LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

1. La patrística precedente

1.1 Los Padres Apostólicos. El cristianismo nace y se desarrolla en el seno del judaísmo, fundamentalmente entre gente sencilla y, por tanto, al margen de las corrientes filosóficas. Los Padres Apostólicos son el elemento de unión entre los Apóstoles y las primeras comunidades cristianas del s. I y principios del s. II. Escriben en griego popular –koiné– exponiendo la Sagrada Escritura –en especial el Nuevo Testamento– de modo que sea vivida de forma práctica con alusiones al dogma y a la moral cristianas, pero sin una gran especulación filosófica o teológica. De este estilo fueron San Clemente Romano (¿–principio del s. II), San Ignacio de Antioquía (¿–110) y San Policarpo de Esmirna (¿–156).

1.2 Los Padres Apologistas. Con la expansión del cristianismo se desencadenan las persecuciones romanas, el contacto con la filosofía pagana y las primeras herejías en el seno del cristianismo, en especial, el gnosticismo. Con esto se hacía necesaria la defensa de la fe con argumentación racional. Los conceptos que para ello se emplean coinciden con los que usa la filosofía helenística de la época. Los primeros cristianos fueron conscientes de las deficien­cias que presentaban las corrientes filosóficas del momento. Por esto algunos como Tertuliano afirmaron que había que aceptar la fe rechazando la razón; su lema fue: ‘credo quia absurdum’. Otros, en cambio, encontraron en la filosofía el medio para defender el cristianismo. De este parecer fueron los apologistas. Estos defendieron la superioridad del cristianismo sobre la filosofía por considerarlo como una sabiduría de orden superior y combatieron las doctrinas erróneas haciendo ver filosóficamente sus contradicciones internas. El lenguaje empleado por ellos es culto y escribieron a modo de respuestas a objeciones.

1.2.1) San Justino (100-167). Se le puede considerar el primer filósofo cristiano porque plantea la relación entre fe y razón. Admitió que también los filóso­fos habían llegado a algunas verdades fundamentales sobre Dios, la inmortalidad del alma y la vida futura, que están presentes en el cristia­nismo y que él acepta. Su mejor obra es el Diálogo con Trifón. Para él, tanto la filosofía griega como el cristianismo buscan a Dios, pero lo que la filosofía helenista promete, y es incapaz de alcanzar, lo cumple el cristianismo, por lo cual, este es la verdadera filosofía. “La filosofía, efectivamente, es en realidad el mayor de los bienes y el más precioso ante Dios, a quien nos conduce y recomienda. Y santos, en verdad, son aquellos que a la filosofía consagran su inteligencia. Sin embargo, qué es en realidad y por qué fue enviada a los hombres, es algo que escapa a la mayoría de la gente; pues siendo una ciencia única, no habría platónicos, ni estoicos, ni peripatéticos, ni teóricos, ni pitagóricos”. Como había escrito, “los cristianos mueren por la doctrina de Cristo; nadie murió por la de Sócrates”, él mismo fue condenado a muerte y ejecutado.

a) Mundo. Dios ha creado todo a través de su Logos, de quien procede también toda verdad.

b) Hombre. Es creado por Dios y puede acceder cognoscitivamente a Dios de modo natural, sobre todo lleva una vida virtuosa. Su alma, creada con su cuerpo, tiene un principio, no es preexistente; no es divina; pero es inmortal por don divino. “No es el vivir propio de ella (alma) como lo es de Dios; como el hombre no subsiste siempre, ni está siempre el alma unida con el cuerpo, sino que, como venido el momento de deshacerse esta armonía, el alma abandona al cuerpo, y deja el hombre de existir; de modo semejante, venido el momento de que el alma tenga que dejar de existir, se aparta de ella el espíritu vivificante, y el alma ya no existe, sino que va nuevamente allí de donde fue tomada”.

c) Dios. Solamente Dios es eterno, increado e incorruptible. Todo lo demás es creado y corruptible. Dios no tiene principio ni fin, ni figura ni nombre. Es omnisciente y providente: “el Padre inefable y Señor de todas las cosas, ni viaja a parte alguna, ni se pasea, ni duerme, ni se levanta, sino que permanece siempre en su sitio, sea el que fuere, con mirada penetrante y con oído agudo, pero no con ojos ni orejas, sino con su poder inexpresable. Todo lo ve, todo lo conoce; ninguno de nosotros se le escapa, sin que para ello haya de moverse el que no cabe en lugar alguno ni en el mundo entero, el que existía antes de que el mundo fuera hecho”.

