LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. La hermenéutica de H. G. Gadamer

Hermenéutica o interpretación es el ejercicio de la operatividad de la razón práctica. Aunque defender la razón práctica al margen de la teórica ya fue propio de Peirce en el siglo XIX (y del pragmatismo por él inaugurado), pensadores del siglo XX como Gadamer, Ricoeur, Ortega pusieron el énfasis en la razón práctica humana hasta defender que es superior a la teórica. Gadamer y Ricoeur dieron lugar a la hermenéutica; Ortega, al raciovitalismo. La vía operativa de la razón que usó Hegel, más que la teórica, es la formal, lógica o generalizante, la cual en modo alguno es la vía práctica de la razón. Por eso, también estos pensadores se oponen a Hegel. En efecto, el ceñirse a la vía de la razón práctica y sostener que es el modo más solvente de conocer constituye una neta oposición a Hegel, aunque obviamente no solo a él, sino también, por ejemplo, a Aristóteles y sus mejores comentadores medievales –ej. Tomás de Aquino–, quienes defendían la superioridad de la razón teórica sobre la práctica.

7.1. Vida y obra. Nació en Marburgo en 1900. Estudió en Breslavia y Marburgo. Se doctoró a los 22 años. Marchó a Friburgo a estudiar con Heidegger con quien trabó amistad; con la marcha de éste a Marburgo, Gadamer volvió a su ciudad natal, lugar en el que comenzó su magisterio a los 30 años. A partir de los 46 enseñó en la Universidad de Leipzig, en los 47 en Fráncfort, y a partir de los 49 en la de Heidelberg, donde murió en 2002. Leyó a Platón, Aristóteles, pero fundamentalmente a Kant, Hegel y a Heidegger. Su obra más relevante es Verdad y método, pero escribió otras como La dialéctica de Hegel y Hermenéutica, estética e historia. En Gadamer hay una cierta subordinación de Dios al hombre que en modo alguno es admisible.

7.2. ¿Verdad o verosimilitud? Gadamer sostiene que el método moderno de la ciencia experimental, que tiene por verdad solo lo que se puede ratificar experimentalmente, es reductivo, porque no toda realidad se puede someter a ese método, por ejemplo, la historia, el arte, la política, etc., en el fondo, los saberes humanísticos culturales, los cuales se conforman mediante el diálogo humano, porque el lenguaje es la primera forma cultural y la que rige las demás; más aún el lenguaje –según este autor– no sólo está por encima de todas las formas culturales, sino también por encima de los mismos hombres, los trasciende. Esto indica que, para él, el lenguaje es trascendental, es decir, una perfección equivalente a los trascendentales metafísicos clásicos –ser, verdad, bien, belleza–. Por tanto, si la hermenéutica es el conocer que se corresponde con el lenguaje, sustituye a la vieja metafísica. Ya que el lenguaje trasciende a los hombres, cuando éstos aparecen se insertan en una determinada tradición lingüística. Por eso parten de una cierta ‘precomprensión’ de lo real. Con todo, como la aceptación de esa tradición por parte de los hombres es libre, es susceptible de ser modificada por ellos. La tradición se cambia por medio de la hermenéutica dialógica en la que los interlocutores se perfeccionan unos a otros con lo que cada uno de ellos aporta para buscar un objetivo prudencial común. Este método se aplica sobre todo a textos, pero se ha aplicado no solo a la literatura, sino también al derecho, al arte e incluso a la teología. Nótese que tanto por el enunciado de su tesis central, como por los ejemplos y descripciones ofrecidos, estamos ante la operatividad práctica de la razón, la cual no tiene por objeto la verdad sino la verosimilitud.