LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. San Agustín: semblanza

Nació en Tagaste (norte de África) de padre pagano y madre cristiana (Santa Mónica), quien le inició en el cristianismo. Se dedicó primero a la gramática y retórica. Tras su lectura del Hortensius de Cicerón, a sus 19 años, su vida fue una apasionada búsqueda de la verdad. Para ello ensayó diversos caminos que luego abandonó: maniqueísmo, escepticismo y neoplatonismo. Vivió en Milán con su madre y se convirtió al cristianismo a los 33 años gracias a ella y a San Ambrosio. Fundó una escuela en Roma, donde escribió contra los escépticos y maniqueos. Volvió a Tagaste, donde fundó un monasterio. Recibió las órdenes sacerdotal y episcopal y siguió escribiendo contra los errores ma­niqueo, donatista, pelagiano, prisciliano, arriano y pagano.

Escribió también grandes tratados teológicos: De Trinitate, De Genesi ad litteram, De Civitate Dei. En sus últimos años siguió escribiendo contra diversas herejías o errores contra la fe, así como distintos comentarios sobre la Biblia. Murió durante el asedio de los vándalos a la ciudad. Del incendio se salvaron la catedral y su biblioteca. Entre sus obras son célebres las Confesiones, un escrito autobiográfico en el que describe el proceso de su vida en torno a la búsqueda de la verdad, y el deseo de encontrar a Dios después de haberlo intentado a través de distintas escuelas filosóficas.

Como escritos más filosóficos se suelen considerar los Soliloquios, sobre el conocimiento; La vida feliz, sobre la felicidad humana; El libre albedrío, sobre la libertad y el origen del mal y La inmortalidad del alma. En ellos asombra la amplitud y profundidad.