LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Teoría del conocimiento

Hume se preguntó por el origen y clasificación de nuestras ideas. Respondió con una actitud fenomenista: no co­nocemos los objetos exteriores tal como son en sí, sino so­lamente nuestras percepciones, es decir, el fenómeno, lo que ‘aparece’ en los hechos de conciencia que experimentamos. Por ‘percepción’ entiende cualquier cosa que llegue a la mente por medio de los sentidos. ¿De dónde vienen las impresiones que recibimos en nuestros sentidos? Hume respondió a esta pregunta diciendo que recibimos las impresiones, pero desconocemos sus causas.

7.1. Impresiones e ideas. Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos géneros distintos: a) Las impresiones responden a las sensaciones actuales que afectan a nuestros sentidos externos y son percepciones intensas, fuertes y vivaces. b) Las ideas son representaciones inter­nas, débiles, pálidas, que afectan a los sentidos inter­nos y al entendimiento. Entre sentir y pensar, o entre impresiones e ideas, no existe más diferencia que el “grado de fuerza y vivacidad con que impresionan el espíritu y penetran en nuestro pen­samiento o conciencia”. No hay ideas innatas, porque todas nuestras ‘ideas’ provie­nen de las impresiones sensibles.

7.2. Experiencias simples y complejas: las leyes de asociación de ideas. Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o compuestas (complejas). La similitud en este punto con Locke es palmaria. a) Las ideas simples surgen al descomponer la percepción sensible. b) Las ideas complejas se constituyen por ‘asociación’ de las simples. La asociación de ideas se rige por tres reglas: 1ª) Semejanza y desemejanza. 2ª) Contigüidad espacio-tem­poral. 3ª) Relación de causa a efecto.

7.3. Memoria e imaginación. Las facultades que hacen reaparecer las impresiones en forma de ideas son la memoria y la imaginación. a) En la memoria las ideas conservan el orden y forma de las impresiones originales, por lo que conservan aún alguna fuerza y vivacidad. b) En la imaginación las ideas (imágenes) son más débiles y menos vivas; la imaginación combina ideas simples con cierta independencia de las impresiones de las que proceden, pero no puede escapar de la regulari­dad que le imponen las tres leyes de la asociación de ideas.

7.4. Crítica a la abstracción. Hume niega el conoci­miento según ideas universales por abstracción, pues sostiene que toda idea no es más que una imagen particular, desvaída, débil, proce­dente de las impresiones recibidas en la sensibilidad. Pero esa imagen particular puede tener una función universal de ‘representación’, en virtud de la cual podemos aplicarla a muchos individuos semejantes, aunque sean distintos. Las ideas univer­sales se forman por la ley de asociación, la costumbre y la tendencia evocadora (la memoria). Esto conduce a Hume a un progresivo escepticismo, pues sólo puede afirmar la existencia de unas primeras impre­siones fenoménicas, pero no puede ir más allá para conocer las sustancias externas, el yo interno, o el Dios trascendente.

7.5. Crítica de las ideas innatas. El hombre carece de ideas innatas, pues toda idea procede siempre de una impresión anterior de la que es copia. El entendimiento humano no tiene facultades propias y autónomas, pues solo es una función subsidiaria de los sentidos: la razón es sierva de los sentidos y de las pasiones.

7.6. División de las ciencias. Hume distingue 3 tipos de ciencia y de método: a) Las ciencias formales deductivas o acerca de relaciones en­tre ideas. Son más ciertas, ya que se ocupan de ‘relaciones entre ideas’ y se fundamentan en el principio de identidad, que para Hume es evidente. Sus proposi­ciones son tautológicas, pueden ser deducidas ‘a priori’ y tienen el carácter de necesidad. A este tipo de cien­cias pertenecen el álgebra, la aritmética y la geometría. b) Las ciencias naturales inductivas, o acerca de verdades de hecho. Se ocupan de ‘cuestiones de hecho’. Se basan en las relaciones espaciales y tempora­les, pero sólo tienen valor en la medida en que se limitan a las experiencias pasadas, pues nada garantiza que el porvenir deba ser idéntico al pasado. Lo contrario a cualquier cuestión de hecho es la probabili­dad. Así es la física. c) Las ciencias prácti­cas. Son ciencias que tratan cuestiones humanas de hecho. Pertenecen a esta clase la política, la estética, la economía, la historia, etc. La verdad de las proposicio­nes morales acerca de hechos se debe a la experien­cia sensible.