LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. Las tres fases del sistema y la contemplación

A esas tres fases Fichte las llamó ‘tesis’, ‘antítesis’ y ‘síntesis’, y fueron llamadas así posteriormente también por Marx. El punto de partida de la filosofía de Hegel es la visión tripartita de lo real propia de Ficthe y de Schelling. Lo que él añade respecto de sus predecesores es la identidad entre sujeto y objeto a lo largo del proceso histórico. Lo finito no se puede comprender sin lo infinito por doble motivo; uno, porque en la negación de lo finito se concibe lo que lo limita, el infinito; otro, porque si se concibe el infinito como negación de lo finito, tal infinito no es verdadero infinito, ya que es asimismo limitado por lo finito. Por tanto, el verdadero infinito debe ser la unión entre finito e infinito, unión que se establece por la negación de la separación entre ambos. Tal verdadero infinito es el absoluto, el todo, la identidad de lo real y de lo ideal, resultado del proceso dialéctico. Tal infinito no es solo ‘sustancia’ –como pensó Spinoza– sino ‘sujeto’, ‘espíritu absoluto’, porque es ‘autoconciencia’, ‘pensamiento que se piensa a sí mismo’, ‘razón absoluta’, ‘Idea absoluta’, ‘intuición eterna de sí misma’, ‘Dios’, el cual no es separado e independiente del mundo.

Las tres fases del sistema son la progresiva manifestación del espíritu absoluto. En la Fenomenología del espíritu Hegel describe estas fases diciendo que en la primera el espíritu absoluto está ‘en sí’. Luego se manifiesta en el mundo, en el cual está alienado, o sea, ‘fuera de sí’. Para manifestarse a través de las diversas configuraciones culturales debe aprovechar progresivamente el espíritu humano, y así poder llevar a ser ‘para sí’. Para ello parte de la conciencia sensible, sigue por la percepción sensible y, más tarde, por el entendimiento. Posteriormente se va llegando paulatinamente a la autoconciencia, merced a que la conciencia se va replegando progresivamente sobre sí misma. Seguidamente la autoconciencia aparece como razón, es decir, pasa de ser conciencia individual a ser conciencia universal, la cual se reconoce en todo lo real. Pero esta conciencia es todavía abstracta y para llegar a ser ‘en sí’ y ‘para sí’ debe reconocerse primero en la naturaleza, luego en la psicología, y más tarde en la ética. A través de estas fases históricas triádicas la conciencia llega a manifestarse como espíritu, una de cuyas manifestaciones más altas es la religión y, por encima de ella, la filosofía. Esas tres fases descritas historiográficamente en La fenomenología del espíritu toman forma de ‘sistema’ en La ciencia de la lógica, sistema que es seguido recibiendo muchos añadidos en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas.

Estas obras son una radiografía de la filosofía tal como la entiende Hegel, la cual equivale al modo de conocer del espíritu absoluto en la medida en que éste se ha ido conociendo a sí mismo a lo largo de la historia procediendo según las fases de la dialéctica hasta reconocerse enteramente. Lo primero en el tiempo es, por tanto, el absoluto; lo segundo, las fases de la dialéctica; lo tercero y último, la contemplación.