LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

9. Balance

En la filosofía de Platón se pueden corregir, al menos, las siguientes tesis fundamentales:

9.1. Ideas innatas. El error básico de la teoría del conocimiento de Platón radica en postular su existencia. Y esa fue la radical crítica que recibió de Aristóteles. ‘Las formas, o bien se dan en la realidad física informando las materias (y entonces se dan como causas formales), o bien se dan en el nous’ cuando éste las piensa, ni antes ni después, sino al pensarlas, porque las ideas dependen del acto de pensar que las presenta. No cabe acto de pensar sin ideas pensadas ni ideas pensadas sin acto de pensar. El error platónico respecto del innatismo de las ideas se repetirá en la modernidad a manos de Descartes.

9.2. Mundo Ideal. En consecuencia, no cabe la existencia de un mundo aparte de las Ideas o en sí, precisamente porque una ‘idea en sí’ no puede ser idea, sino una realidad, ya que la idea depende del pensar. Lo que si cabe es un pensar que no piense formando ideas, porque no todo nuestro conocer conoce formando ideas. Las ideas no tienen realidad subsistente. El conocer, en cambio, sí. Por lo demás, las ideas son enteramente intencionales respecto de la realidad física de donde se han abstraído. Dicha intencionalidad se olvidó tras Ockham a lo largo de toda la filosofía moderna (Descartes, Hume, Kant…).

9.3. La inmortalidad no exige la transmigración. Se llama metempsicosis a la hipótesis según la cual las almas transmigran sucesivamente a distintos cuerpos. La inmortalidad del alma se descubre por la inmaterialidad de sus potencias superiores (inteligencia y voluntad). La inmaterialidad de éstas, por la inmaterialidad de sus actos y objetos. Pero la inmaterialidad no exige la reencarnación, porque esta supone, en el fondo, irresponsabilidad, pues de haber innumerables vidas, nadie se tomaría en serio la presente, si es que con ella uno se juega el destino eterno. El alma es la vida del cuerpo, por tanto, nace cuando éste es animado, no antes. En consecuencia, la inmortalidad del alma no hay que referirla al pasado sino al futuro. De todos modos, la vida ‘post mortem’ sin la revelación sobrenatural es imprecisa, es decir, poco podemos saber de ella. Frente a lo dicho, en la filosofía contemporánea hay autores materialistas (Marx, Nietzsche, Freud…) que han negado el alma, sin darse cuenta que equivale a ‘vida’, vida que no se agota vivificando al cuerpo. Otros como Kant han sostenido que el alma, y su inmortalidad es un ‘postulado’ que no se puede comprobar. Todas estas visiones son erróneas y reductivas y obedecen a errores de teoría del conocimiento.

9.4. Prudencia versus intelecto. El hábito intelectual superior es, para Platón, la prudencia. Pero éste lo es de la ‘razón práctica’, que no es el modo superior del conocer humano. Frente a esto Aristóteles distinguió entre los hábitos teóricos (ciencia, primeros principios y sabiduría) y los prácticos (prudencia y arte) manifestando que los primeros son superiores a los segundos. La cumbre de la Edad Media sacó mucho partido de esa superioridad a la par que descubrió otro hábito que es la raíz de los prácticos: la sindéresis. Sin embargo, la filosofía moderna y contemporánea olvidó los hábitos intelectuales, de manera que, a pesar de las apariencias, el alcance de sus teorías del conocimiento es muy limitado. 

9.5. ¿Diálogo o hallazgo? Para Platón el mejor método para que comparezca la verdad es el diálogo, la dialéctica, la cual ordinariamente queda referida a experiencias de la vida y asuntos prácticos. Sin embargo, Aristóteles observó que si bien respecto de asuntos prácticos ‘cuatro ojos ven más que dos’, en asuntos teóricos un hombre puede descubrir lo que a los demás se les pasa por alto. Pensar es pararse a pensar, no necesariamente hablar. Es más, todavía hay descubrimientos de primera magnitud, como es el aristotélico del intelecto agente que, aún después de que su descubridor lo haya expuesto de modo contundente y claro, ha habido a lo largo de la historia centenares de comentadores que no lo han entendido o lo han malinterpretado.

9.6. Intelectualismo ético. No todo mal se comete por ignorancia. Para Platón el mal es necedad; y viceversa, ser bueno se consigue siendo sabio, en el sentido de prudente. Frente a este intelectualismo buena parte de la filosofía posterior sigue las tesis aristotélicas, indicando que el mal depende más de la voluntad y del sujeto que del conocer. Esa tesis fue común a lo largo de la Edad Media. En la modernidad hubo defensores de posturas racionalistas, como Spinoza, que afirmaron la primacía de la razón en la dirección de la conducta moral sin que la voluntad tenga la última palabra. Por su parte, Hume intentó fundamentarla en el sentimiento. Kant postuló que el fundamento de la moralidad es seguir el ‘imperativo categórico’, un acto de la razón práctica que depende de la voluntad. Pero todas estas visiones son sesgadas o reductivas porque no tienen en cuenta las bases de la ética: los bienes reales, las normas de la inteligencia, las virtudes de la voluntad y, especialmente, la luz de la sindéresis.

9.7. Providencialismo. Para Platón la virtud no se tiene ni por naturaleza ni por aprendizaje. Su origen depende del ‘favor divino’. Aristóteles demostró que tanto los hábitos intelectuales de la razón práctica como las virtudes morales de la voluntad se adquieren a base de repetición de actos. La virtud es pieza clave de la ética y ésta no se adquiere sin esfuerzo. No obstante, también Dios puede elevar esas virtudes adquiridas, es decir, favorecerlas por encima de su capacidad natural.

9.8. Antropología. El hombre no es su alma, porque es un compuesto de alma y cuerpo. A falta de una no se puede hablar de hombre. Sin embargo, la persona humana no equivale a hombre, por eso la persona humana no es ni su alma ni su cuerpo, sino realmente distinta, por superior, a ambos. Por eso se puede hablar de persona si falta el cuerpo con la muerte.

9.9. Teología. Ni el Demiurgo ni la Idea de Bien de Platón son el Dios personal. El primero, porque es inferior a las Ideas. La segunda, porque Dios no es ninguna Idea y es más que Bien: Amar. El bien es el objeto de la voluntad, pero la voluntad no es la persona, sino de ella. En cambio, la persona es amar.