LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

5. Tesis kierkegaardianas revisables

De la antropología kierkegaardiana es corregible lo siguiente.

5.1. El existencialismo. El existencialismo es problemático porque no es realismo, sino que ocupa una posición intermedia entre el idealismo-nominalismo, por una parte, y el realismo, por otra. Kierkegaard no es ni realista ni nominalista y, obviamente, tampoco es idealista, sino existencialista. Su existencialismo es un intento de superar el nominalismo de cara a aceptar el realismo. ¿Lo logró? La respuesta es negativa, porque Kierkegaard es, sobre todo ‘fideísta’ debido a su comprensión del cristianismo y a su peculiar lectura de las Sagradas Escrituras y escritores cristianos. El fideísmo no es realismo, pues es propio del nominalismo, no al realismo. Kierkegaard alcanzó a saber por la revelación aspectos de la intimidad personal humana que negó a la razón y al conocer personal natural. Pero también en este punto se da en él una paradoja, pues pese a que los conoce por fe, afirma que la fe no es cognoscitiva.

Dado su influjo nominalista, describe a la persona como ‘individuo’, hasta el punto de que esta es la categoría más importante de su propuesta antropológica. En contraposición a él, toma al público como blanco de sus críticas. Una ventaja de la descripción kierkegaardiana del ‘singular’ es concebirlo como superior a lo general de los hombres. Pero una desventaja estriba en que le atribuye carácter aislado e incluso opuesto a lo universal. En consecuencia, declara que cada uno es completamente heterogéneo respecto del resto (también con referencia a Dios).

Para evitar el nominalismo, que defiende que el singular es inefable, Kierkegaard se esfuerza por describirlo existencialmente, es decir, biográficamente y, por encima de ello, se empeña en resaltar que tal sujeto se entiende sólo como una vocación sobrenatural divina. Pero éste ‘fideísmo’ de fondo comporta, además del aislamiento de cada persona, la confrontación entre la fe y la razón (entre lo sobrenatural y lo natural).

5.2. La reducción de la antropología a ética. Kierkegaard opuso el conocimiento ‘ético’ y ‘ético-religioso’ al conocimiento ‘científico’ y ‘filosófico’, por considerar que el primero es ‘subjetivo’, mientras que los otros son ‘objetivos’, es decir, propios de la razón, la cual –declara– no tiene alcance real sobre el sujeto. Kierkegaard no distinguió realmente entre antropología y ética porque su descripción de lo humano es existencial, biográfica, manifestativa, no trascendental, es decir, no centrada en el ‘acto de ser’ personal humano, sino exclusivamente en las manifestaciones de la ‘esencia’ del hombre, fundamentalmente en el obrar. Derivadamente, no pudo admitir que la ética tuviese carácter de ciencia, pues con ella sólo se puede dar cuenta de la propia conducta existencial humana, pero no de lo que sea bueno o malo para los demás de acuerdo con la naturaleza humana. Este reparo conlleva otro problema: el de dar cuenta de la intersubjetividad, con lo cual puso también en tela de juicio el carácter de ciencia de otras disciplinas humanísticas tales como la psicología o la sociología.

5.3) La sustitución del ‘acto de ser’ por la existencia. Kierkegaard describió al ‘individuo’ como una ‘síntesis de cuerpo, alma y espíritu’ en la que el espíritu es el encargado de poner la discordia entre el cuerpo y el alma para llegar a cumplir la vocación divina. También lo describió como una ‘síntesis de finito–infinito, temporal–eterno, necesidad–libertad’, esforzándose por indicar que más que importar del hombre lo que es, importa el ‘devenir’, es decir, que llegue a ser un ‘individuo’ distinto según el decreto divino para él.

El modelo tripartito de cuerpo, alma y espíritu es bíblico y, por ende, certero, si por alma se entiende lo que anima a las facultades orgánicas e inorgánicas, y por espíritu lo radical humano que no tiene como fin animar o vivificar dimensiones humanas inferiores, sino corresponderse personalmente con el Dios personal y desde él con las demás personas. Lo que precede implica aceptar en el hombre la distinción entre ‘naturaleza’ corpórea, ‘esencia’ y ‘acto de ser’. Sin embargo, la noción de ‘espíritu’ del pensador de Copenhague no designa al ‘acto de ser’ personal humano.

5.4. La fe versus la razón. Su oposición entre fe y razón es explícita a lo largo de toda su obra (empeño netamente luterano). Ya se ha indicado que su intento de plegar las velas de la razón para desplegar en exclusiva las de la fe sobrenatural da lugar a un fideísmo, el cual se puede resumir en tres tesis del autor: 1ª) ‘A Dios sólo se accede por fe’; 2ª) ‘La fe es opuesta a la razón’; 3ª) ‘Dios está detrás del absurdo’. Ahora bien, el fideísmo no es una concepción correcta acerca de la fe y de Dios. Además, la oposición entre fe y razón no es correcta al menos por tres motivos: 1º) Porque si la fe es contraria a la razón, como esta tesis no pertenece a la fe, pertenecerá a la razón, y, por ende, será contraria a tal fe, con lo cual Kierkegaard se contradice. 2º) Porque el pensador danés intenta justificar lo absurdo de la fe con argumentos racionales, lo cual es contradictorio. 3º) Porque si la fe es contraria a la razón, y se admite que esta tesis pertenece a la fe, tampoco esta afirmación será una verdad, sino un dato de fe; pero como Kierkegaard la toma implícitamente como verdadera, se vuelve a contradecir.

5.5. El conocimiento de sí exclusivamente sobrenatural. A Kierkegaard, más que importarle si el hombre conoce naturalmente su intimidad, y si puede acceder naturalmente a Dios desde ella, lo que le interesó era defender que al ser divino se accede por medio de la fe, que ese acceso es exclusivamente sobrenatural, y que sólo por revelación divina conocemos nuestra intimidad, nuestra vocación. Se puede concluir, por tanto, que, si Kierkegaard no considera innato al ‘conocer subjetivo’, sino adquirido por donación divina; por tanto, tal conocer no puede ser un ‘trascendental’ nativo de la persona humana. Además, si estima que la fe sobrenatural, don divino, es contraria al conocer natural, la fe sobrenatural no puede ser la elevación del conocer personal nativo. La verdad, en cambio, es la opuesta a ambas negaciones, como se revisará al final.