1.2.2) Marco Minucio Félix (¿-260). Escribió una apología del cristianismo, el Octavius, que, como las de Justino, tiene forma de diálogo y es igualmente moderada como las de aquél.

a) Mundo. Creado por Dios en el tiempo.

b) Hombre. Creado por Dios en el tiempo. Compuesto de cuerpo mortal y alma inmortal.

c) Dios. Afirma que lo que dice de Dios el cristianismo está en sintonía con lo que pensaron los mejores filósofos griegos. Ofreció en su libro Octavius argumentos naturales para demostrar la existencia de Dios, su providencia y la vida futura: “Si al entrar en una casa ves que todo está cuidado, bien dispuesto y adornado, te convences de que la vivienda tiene un dueño que ha ordenado estas cosas y de que éste es, sin duda, mucho mejor que su obra. Así también, hallándote en la casa de este mundo, al mirar el cielo y la tierra donde se ponen de manifiesto una providencia, un orden y unas leyes, entonces debes creer que existe un señor y padre del universo, que supera en hermosura a los astros y a todos los seres de la tierra”.

1.3. Fe y razón en la patrística. El platonismo estuvo presente en la patrística. Destacan estas escuelas y sus representantes:

1.3.1) Escuela de Alejandría.

1.3.1.1.) San Clemente de Alejandría (145-215). Nació en Atenas y fue maestro en Alejandría hasta que, debido a la persecución de Septimio Severo, huyó a Capadocia. En su libro Protréptico (Exhortación) sostiene que el Dios de los mejores pensadores griegos es afín al cristiano. En su obra Stromata (Tapicerías, Miscelaneas) colocó a la filosofía por encima de la educación primaria y de las disciplinas secundarias (gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía y música), pero por debajo de la fe y la contemplación. La describe como la investigación de la verdad por la razón, que prepara a la sabiduría (inspirada por la fe) y a la virtud, y es un buen instrumento de la fe. Otro famoso libro suyo es el Pedagogo, cuya figura central es Cristo, el verdadero maestro de toda virtud.

a) Mundo. Desdivinizó los elementos del mundo que algunos pensadores griegos habían sacralizado.

b) Hombre. El alma humana es capaz de inmortalidad por gracia divina. Trata de las virtudes, en especial las cristianas (virginidad, sacrificio hasta el martirio…), y critica los vicios presentes en su sociedad.

c) Dios. Criticó las falsas divinidades del mundo griego. Defendió al único Dios, creador del mundo, que quiere que todo hombre se salve.

1.3.1.2) Orígenes (185-253). Discípulo de San Clemente de Alejandría, fue el escritor más productivo hasta su tiempo, pero la mayor parte de sus obras se perdieron. Fue encarcelado y torturado durante un año bajo la persecución de Decio, muriendo cuatro años después como consecuencia de los sufrimientos padecidos. Como los precedentes, su afán era el de conciliar la mejor filosofía helénica con el cristianismo. De filosofía se conserva su De principiis, en el que trata temas como la distinción entre el mundo invisible y el visible, la existencia de Dios y su providencia. Su obra Contra Celso es una apología del cristianismo.

a) Mundo. Creado por Dios: “nosotros decimos que el mundo visible está bajo el gobierno del que creó todas las cosas”. Contra Celso, VI, 15.

b) Hombre. Distinguió en el hombre entre cuerpo, alma y espíritu. Afirmó el origen y la inmortalidad del alma, el libre albedrío, los tres grados del saber (fe, gnosis y contemplación). Criticó la teoría de la transmigración o reencarnación de las almas.

c) Dios. “Ni siquiera participa del ser”. Contra Celso, libro VI, 64. Lo cual significa que lo es.

1.3.2) Escuela de Cesarea de Palestina

1.3.2.1) Nemesio de Emesa (h. 400). Sabía filosofía, medicina, psicología y fisiología. Llegó a ser Obispo de Emesa. De él solo conservamos una obra, el De natura hominis, el primer tratado medieval de psicología que combina el elenco de temas clásicos con otros que pueden pasar por muy modernos. Esta obra influiría posteriormente en San Juan Damasceno, a lo largo de la Edad Media, e incluso en el Renacimiento.

a) Mundo. Está compuesto de diversos elementos que se distinguen jerárquicamente, estando todos ellos ordenados bajo una unidad de orden que revela el que ha sido creado por la inteligencia suprema.

