LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. El psicoanálisis de E. Freud

Psicoanálisis (literalmente, análisis de la psique) es la doctrina consistente en interpretar la psique, el alma. Su método consiste, como su nombre indica, en desintegrar la psique para curarla. Justo lo contrario de lo que es la psique: integración. Es, como otros, un movimiento de oposición a Hegel, pues Freud concibió la dialéctica hegeliana en clave humana vitalista y, más que voluntarista, pasional. La explicó de esta manera para criticar el tercer momento hegeliano:

a) Tesis: son las fuerzas instintivas del sujeto –a las que llama ‘el ello’–, que son ciegas y espontáneas, pues se desencadenan de suyo y se rigen por el impulso de placer.

b) Antítesis: la conciencia, –a la que llama ‘el ‘yo’–, que surge en el sujeto más tarde y pretende acallar el impulso de placer; además, a tal conciencia propia se añade la que se recibe por educación en la sociedad –a la que designó como ‘el super yo’–, con lo cual se hace más aguda la lucha entre la tesis y la antítesis.

c) Síntesis: es imposible, porque el impulso de placer y la conciencia son antagónicos e inaunables, pues si rige uno se acalla el otro. Freud propone como terapéutica acallar la voz de la conciencia y dejar rienda suelta al impulso de placer, lo cual –para un pensador clásico– equivale a negar o perder lo superior del hombre para hacer valer lo inferior en él.

Como buen antihegeliano, Freud rechazó todo sistema racional y se decantó por el voluntarismo pasional, cuya clave explicativa no es la razón teórica sino la hermenéutica de la razón práctica.

7.1. Vida y obra. De origen judío nació en Freiberg en 1856, pero se trasladó pronto a Viena. Se graduó en medicina a los 26 años y fue profesor de neuropatología a los 30 y contrajo matrimonio. Viajó a París para estudiar con Charcot. Vuelto a Viena, comenzó a desarrollar el psicoanálisis con un claro y radical pansexualismo que provocó primero su separación de Adler y Jung, y después la de Frankl. Con la persecución nazi huyó a Londres, donde murió a los 83 años. Sus obras mas conocidas son Tótem y tabú, Sobre el mecanismo psíquico del olvido, Interpretación de los sueños, Psicopatología de la vida cotidiana, e Introducción y esquema del Psicoanálisis. Aunque su teoría psicoanalítica se encuadra en la psicoterapia, tiene consecuencias filosóficas ineludibles debido a su visión del hombre (antropología que divide a los hombres en sanos y enfermos) y del mundo (cosmología) subyacentes.

7.2. Filosofía. El psicoanálisis no es más que la absolutización de un punto de vista, pues la hermenéutica freudiana se considera a sí misma la única válida, de modo que cualquier otra teoría, sea o no científica, debe ser reducida, interpretada, por el psicoanálisis (esto es dogmatismo). Quien no acepta el punto de vista del psicoanálisis es considerado paranoico (enfermo mental). Tal es quien admita la verdad, pues para Freud, ‘la verdad es, sin más, mera ilusión’. Sin embargo, es claro que esta tesis se contradice a sí misma, pues la teoría psicoanalítica se está tomando no sólo como una verdad sino como la única. Freud llevó el determinismo natural propio del evolucionismo al psiquismo, lo cual significa que cualquier acto consciente tiene una causa inconsciente que lo determina. Lo primero, superior y amplio en el hombre son los impulsos inconscientes y segundo, inferior, y escaso es la conciencia. Lo inconsciente es el principio de placer y de agresividad; lo consciente de principio de realidad. Freud justificó la existencia del inconsciente por tres pruebas:

a) La asociación posthipnótica, que consiste en hipnotizar a alguien y ordenarle la ejecución de una acción para cuando despierte. Tras despertarle, el que está sin recuerdo del estado hipnótico, ejecuta conscientemente el la antes acción ordenada.

b) La neurosis. En la histeria tienen lugar imágenes incons­cientes.

c) Las perturbaciones funcionales en personas normales (ej. olvido de nombres), que se dependen de asuntos inconscientes.

Freud describió el psiquismo humano según esta bipolaridad: 1º) El ‘ello’, que es incognoscible y activo, con dos impulsos, el de placer (eros, líbido) y de agresividad (thánatos). 2º) El ‘yo’ o principio de la realidad, que es consciente y censura los impulsos. De él deriva inconscientemente el ‘super-yo’, que justifica la represión del yo a los impulsos mediante el ‘ideal del yo’ (formado durante la infancia por los padres y la sociedad) y la ‘conciencia moral’ (formado por la condena de aquéllos). Dada la oposición entre el ‘ello’ y el ‘yo’ al que se añade el ‘super-yo’, la síntesis entra ambos es imposible. En consecuencia, la clave de la terapia psicoanalítica radica en eliminar la conciencia y dejar correr los impulsos, pues no habría conflicto si no faltase la satisfacción del placer. En rigor, radica en la desaparición del recuerdo, es decir, en eliminar la presencia del pasado. Como tal presencia es racional, este intento equivale a instalarse en una fase prerracional, la del tránsito de la pulsión, pues ésta, al margen de la razón es, según Freud, inocente, no responsable, pero lo es a consta de exigir la desaparición de la conciencia del yo, porque éste censura la pulsión, con lo que aparece la represión, con ella el conflicto, y con él la frustración de la pulsión, es decir, su dilación.