental. Pero si se acepta que lo es, se acepta a condición de que solo él lo sea, es decir, a costa de que no sean trascendentales el ‘ser’, la ‘verdad’, el ‘bien’ o la ‘belleza’, puesto que los considera distintos al ‘uno’ e inconvertibles con él –como Platón consideraba a cada una de las ‘ideas’ realmente distintas de las demás–. Si lo importante es lo uno, el resto, como distinto del uno, tiene que ser necesariamente inferior. Y si el uno está aislado, el problema de unir el resto con el uno es manifiesto –problema de Platón al unir las ideas con el Bien mediante la teoría de la participación–.

9.6. El problema del conocimiento objetivo. ¿Por qué se piensa así en el neoplatonismo? Por lo mismo que Platón consideró que las Ideas son separadas: porque está pensándolas con el ‘conocimiento objetivo’, con esos actos de pensar que se distinguen entre sí porque cada uno de ellos presenta una idea distinta, separada de las demás. Pero la realidad no es como las ideas, y para develar como es, no hay que conocerla formado ideas, sino por medio de otros niveles superiores del conocimiento humano.

9.7. Los trascendentales metafísicos. Frente al monismo, el realismo sostiene que los trascendentales se convierten, pero según este orden: primero el ser, segundo la verdad, tercero el bien, en cuarto lugar la belleza. Si se altera ese orden, ninguno de ellos es trascendental. Además, el uno solo es trascendental en Dios (que es la identidad), pues las demás realidades son compuestas y, por tanto, nunca son ‘uno’. 

9.8. ¿Creación o emanación? Frente al monismo el realismo no admite que la creación sea una emanación a modo de degradación ontológica. Tampoco que la elevación sea el ‘regresus’ a Dios del monismo, porque en éste se funde a la criatura con el Creador.

9.9. Influjo posterior. La mentalidad neoplatónica influyó en los pensadores árabes medievales Avicena y Averroes y en el judío Maimónides para quien tras la muerte el hombre se funde con Dios como una gota en el océano. Asimismo en algunos pensadores del Renacimiento y en otros modernos relevantes como Spinoza, Fichte, Hegel, Jaspers.