b) Hombre. En su libro De natura hominis comienza el cap. I diciendo que el hombre es un ‘microcosmos’, centro del universo, que por estar compuesto de alma y cuerpo confina entre los seres materiales y los inmateriales. El alma es inmortal, pero no transmigra. En el cap. II estudia la índole del alma; en el III, la unión del alma y el cuerpo; en el IV, el cuerpo; en el V, sus elementos; en el VI, la imaginación; del VII al XI los sentidos externos; en los XII y XIII, los internos; en el XIV, el razonamiento y su expresión; en el XV, la función nutritiva; en el XVI, el apetito concupiscible; en el XVII, la voluntad; del XVIII al XX, algunas pasiones; del XXI al XXIV, las funciones vegetativas; en el XXV, la división entre diversas potencias; del XXVI al XXX algunos instintos, del XXXI al XXXIII, asuntos voluntarios; en el XXXIV y XXXV y XXXVII del ‘fatum’; en el XXXVI, de la responsabilidad de nuestros actos; del XXXVIII al XL, el libre albedrío; y del XLI al XLIII de la providencia.

c) Dios. Es providente sobre el mundo y especialmente sobre el hombre.

1.3.3) Escuela de Cesarea de Capadocia

1.3.3.1) San Basilio el Grande (330–379). Nacido en Cesarea de Capadocia, estudió en Constantinopla y Atenas y llegó a ser obispo de su ciudad. Se opuso al arrianismo del emperador Valente. Su tratado Sobre el Hexameron es una explicación de la creación y de la vida humana para llegar a Dios. En su Discurso a los jóvenes sobre el modo de sacar provecho de la literatura griega dedicado a sus sobrinos, indica que el estudio de los pensadores de la Grecia clásica es conveniente, pero que hay que prescindir de algunos pasajes porque carecen de corrección moral. De él decía la gente: “El obispo Basilio predica a todas horas: en las misas, en las reuniones, en las catequesis, y cuando no está hablando con sus labios, está predicando con las buenas obras que hace en favor de los demás”, incluso a pesar de su salud delicada que le llevó a morir a los 49 años.

a) Mundo. Admitió dos ‘mundos’, el visible y el invisible, creados de la nada por Dios.

b) Hombre. Puso especial interés en practicar y explicar las virtudes sociales, por lo que se le cuenta como precedente de la doctrina social de la Iglesia.

c) Dios. Defendió la trinidad de personas en la unidad de naturaleza divina.

1.3.3.2) San Gregorio Nacianceno (329–389). Nació y murió en Nazianzo, Asia Menor, estudió en Cesarea de Capadocia, Alejandría y Atenas. Fue amigo de San Basilio y tuvo como discípulo a San Jerónimo. Fue obispo de Constantinopla, restaurándose con él la unidad de esa iglesia con la católica romana. Sus obras, escritas tras su retiro, son Poesías, Epístolas y Discursos.

a) Mundo. No trabajó la física clásicamente considerada.

b) Hombre. Como ha escrito Benedicto XVI de él, sostuvo que “sin Dios el hombre pierde su grandeza; sin Dios no hay auténtico humanismo”. Escribió asimismo sobre el matrimonio y la familia.

c) Dios. En teología natural defiende que Dios es transcendente y providente: Sé benigno, tú, que estás más allá de todo”. En sus Discursos teológicos distingue entre ‘persona’ y ‘naturaleza’, logro filosófico para explicar la fe trinitaria, pues defendió la trinidad de personas en la unidad de naturaleza divina.

1.3.3.3) San Gregorio Niseno (333-395). Nació en Cesarea de Capadocia y fue hermano de San Basilio el Grande. Estudió en Atenas y llegó a ser obispo de Nisa (Armenia). Junto con su hermano y San Gregorio Nacianceno son llamados padres capadocios. Entre sus obras están: Sobre la virginidad, Contra Eunomio, El gran discurso catequético, las Homilías sobre el Cantar de los cantares, Vida De Moisés, etc.

a) Mundo. En De hominis opificio describe el mundo celeste y el terrestre que enmarcan la creación del hombre: “Todavía no se hallaba en este hermoso domicilio del universo la criatura grande y excelente que llamamos hombre. Realmente no era conveniente que apareciera el soberano antes que los súbditos sobre quienes tenía que mandar. Preparado primeramente el imperio, era lógico que se proclamare luego el emperador; es decir, después que el Hacedor de todas las cosas le hubo dispuesto la creación entera a modo de regio palacio. Ese palacio es la tierra, las islas, el mar y, finalmente, el cielo, tendido sobre todo como una bóveda. Y en este palacio se reunieron riquezas de todo linaje; riquezas llamo a la creación entera, cuantas plantas y árboles hay en ella, y cuanto en ella siente, respira y está animado. Y si entre las riquezas hay que contar otras cosas que, por su elegancia o la belleza de su color, tienen los hombres por preciosas –por ejemplo, el oro, la plata y las piedras preciosas, que codician los hombres–, también éstas, en abundancia, las escondió Dios, como regios tesoros, en las profundidades de la tierra”. De hominis opificio, 1.

