LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

Introducción

Es distintivo de las teorías sociales no centrar la mirada en la persona como ser novedoso e irrepetible, sino en el comportamiento común de los hombres. Al poner la atención en estas últimas se tiende a olvidar la primera, bien por sostener que es menos relevante que la sociedad, bien por considerar que la persona no resalta por encima de sus manifestaciones, y esto es lo que se ve en las teorías sociales del siglo XX, que estudiaremos en la primera parte de este tema. En esa línea de olvido, o de negación, se inscribe la llamada postmodernidad, que quiere ser no solo un rechazo de la filosofía moderna, sino también una negación más o menos explícita del sujeto humano, además de constituir el último canto del cisne de la crisis actual de la filosofía, a la cual atenderemos en la segunda parte del tema.

Es claro que la sociología no es una novedad filosófica del siglo XX, pues encontramos estudios sociológicos previos en autores como Ch-L. de Secondat, barón de Montesquieu, en el siglo XVIII, y asimismo en pensadores como A. Comte, C. Marx o A. de Tocqueville, en el siglo XIX. Pero ha sido durante la pasada centuria cuando esa materia ha tenido más auge y se ha difundido hasta constituir una disciplina filosófica distinta de las demás. Entre los muchos que la han trabajado, tal vez los más relevantes sean Durkheim y Weber, a quienes se les considera los fundadores. De estos nuevos derroteros sociológicos y de la teoría crítica social –que ya hemos visto aparecer en la Escuela de Fráncfort– ha bebido el estructuralismo, y de él la postmodernidad. En estos movimientos tiende a predominar –como en Kant– la razón práctica sobre la teórica; la voluntad, lo inmoral y lo ateo –como en Nietzsche– sobre la inteligencia, la ética y la teología; la sociedad –como en Marx– sobre el sujeto; lo inconsciente y el deseo –como en Freud– sobre lo consciente, etc. De este modo estas corrientes de pensamiento acaban siendo hermenéuticas teóricamente injustificables, de las que cabe decir aquello de San Agustín: ‘narrata, sed non laudata’. Todos estos ensayos fruto de la razón práctica están más o menos estéticamente conformados, pero todos ellos tienen en común el alejamiento de la filosofía en sentido fuerte, la que se corresponde con la verdad evidente y busca descubrir más verdad en los temas más relevantes.