LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. Voltaire (1694-1778)

6.1. Vida y obra. François-Marie Arouet nació en París en 1694. Estudió en el colegio jesuita Louis-le-Grand (Luis XIV) de gran impronta humanística, pero no la aprovechó y se rebeló pública y cínicamente contra su enseñanza, valiéndole esto el confinamiento en la Bastilla a sus 23 años, lugar al que volvió a los 32 por insultar a un caballero. Al salir huyó a Inglaterra donde contactó con los llamados librepensadores. A los 35 volvió a Francia donde escribió obras de varios géneros: tragedias, biografías, ensayos, algunas de las cuales fueron prohibidas. Huyó a Holanda y a su vuelta fue invitado a alojarse en un castillo de Lorena donde estudió la física de Newton, trabajo del que luego resultarían algunas publicaciones. A sus 60 años fue invitado por Federico II de Prusia a vivir en Sans-Souci, donde compuso alguna obra, pero al disputar abiertamente contra Maupertuis y desagradar en esto al rey emigró a Lausana donde publicó el Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones a sus 67 años. Tras esto vivió 20 años en Ginebra. Allí es donde compuso obras como el Tratado de la tolerancia, su Diccionario Filosófico, El filósofo ignorante, la Profesión de fe de los teístas, Cuestiones sobre la Enciclopedia, Sobre el alma, etc. Luego volvió a París donde murió a los 84 años en 1778. Como se deduce de su biografía, sus obras, más que filosóficas, son críticas, polémicas, con ironías corrosivas, que empleó contra la Iglesia católica y sus instituciones, y asimismo contra sus propios enemigos. En cuanto a sus fuentes, en su juventud leyó a Bayle y Fontenelle, modelos de nuevos escépticos respecto de todos los temas. En Inglaterra leyó a Locke, Newton y Shaftesbury. Conoció asimismo la filosofía de Descartes, Spinoza y Pascal, con la que en modo alguno sintonizó.

6.2. El deísmo. Es un modo de pensar moderno sobre Dios que admite su existencia, a la par que dice desconocer su esencia, y afirma que es respecto del mundo como su artífice o relojero, pero que tras ponerlo en marcha lo ha abandonado a su suerte sin intervenir jamás en su historia. Voltaire fue siempre deísta y combatió el ateísmo. Obviamente, la precedente concepción tiene sus consecuencias respecto del modo de ver el mundo y el hombre, pues al primero Voltaire lo concibió con leyes fijas impuestas por Dios desde el inicio, por lo que lo físico sigue inexorablemente su curso determinado. Por su parte, al hombre lo concibió como compuesto de cuerpo y alma, pero de ésta afirma, como del ser divino, que desconoce su naturaleza y si es inmaterial e inmortal. Lo que a Voltaire le parece claro es que el hombre está hecho para corresponderse con el mundo, que carece de ideas innatas, y que en él hay mezcla de bien y mal moral, entendiendo por éstos lo que es útil o pernicioso para uno mismo y para los demás.