b) Hombre. Es la criatura más perfecta, gozne entre el mundo celeste y el terrestre, con alma racional a imagen de Dios. “El cielo no fue hecho a imagen de Dios, ni la luna, ni el sol, ni la belleza de las estrellas, ni nada de lo que aparece en la creación. Sólo tú (alma humana) has sido hecha a imagen de la naturaleza que supera toda inteligencia, semejanza de la belleza incorruptible, huella de la verdadera divinidad, receptáculo de vida bienaventurada, imagen de la verdadera luz, al contemplar la cual te conviertes en lo que él es, pues por medio del rayo reflejado que proviene de tu pureza tú imitas a quien brilla en ti. Nada de lo que existe es tan grande que pueda ser comparado a tu grandeza”. Homilia in Canticum, 2. Refutó la preexistencia del alma y afirmó que el hombre es un alma que usa un cuerpo (influjo platónico). Sus potencias son: nutrición, sensación y razón. “Mediante la superioridad del alma, y por medio de la misma conformación del cuerpo, Dios hace que el hombre sea realmente idóneo para desempeñar el poder regio”. De hominis opificio, 4. Y aunque cometa pecado, “si con un estilo de vida diligente y atento lavas las fealdades que se han depositado en tu corazón, resplandecerá en ti la belleza divina… Contemplándote a ti mismo, verás en ti a aquel que anhela tu corazón y serás feliz”. De beatitudinibus, 6.  

c) Dios. Como su hermano, defendió la trinidad de personas en la unidad de naturaleza divina. “San Gregorio de Nisa, en el s. IV en su libro Sobre la vida de Moisés, entiende la esperanza como epéktasis, es decir, el carácter creciente de la tensión hacia Dios. Asimismo, en una de sus homilías sobre el Cantar de los cantares sostiene que la sustancia espiritual inmaterial escapa a todo confín, porque nada puede limitarla: ‘la esperanza puede decirse siempre creada en tanto que alcanza una condición mejor mediante su crecimiento, porque lo que constituye un bien presente no es otra cosa que el comienzo de un bien mayor’[1]. El progreso continuo es constitutivo de la esperanza porque, a diferencia del divino, el espíritu humano es infinito in fieri. Es evidente que para ser infinito in fieri el espíritu humano necesita crecer”. Polo, L., Epistemología, creación y divinidad, p. 111.

1.4. Pseudo Dionisio Areopagita. Al margen de los Padres, este filósofo fue confundido a lo largo de la Edad Media con el Dionisio converso por San Pablo en el Areópago de Atenas, porque así se presenta él mismo, pero es un pensador neoplatónico, pues sigue a Proclo y sus escritos, posteriores al 480, todas ellas muy influyentes, son: Sobre los nombres de Dios, Sobre la teología mística, Sobre la jerarquía celestial, etc.

a) Mundo. Los seres se dividen así: 1º) Dios. 2º) Mundo celeste: a) serafines, querubines y tronos; b) dominaciones, virtudes y potestades; c) ángeles, arcángeles y principados. 3º) Mundo terrestre: a) almas humanas; b) cuerpos. Todo cuanto existe es bueno. El mal es privación de ser.

b) Hombre. Compuesto de alma y cuerpo. El alma es pasiva y activa respecto de Dios. Tiene tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible. Es libre. Procede de Dios y debe volver a él por vía mística (purgativa, iluminativa y unitiva). Tiene dos tipos de sabiduría: una racional y otra de fe sobrenatural.

c) Dios. En su De divinis nominibus sostiene que es uno y único, trascendente, incluso al ser (supra-ser). Por eso es incognoscible e inefable. De él arranca la teología negativa: de Dios podemos saber más lo que no es que lo que es. Para llegar a él hay que trascender la inteligencia y abrirse al éxtasis. En Dios hay dos procesiones: las internas (las tres personas) y las externas, o sea, la creación (no emanación) de las criaturas. Todas las Ideas están en Dios. Es principio y fin de todas las cosas.

 

[1]              Sobre el Cantar de los cantares, VI, (PG 44, 885-887).