LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. El método socrático

Sócrates consideró que el pensa­miento en su pureza no es tan sólo lógos, sino dialógos, razonamiento entre dos. El carácter univer­sal del lógos humano permite que éste sea social, comuni­cativo. El método de la filosofía en Sócrates era el diálogo, y constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica.

2.1. La ironía (ironeia, simulación). Mediante ella Sócrates utilizaba el diálogo para lle­var a aquel con quien hablaba al punto de partida, al “sólo sé que no sé nada”, es decir, al reconocimiento de la propia ignorancia. Este primer momento tenía la función de desconcertar al interlocutor hasta que admitiese su ignorancia y reconociese el aludido principio socrático. Sólo entonces estaría en condiciones de adquirir el saber. Tiene, por tanto, un carácter propedéutico. En el diálogo Sócrates comenzaba elogiando el saber de su contertulio que, generalmente, era un sofista o alguien con una mentalidad equivalente, y le pedía que definiese lo que era objeto de su interés, porque, sencillamente, él no lo sabía. Pero resulta que ninguna de las definiciones que se proponen era satisfactoria, puesto que Sócrates lograba reducirlas a contradicción. De esta manera el interlocutor llegaba a darse cuenta de que ignoraba aquello que creía saber y solicitaba a Sócrates que se lo dijese. Pero éste volvía a insistir en que él también lo ignoraba y, sin embargo, que estaba dispuesto, si así convenían, a emprender la búsqueda con él, a ayudarle a descubrir la verdad. El momento irónico había surtido efecto: se había preparado el terreno para intentar la aventura de la mayéutica.

2.2. La mayéutica. Es la segunda parte del diálogo socrático. Sócrates la comparaba con la profesión de sus padres: conseguir sacar una estatua de un trozo de mármol o cooperar en un alum­bramiento. En este caso, se trata del alumbramiento de la verdad en el otro a través del diálogo. Tiene como finalidad dar a luz a las ideas. Se trata de dar a luz por medio de preguntas y respuestas, a las ideas; de descubrir la verdad: “Mi arte mayéutica tiene seguramente el mismo alcance que el de aquéllas (comadronas)… tendiendo a provocar el parto en las almas y no en los cuerpos”. Platón, Teeteto, 150 c. “Yo no sé nada…; pero te estoy sirviendo de partera, y por eso hago encantamientos para que des a luz tu idea”. Ibid., 151 a.