LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. El utilitarismo de J. Bentham y J. Stuart Mill

El utilitarismo es una corriente filosófica iniciada en la Inglaterra del siglo XIX, con acusada influencia del empirismo inglés, que se atiene al ‘principio de utilidad’, es decir, al interés (economicismo en el fondo), para dirimir lo valioso. Esto último fue defendido medio siglo antes por A. Smith. El economicismo es la emancipación de la economía respecto de la política y, en el fondo, también respecto de la persona humana. El utilitarismo político, como variante de este movimiento, se guía también por el principio de utilidad en lo social. La tesis del utilitarismo decimonónico es una crítica a Hegel, porque éste distinguía entre el único interés de la razón, y los intereses pragmáticos (los de la vida, sociedad civil, pasiones, etc.), que él llamaba inmediatos, todos los cuales no son racionales. Si para Hegel lo valioso es la verdad, para Bentham y Mill es lo útil.

2.1. J. Bentham. a) Vida y obra. Nació en Londres en 1748. Estudió Derecho en el Westminster College y en Oxford. Vivió de la herencia de su padre y se dedicó a escribir y a la política. A los 28 años publicó el Fragmento sobre el gobierno, que le hizo famoso. Tras esa obra aparecieron Defensa de la usura, Principios de moral y legislación, pero otras muchas solo se publicarían tras su muerte, entre ellas la principal, Deontología o ciencia de la moral. En ellas, y en su vida, defendió el liberalismo y el sufragio universal. Ya mayor, a los 76 años, fundó la revista ‘Wetminster Review’, para defender el utilitarismo. Promovió también el University College, base de la Universidad de Londres, para hacer frente a la mentalidad conservadora de las universidades de Cambridge y Oxford. Murió en 1832 con 84 años.

b) Filosofía. Se ciñe al ‘principio de utilidad’, que consiste en basar la moral, la economía, la política, etc. en el interés, es decir, en dotar de base empírica y medible a esas manifestaciones humanas (la afinidad con Comte es manifiesta), y como lo que se puede medir son los hechos, y éstos son de doble tipo, el placer y el dolor, la acción humana será buena según aumente el placer del individuo, y mala en la medida en que lo disminuya. A eso se añade el ‘principio de maximización’ que es la extensión de los placeres a la sociedad. Lo contrario es, para Bentham, ‘ascetismo’, que siempre es –según él– hipócrita, porque es contrario a la naturaleza humana, y puede ser de dos tipos: filosófico y teológico. Recuérdese que esta hipótesis es propia del viejo epicureísmo, pues éste consideraba que la felicidad reside en el placer. Téngase también en cuenta la crítica aristotélica ‘avant la lettre’ a esta hipótesis cuando en su Ética a Nicómaco indicó que si bien todo hombre desea por naturaleza la felicidad, sin embargo unos la ponen en los placeres, otros en los honores y otros en la virtud, y sólo estos últimos aciertan, porque solo la virtud mejora intrínsecamente al hombre. Por lo demás, es claro que la mentalidad de Bentham es muy distante del cristianismo.

2.2. J. Stuart Mill. a) Vida y obra. Fue hijo de James Mill, discípulo predilecto de Bentham, y ambos colaboradores en su revista. Nació en 1806 en Londres. Su padre se encargó como preceptor de su severa educación en las diversas áreas temáticas –menos en religión–, entre ellas la economía, en la que leyó a D. Ricardo, A. Smith, Locke, Hume, Bentham, Condillac, Comte, Hamilton, etc. Desde joven defendió el principio de utilidad y formó la Sociedad Utilitaria. Trabajó en la ‘Indian House’ y en actividades políticas hasta llegar a ser diputado de la Cámara de los Comunes. Se casó a los 45 años. Fundó la ‘London Review’. Murió en 1873 en Aviñón a sus 67 años. Su obra más relevante es Sistema de lógica raciocinativa e inductiva, aunque también cabe mencionar sus Ensayos sobre economía y sociedad, Principios de economía política, Sobre la libertad, El utilitarismo, etc.

b) Filosofía. Mill defiende un empirismo radical (en el que el influjo de Hume es palmario; y son asimismo acusadas la influencia del sensismo de Locke, el positivismo social de Comte y el asociacionismo de Hartley). Toda su filosofía se reduce a lógica inductiva (con un claro nominalismo de fondo), que no corona en inferencias universales, por lo que transforma la verdad de la ciencia en probabilidad (hipótesis). ¿Qué sostiene acerca de lo que no es experimentable: mundo, alma, Dios? Del mundo, que solo es verdad lo que se puede experimentar. Del alma, que es reducible al orden corporal. De Dios, tras negar todos los argumentos que intentan probar su existencia (salvo el del orden del universo, al que solo le concede valor de certeza subjetiva), que el ‘deísmo’ no es incompatible con la ciencia, pero que no es ciencia. Prescinde asimismo de toda religión sobrenatural o revelada, a pesar de que considera que tales religiones son buenas para la moral humana, y afirma que él prefiere seguir la religión de la humanidad enarbolada por Comte.