LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. El tradicionalismo de L. De Bonald

El tradicionalismo es una corriente filosófica del siglo XIX, fundamentalmente francesa, que, frente a los movimientos revolucionarios y al racionalismo hegeliano, propugna una vuelta a los valores tradicionales, en especial, la defensa de la fe cristiana, pero descuidando su coherencia con la razón, por lo que estima que el único criterio de verdad es lo recibido por tradición. Su concepto de ‘tradición’ no es el propio del cristianismo. En este movimiento, además de al autor que resumiremos seguidamente, destacaron otros como J. De Maistre, Lammenais, D. Cortés, Bautain, Bonetty, etc. Su oposición al idealismo de Hegel es patente porque afirma que hay verdades, las humanas, que el idealismo no puede explicar, y por tanto, que éstas no son históricas, sino recibidas directamente de Dios desde el inicio de la creación del hombre.

6.1. L. De Bonald. a) Vida y obras. De familia noble, nació en Le Monna en 1754; estudió en el Colegio de Juilly y más tarde cursó jurisprudencia. Fue mosquetero. Se casó a los 31 años. Se dedicó a la política hasta que, a causa de la Revolución Francesa, emigró a sus 37 años a Alemania (donde permaneció 6); a la vuelta vivió oculto en París. A sus 61 años volvió a la política hasta los 76 edad en que se retiró a su villa natal hasta su muerte, ocurrida 10 años después, en 1840. Sus obras filosóficas más relevantes son: La legislación primitiva (3 vols.), Ensayo analítico acerca de las leyes naturales del orden social, Investigaciones filosóficas sobre los primeros objetos de los conocimientos morales y Demostración filosófica del principio constitutivo de la sociedad.

b) Filosofía. La suya es de orden social, filosofía práctica, por tanto. Fue crítico frente a las teorías políticas y lingüísticas establecidas por convención, al empirismo y ateísmo. Defendió que el origen de la sociedad, del pensamiento humano y del lenguaje es exclusivamente divino. En concreto, afirmó que el lenguaje humano primitivo fue dado por Dios al hombre al inicio de la humanidad y que las ideas son asimismo innatas; por tanto, uno y otras son de origen divino y, en consecuencia, desde ellos cabe demostrar la existencia de Dios. Derivado de esto sostuvo que con la transmisión del lenguaje conocemos por tradición las verdades fundamentales siendo el criterio de verdad, no la evidencia racional, sino la tradición. También el poder político y todos los órdenes sociales, que expone conformando tríadas tienen, para De Bonald, su origen en Dios.