LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

5. Las nociones de luz, eternidad y totalidad

Esas tres son nociones secundarias en la filosofía nietzscheana, pero vale le pena resumirlas. Por otra parte, como la filosofía de Nietzsche en modo alguno es sistemática –aborrece el sistema hegeliano– se ha prestado a muchas interpretaciones. Destacaremos algunas relevantes y añadiremos una breve crítica a ellas.

5.1. Luz. La noción nietzscheana de luz tiene varios significados, pero en el superior de ellos es considerada como extensión, como ‘cielo’. Tam­bién esa noción es superior a la de la voluntad de poder, porque respecto de la limpidez del cielo la voluntad de poder anhela (como se ve claro en Así habló Zaratustra).

5.2. Eternidad. La noción nietzscheana de eternidad es superior a la de la voluntad de poder, y está estrechamente vinculada a la de eterno retorno.

5.3. Totalidad. La noción nietzscheana de fuerza broncínea denota totalidad. Para él la magnitud total del universo es finita. Esa noción es su­perior a la de voluntad de poder, pues ésta se subordina al ‘todo’. La voluntad de poder se asemeja a Dionisos, pero la fuerza broncínea, similar a Apolo, es el ser como totalidad. Por eso la última palabra de la voluntad no parece ser el poder, sino el anhelo.

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Interpretaciones nietzscheanas. Se pueden contar, entre las más relevantes, las siguientes:

a) Thomas Mann, que veía en la filosofía nietzscheana su fuerza estética. Pero frente a esto hay que decir que lo pujante está en el eterno retorno.

b) G. Thibon, que recalcó la crítica nietzscheana a la transmutación de los valores. Sin embargo, es más central en Nietzsche su concepción de la voluntad de poder.

c) K. Jaspers, que centró la filosofía de Nietzsche en su interpretación lúdica de Dionisos. No obstante, esta tesis es incompatible con la noción nietzscheana de fuerza broncínea, profundamente fija.

d) Heidegger, que intentó desmontar la noción de voluntad de poder con la noción de Gelassenheit (serenidad), por­que, según él, para estar tranquilo debe desaparecer aquélla, que es pura inquietud. Intentó derrocar el poder de la voluntad dejando al ser to­da la iniciativa para que éste se manifieste temporalmente al hombre cuando desee. Pero esta posición es falsa porque hace al acto de ser humano pasivo, no coexistente respecto del ser extramental.

e) G. Vattimo, que ve en el pensamiento de Nietzsche un ejem­plo de ‘pensiero debole’. Pero a esto hay que replicar que el eterno retorno no tiene nada de ‘debole’.

g) G. Deleuze, que dice que el punto central de la filosofía nietzscheana es el eterno retorno, pero añade que esa noción tiene un sentido pragmático, a saber, consolador, porque con el eterno retorno se olvida lo precedente. No obstante, a esto cabe replicar que ese sentido consolador es falso, porque a falta de memoria, no se puede conceder la conexión entre las varias existencias.

Algunos otros han subrayado el papel de la luz en los textos nietzscheanos. Pero ésta no es compatible con la embriaguez dioni­siaca. Otros emparentan su filosofía con la de Heráclito por aquello de que ‘todo fluye de modo inocente’. Sin embargo, hay que poner en tela de juicio tal inocencia.