LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Hombre

7.1. Antropología. Para Leibniz el hombre es un ‘espejo vivo’ de la misma divinidad. Se diferencia del animal por su capacidad de reflexión. La re­flexión per­mite al hombre pensar en el propio yo, y su condición es la ‘apercepción’, esto es, el ‘darse cuenta de’. Mediante ella, el hombre conoce que conoce y reco­noce la existencia del yo. Se trata de un yo que se encuentra fundamentado, no en sí mismo, sino en Dios.

7.2. Teoría del conocimiento. Son dos los temas que destacan en esta área de la filosofía leibniziana: su doctrina sobre el innatismo y los primeros principios. De esto derivan los dos tipos de verdades que admite.

1º) Innatismo. A la ‘apercepción’ va unida la ‘abstracción’, porque no puede apercibirse nada si antes no se abstrae, ya que la mónada no puede ser consciente de las infinitas percep­ciones que tiene en cada instante si no abstrae, separa y concibe lo más re­levante. La ‘negación’ es una conse­cuencia de la abstracción y, unida a la reflexión, per­mite al hombre conocer el propio yo como limitado, negar ese límite y concebir lo no‑limitado (Dios). Además, puede acceder al pensamiento de un no‑compuesto (sim­ple), y así a todas las ‘nociones metafísicas’ o simples, que se distinguen, de las ‘cualidades sensi­bles’ y de las ‘nociones matemáti­cas’. La verdad no es adecuación del conocer a lo real, sino conveniencia o disconveniencia entre las ideas.

2º) Los primeros principios de nuestros razonamientos son, para Leibniz, ‘el principio de (no) contradicción’ y ‘el principio de razón suficiente’. La formulación del primero hace referencia únicamente a la vertiente lógica de este principio: en un jui­cio no pueden encontrarse a la vez y respecto de lo mismo la falsedad y la verdad. El segundo dice que no puede hallarse ningún hecho verdadero o existente ni ninguna enunciación verdadera sin que asista una razón suficiente para que sea así y no de otro modo, aun cuando esas razones nos puedan re­sultar, en la mayoría de los casos, desconocidas.

3º) Verdades de razón y de hecho. En coherencia con los dos principios hay dos tipos de verdades: ‘de razón’ y ‘de hecho’. Las primeras se carac­terizan porque en ellas se puede encontrar la razón del predicado en el mismo sujeto por medio del análisis de éste. Las segundas tienen su propia explicación, pero, por referirse a cuestiones fácticas, el entendimiento humano no puede llegar a su análisis completo, que sería infi­nito. Si la clave para dar con la verdad es el análisis, hay que decir que éste se explica diciendo que como los concep­tos humanos son ‘complejos’, hay que ‘des­com­ponerlos’ hasta llegar a los ‘simples’ o ‘primitivos’ con los que están formados los ‘complejos’ y las pro­po­siciones. El análisis es el procedimiento por el que se descomponen en simples los pensamientos complejos. Por eso toda proposición verdadera es analítica.