LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. Locke: vida y obra

Nació en 1632 cerca de Bristol. Estudió en la escuela de Westminster hasta sus 20 años. Luego entró en la iglesia de Cristo de Oxford –de fuerte impronta nominalista– para ser sacerdote, donde obtuvo el título de Bachiller en teología a sus 23 años y fue maestro de artes a sus 26. Tras leer a Descartes abandonó la teología y estudió física, química y medicina de la que no obtuvo la licenciatura hasta sus 42 años. Pero a sus 33 le encontramos ejerciendo de diplomático en Berlín donde pasó un año. De vuelta a Oxford siguió con la medicina, que prácticamente nunca ejerció. A sus 36 años viajó a Francia. A los 41 ejerció en Inglaterra como secretario del consejo de comercio, trabajo que abandonó para volver a Oxford. Visitó de nuevo Francia al año siguiente, donde leyó la filosofía de Descartes y Gassendi. 10 años después residió en Holanda donde redactó sus primeros y breves escritos, sin materializar aún su pensamiento filosófico.

Nótese que la dedicación de Locke a la filosofía es tardía, habiendo pasado muchos años buscando su vocación profesional sin encontrarla. En efecto, sólo a sus 58 años publicó su obra más famosa, Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), seguida de Dos tratados sobre el gobierno civil, e incluso tras la aparición de éstas y su regreso a Inglaterra, se dedicó a otros trabajos no filosóficos. Otros ensayos filosóficos menores como Nuevas consideraciones y Consideraciones sobre la educación fueron aún posteriores. Murió en Oates, a sus 74 años de edad, a inicios del siglo XVIII (1704).

Lo que buscaba Locke en su obra principal es similar a lo que buscaba Descartes 50 años antes en su Discurso del método y en sus Meditaciones y lo que buscará Kant 90 años después en su Crítica de la razón pura, a saber, conocer cuáles son los límites y alcance de la razón tras poner en duda y criticar el modo usual de proceder de la filosofía de su tiempo, para poder llegar así a la certeza subjetiva. Recuérdese que la duda, la certeza y la crítica no son actos de conocer, sino actitudes voluntario-subjetivas. Por tanto, la actitud de estos autores modernos dista mucho de la de los clásicos griegos y medievales. En consecuencia, sus obras, que parecen en buena medida de ‘teoría del conocimiento’, lo son hasta cierto punto, porque la finalidad última es bien distinta, pues no se entiende su índole al margen de su propósito. Además, en ellas se procede ex novo, es decir, sin tener en cuenta en absoluto los grandes descubrimientos alcanzados en esta disciplina por los grandes pensadores de la filosofía antigua y medieval.