LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. La escuela de Éfeso

Esta escuela siguió el modo de pensar de Anaximandro. Éste no puso el fundamento en una determinada realidad, porque se dio cuenta que éstas son plurales y, por tanto, trató de buscarlo en una dimensión activa que las vinculase, y como no la perfiló bien, la llamó ‘lo indeterminado’ (ápeiron), ante lo cual una realidad sucede a otra, porque entre ellas ‘se pagan una mutua justicia’. Pues bien, su mejor representante, Heráclito, siguió por el camino del dinamicismo. 

Heráclito (1a mitad del siglo V – 501 a. C.).

a) Mundo. Defendió que todo se mueve y nunca nada es estable, lo cual ejemplificó con frases como: ‘todo fluye’, ‘nadie se puede bañar dos veces en el mismo río’. No es de extrañar que tomase al ‘fuego’, al que entendía como ‘exhalación seca’, como principio de toda la realidad física, del alma humana y de la divinidad. El fuego –decía– está en constante cambio, y de él se originan los contrarios: la discordia que produce la pluralidad; y la concordia, que favorece la unidad. El cosmos cambia cíclicamente, pero es eterno, es decir, no hecho ni por el hombre ni por Dios.

b) Hombre. Sostuvo que está compuesto de alma y cuerpo. El alma es el principio del cuerpo y está en él ‘como la araña en su telaraña’, siendo la primera de índole cercana al fuego y la segunda lejana. El cuerpo es muy limitado, mientras que el alma es inmensa, en especial por su razón: “Camina, camina, nunca quizás lograrás alcanzar los confines del alma, aunque recorras todos sus caminos. Tan profundo es su lógos”. Comparados con el ser divino, al que llama ‘Razón’, los hombres se tornan incapaces de comprenderla. Añade que “a los hombres que mueren les aguardan cosas que no esperan ni se imaginan”, pero les conviene esperar, porque “si no esperáis, no hallaréis lo inesperado, dado lo inhallable y difícil de acceder que es”.

c) Dios. Es “uno, lo único sabio, quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeus”. Lo concibió como Razón, Lógos, y como la regla necesaria y causa última de todos los cambios, aunque él no cambia, y al regir los cambios promueve la armonía universal. Su índole es también de fuego.

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Heráclito pensó el fundamento de lo real como movimiento, según Aristóteles, porque no centró la atención en las diversas materias o formas reales, sino en su constante cambio, es decir, se atuvo preponderantemente a la causa eficiente, otro de los principios de la realidad física. Según Polo, porque extrapoló a la realidad extramental lo que sucede en el primer nivel cognoscitivo de la mente humana, en el cual la presencia mental es constante y, si bien se oculta, presenta las diversos objetos pensados, contenidos, unos tras otros.