LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. La axiomatización de la metafísica

La metafísica es la disciplina filosófica que más prestigio ha tenido desde Aristóteles hasta hace varias décadas, época en que ha entrado en crisis. La raíz de su decaimiento se debe a lo que se puede llamar ‘actitud de totalidad metódico-temática’, es decir, que los diversos autores han postulado no sólo que cualquier tema es el propio de esta disciplina, sino también que se ejerce con cualquier nivel de conocimiento humano. Pero Polo indica que el nivel cognoscitivo propio de ella es el hábito de los primeros principios y que su tema distintivo son los primeros principios reales extramentales, es decir, los actos de ser no personales.

Si la metafísica estudia la realidad principial primera, el fundamento, es claro que los temas que no son fundamento de lo real no pueden ser temas suyos. Las realidades extramentales fundantes son Dios y el cosmos, es decir, el acto de ser divino, porque éste es creador, y el acto de ser del universo, en el que se fundan todas las realidades creadas no espirituales. Ambos fundamentos son necesarios. Estos son los axiomas de la metafísica.

7.1. Los temas. El tema de la metafísica es, por tanto dual: el acto de ser divino y el acto de ser cósmico. Al estudio del primero obedece la clásicamente de nominada teología natural, que advierte a Dios como acto puro o ser simple, aunque Polo prefiere designarle como Origen, porque precisamente debido a su simplicidad, se retrotrae a ser abarcado por nuestro conocer. Al estudio del segundo corresponde la clásicamente llamada ontología, la cual debe ser distinguida de la ‘filosofía de la naturaleza’, porque ésta estudia principios que no son primeros, sino segundos (las cuatro causas físicas) que conforman la ‘esencia’ del universo físico (no su ‘acto de ser’; recuérdese al respecto la ‘distinción real’ tomista). La dependencia del ser del universo respecto del ser divino es estudiada por el clásicamente llamado tratado de la creación.

7.2. El método. Los temas de la metafísica se conocen en un nivel cognoscitivo humano muy específico que es superior a la razón: el hábito innato de los primeros principios. Tales temas no se pueden alcanzar por el ejercicio de los actos y hábitos racionales. Si se intenta, se deforman, es decir, no se conocen como son; en rigor, no se conocen. Con ello Polo acepta el descubrimiento aristotélico referido a esta disciplina consistente en notar que Dios es su tema por antonomasia, y que éste es ‘acto puro’, a la par que acrisola la temática aristotélica, pues la realidad física intramundana no puede ser su temática. Asimismo, acepta el descubrimiento tomista de la distinción real actus essendi–essentia en lo creado, ya que en Dios no cabe esa distinción, pero precisando que solo el acto de ser de la realidad extramental, no su esencia, ni tampoco los actos de ser creados libres, son temas de la metafísica.