LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

Introducción

Exponemos en este tema el pensamiento de estos cuatro autores, para hacer notar cómo estos filósofos se opusieron al racionalismo o al empirismo dominantes en su escenario europeo, así como a las teorías sociales vigentes. Pascal, en suelo continental (Francia) constituyó una reacción frente al racionalismo, lo cual se puede advertir a través de los dos botones de muestra que se expondrán brevemente a continuación y que han hecho célebre su filosofía: uno de ellos es la tesis de que ‘el corazón tiene sus razones que la razón no entiende’; el otro, el intento de dar razón de la ventaja que supone aceptar que Dios existe para la vida práctica presente y futura a través del ‘argumento de la apuesta’. Nótese que ni en uno ni en otro de estos dos temas domina la razón, sino la voluntad, con lo cual se nota a las claras que su reacción frente al racionalismo es de corte voluntarista.

Por su parte, Berkeley constituyó, en el propio suelo insular, una reacción frente al empirismo inglés. En efecto, él, más que negar la realidad física, defendió la verdad, olvidada por aquéllos, la cual en modo alguno es empírica, pues la realidad física no es verdad a menos que sea conocida. Se puede objetar que al ser conocida no deja de ser real, y que el conocer no le añade nada como real, pero no menos obvio es que sin conocer no hay verdad. ¿Qué han perdido los empiristas, viene a decir Berkeley? La verdad. No es poca pérdida. En esto acierta. Veremos al final en qué se equivoca.

Por otro lado, si bien se mira, Wolff es, en Alemania, la coronación del racionalismo que buscaba Descartes, y que lograron en buena mendida Spinoza y Leibniz, pues pretendió explicar todo de modo necesario. Por tanto, constituye la replica más esencialista al empirismo británico. En efecto, si el empirismo es un fenomenismo que niega toda esencia real, la filosofía wolffiana supone la logicización comunísima de la noción de ser. Atenderemos, por tanto, a este asunto de este autor, al que sólo se le suele conocer por la selección de las tres ideas más abarcantes –mundo, alma, Dios– que Kant tomó de él.

Rousseau, en fin, en suelo francés, constituyó, más que una reacción, una demolición tanto del racionalismo como de todo lo establecido social y religiosamente por el Antiguo Régimen, porque defendió un naturalismo craso frente a todo racionalismo y fideísmo y, asimismo, un pactismo en el orden social.