LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. La postmodernidad: J. Braudillard, G. Deleuze y F. Guattari

La postmodernidad ha seguido al estructuralismo porque es un estructuralismo desintegrado. En efecto, si el estructuralismo es una filosofía de la totalidad, la postmodernidad lo es de los fragmentos astillados que quedan tras su ruptura. Es asimismo una reacción crispada frente la modernidad, espoleada filosóficamente por Nietzsche, y en el tiempo seguramente por la IIª Guerra Mundial, pues si el progreso técnico dio lugar a un conflicto tan atroz en el que murieron sin sentido tantos millones de hombres, hay que poner en tela de juicio los valores que empujaron a la modernidad. Si la modernidad alcanzó su cumbre teórica o racional con Hegel, es claro que todos los pensadores postmodernos admiren a Nietzsche como prototipo voluntarista de antihegeliano.

6.1. J. Braudillard. a) Vida y obras. Nació en Reims en 1929. Impartió clases de filología en La Sorbona y en la Universidad de Nanterre de París. Defendió su tesis doctoral a los 37 años. Fundó la revista Utopie. En su última etapa impartió filosofía de la cultura en la European Graduate School de Suiza. Leyó a Hegel, Marx, Kierkegaard, Nietzsche, Freud, Baudelaire, Mallarmé, Heidegger, Sartre, Althusser, Adorno, Marcuse, F. de Saussure, R. Barthes, M. Mauss, Foucault, Derrida, Deleuze, Lévi-Strauss, etc. Murió en 2007. Entre sus muchos ensayos están: El sistema de los objetos, La sociedad de consumo, Crítica a la economía política del signo, El espejo de la producción, Requiem por la Torres Gemelas, El espíritu del terrorismo, etc. En sus primeros libros defendió el marxismo. Luego se distanció de él porque consideró que en su oposición al capitalismo no rompe suficientemente con él, y propuso un nuevo modelo de sociedad completamente distinto. Más adelante defendió teorías políticas peculiares, como por ejemplo, que en rigor no existió la Guerra del Golfo Pérsico. Y en todas sus épocas habló de la muerte de Dios.

b) Filosofía. Destaca tanto por su crítica a la filosofía moderna como por la defensa de la postmoderna. En ésta última describe a los sujetos como dominados por el sistema de los múltiples objetos de consumo y sus signos, y defiende a las minorías sociales marginadas frente a la represión social. Caracteriza a la era postmoderna por la prevalencia de la información y de los signos sobre las realidades (ej. de los mapas sobre el territorio), lo que ha venido a llamarse ‘hiperrealismo’. Los modelos irreales y simulados sustituyen a lo real (como apreciamos hoy en los videojuegos) e imperan sobre lo real. De este modo, los signos acaban hablando de sí y no de lo real (como en el nominalismo) y la población vive cada vez en un mundo más virtual y menos real. Con tal alejamiento de la realidad la sociedad se abre al nihilismo y a una consecuente actitud cínica. Esta última es la proclama de Braudillard: la destrucción del significado en un universo nihilista. De ahí el término ‘deconstrucción’ que se ha dado a este enfoque y de ahí su hablar del ‘fin de la historia’, de encarar ‘un futuro sin futuro’. Es patente que de esta visión demoledora de lo real no puede surgir un sentimiento positivo como la alegría. Si del existencialismo surgió la angustia, a este nihilismo parece acompañar el delirio, la desesperación, el estado ‘post-orgiástico’.

6.2. G. Deleuze. a) Vida y obras. Nació en París en 1925. Estudió primero en el Liceo Carnot y después filosofía en la Universidad de La Sorbona. Impartió docencia en primer lugar en diversos colegios y luego en las universidades de La Sorbona, Lyon, y París VIII. Se casó a los 31 años. Leyó a Bacon, Spinoza, Hume, Leibniz, Kant, Nietzsche, Bergson, Foucault. Murió por suicidio en 1995. Entre sus obras están: Empirismo y subjetividad, Nietzsche y la filosofía, La filosofía crítica de Kant, Nietzsche, Diferencia y repetición, Spinoza y el problema de la expresión, Spinoza: Filosofía y práctica, Capitalismo y esquizofrenia (2 vols.), ¿Qué es la filosofía?, El bergsonismo, Lógica del sentido, Francis Bacon: Lógica de la sensación, Foucault, etc. En política se consideró anarquista y marxista liberal. Consideró sospechoso el pensamiento de la eternidad, considerándolo como un intento de reposición de la ontología.

b) Filosofía. Para Deleuze todo es relevante en el todo. De modo que si el sujeto encierra una pretendida prevalencia al respecto, hay que prescindir de ella. No admite como sujeto ni siquiera la voluntad de poder cósmica nietzscheana. En metafísica defendió, frente al planteamiento clásico, que la diferencia es previa y superior a la identidad. Sostuvo asimismo un ‘empirismo trascendental’, es decir, que nuestra experiencia sensible sobrepasa a nuestras ideas. En sociología defendió que el capitalismo ha sido continuado por la informática, que no se basa en la producción sino en la superproducción que compra acciones y vende servicios. En filosofía, en general, pretendió mostrar, frente a la mentalidad moderna, los huecos de la razón, huecos que él mismo le infirió acribillándola.

6.3. F. Guattari. a) Vida y obras. Nació en 1930 en Velleneuve-les-Sablons (Francia). Trabajó como psicoterapeuta en una clínica. Estuvo ligado a la revista Recherches, la cual defiende la amoralidad en el trabajo y en la escuela, el feminismo radical, la homosexualidad, etc. Leyó a Lacan y Deleuze. Murió en 1992. Entre sus obras están: Psicoanálisis y transversalidad, El inconsciente mecánico, Las tres ecologías, Líneas de fuga, etc., y en colaboración con Deleuze; El Anti-Edipo, Mil mesetas, ¿Qué es la filosofía?, etc. Fue militante de partidos de izquierda (Les Verts). Pensó que la religión es una máquina de guerra.

b) Filosofía. Se le suele considerar un psicoanalista. Negó la relevancia del sujeto (‘la psique es el resultado de componentes múltiples’; ‘la subjetividad no es algo dado sino producido’) y realza la del inconsciente. Ofreció una crítica materialista de la modernidad, en especial, de las teorías modernas del sujeto. Si para aquéllas el sujeto es conciencia, sentido, razón, para él lo radical es el ‘deseo’, pero tal deseo, por descentrado y fragmentario, no es ningún quién. Frente a la tesis clásica, mantiene que el deseo no es carencia, sino plenitud de energía que funciona maquinalmente. No es sujeto sino máquina dinámica que produce energía y fuerza libidinal. Es inconsciente y lo único real, pues de su productividad depende todo lo demás, la sociedad y su historia: ‘la historia de la humanidad es la historia de los flujos’. Según los ‘flujos’, Guattari indica que ha habido tres épocas en la humanidad: a) la salvaje o primitiva; b) la del despotismo bárbaro; c) la moderna o del capitalismo. Establece una crítica psicoanalista al capitalismo, porque considera que esta ideología pretende controlar el deseo.