LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. Tiempo, historia y providencia

a) Tiempo. Se puede saber de modo natural que el cosmos es creado. Por tanto, que tiene un tiempo inicial, y si es claro que lo tiene también en su despliegue, cabe intuir que tenga un final temporal. Por tanto, el tiempo es de carácter histórico, lineal, proyectivo. Pero este saber es deuda del cristianismo, pues antes se consideraba que el tiempo era circular. El descubrimiento de la historia es cristiano y ofrece a la filosofía un innegable impulso.

b) Historia. El cristianismo ofreció una visión nueva de la historia. Ésta es una idea cristiana. Se opone a la de cosmos. Lo característico suyo es su signo direccional. En la historia existen novedades radicales: las personas. Los acontecimientos históricos son aquellos en los que se concreta el carácter novedoso de cada persona. Una persona no tiene, como tal, ni precedentes ni consecuentes, pues la libertad personal ofrece tal discontinuidad respecto de las demás, que puede seguir o conculcar lo realizado por las anteriores. Y es esa continuación o rectificación lo que conforma la historia. Sin persona no hay historia, lo cual indica que la persona no pertenece al cosmos ni sigue el tiempo cósmico, sino que cambia el universo y acelera o decelera su ritmo. Si son las personas humanas las que instauran la historia, es claro que el fin de ellas no puede ser la historia. Si las personas no culminan en el tiempo histórico, tampoco la historia puede culminar. Por tanto, la historia no es ni la maduración dialéctica del espíritu absoluto hegeliano hasta su presente histórico, ni el progreso indefinido, como postuló el liberalismo, ni la futurología marxista, sino la situación en la que se encuentra cada libertad personal humana que, por ser discontinua respecto de las demás, cambia la historia.

c) Providencia. Las libertades personales están asistidas por la providencia divina; por eso, la unidad de la historia es teológica y Dios es el primer protagonista de ella. Por tanto, pese a que las épocas de crisis humanas alternen con las de esplendor, Dios sabe sacar bienes de males.