LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. El problema del ‘centro del universo’ y su solución

¿Qué implicaciones filosóficas tenía la teoría del heliocentrismo en el siglo XVI? Que si la tierra no era el centro del universo, parecería que tampoco el hombre es el centro de la creación y de la predilección divina en la creación sensible; en consecuencia, que el hombre sería inferior a la realidad física, lo cual no solo es contrario a la revelación sobrenatural, sino también a la filosofía precedente, porque es claro que la realidad física es más potencial, menos perfecta y menos susceptible de crecimiento perfectivo (es incapaz de hábitos y virtudes) que el ser humano.

Pero la anterior hipótesis obedece a una mala comprensión de Aristóteles, porque cuando el Estagirita dice que la tierra ocupa el ‘centro’, hay que entender que, para él, el centro es lo menos perfecto, sencillamente porque no se puede mover y, por ende, no puede crecer. Por lo demás, Aristóteles no subordinó el hombre ni a la tierra ni al universo, sino aquélla y éste al hombre, y el universo y el hombre a Dios.

La física de Galileo no es la aristotélica, porque no versa sobre causas, sino sobre cantidades y figuras. Por eso decía Galileo que ‘el mundo está escrito en lenguaje matemático’. Su física, como la de Newton, es geometría. Pero la de Aristóteles no lo es, porque hay más geometría que espacio físico, sencillamente porque la geometría, por pensada por la razón humana, es superior, más perfecta, que la realidad física. Precisamente porque Galileo toma así la física, lo que no puede medir con cantidad y figura, lo que él llama ‘cualidades secundarias’, por ejemplo, el calor, las cosquillas, dice que no son realidades físicas sino ‘subjetivas’. Es obvio que la matemática ayuda mucho a la física en la experimentación, pero no menos claro es que la matemática es superior, más perfecta, que la física, e irreductible a ésta.

En lo que sí coincidió Galileo con Aristóteles es en su dicho de que ‘la teoría es el capitán y la práctica el soldado’, y en esto ambos se oponen a muchos pensadores del siglo XX y al actual pragmatismo que domina incluso en las que deben ser sedes del saber teórico: las universidades. No en vano se enfrentó, pues, Galileo a los nominalistas, porque estos son siempre pragmáticos. Pero huyendo del nominalismo cedió al idealismo. Otra ventaja de la física de Galileo es que consideró que el tiempo es superior al espacio, asunto que es verdad, porque, por ejemplo, se puede conocer mejor al universo sabiendo su antigüedad que su despliegue espacial.