LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Familia, educación, sociedad, trabajo y técnica

a) Familia. Es muy cristiano subrayar la importancia de la familia para el ser espiritual. Los fines de la vida familiar, que el cristianismo ha puesto siempre de relieve, son la procreación y educación de los hijos y el amor y ayuda mutua entre los esposos. La familia humana es un trasunto de la familia prototipo: la Trinidad. Se conforma una familia humana cuando dos personas de diverso sexo se casan, lo cual quiere decir que se aceptan y dan mutuamente como personas. ‘Aceptar’ y ‘dar’ son las dos dimensiones del amar trascendental humano, el cual es superior y arrastra tras sí todas las otras dimensiones humanas. Por eso, la vigencia de la mutua aceptación y donación matrimonial dura mientras duran las demás dimensiones humanas. Como con la muerte algunas de ellas se pierden, cesa el vínculo. Como a nivel trascendental el marido y la mujer pueden algo más que aceptarse y darse mutuamente –sin que dejen en modo alguno de aceptarse y darse–, a saber, aceptar una nueva persona, el hijo, posible por su mutua aceptación y donación, que la refuerza y desarrolla, eso significa que un matrimonio no abierto naturalmente a los hijos no es matrimonio. Por tanto, el primer fin del matrimonio es el hijo, y el segundo, la ayuda mutua, que se subordina al primero. Esta tríada que conforma a la familia humana es imagen de la Trinidad divina.

b) Educación. Tras la familia, lo más importante en el orden de las manifestaciones humanas es la educación. Ésta consiste en engendrar intelectualmente lo que se ha generado biológicamente. La cumbre de la educación es la universidad, la cual no se agota en educar, pues en ella educar es segundo respecto de descubrir más verdades superiores. La universidad es un invento cristiano iniciado en el siglo XIII y concebido como ‘unión universal de profesores y alumnos’ para ser la punta de lanza en el descubrimiento de las verdades superiores, lo cual indica que quienes pertenecían a ella vivían de modo natural la interdisciplinariedad, porque sabían subordinar los saberes inferiores a los superiores, a la par que desde los superiores arrojaban luz sobre los inferiores. Este gran invento duró poco, pues un siglo después perdió su identidad, ya que desde el siglo XIV se ha procedido de tal manera al astillamiento e independencia de los saberes que más que de ‘universidades’ hoy es pertinente hablar de ‘pluridiversidades’.

c) Sociedad. El cristianismo ha ofrecido una indudable ventaja en la concepción de la sociedad, pues con él aparece el concepto de ‘prójimo’, que significa que los demás son tan dignos y dignificables como uno, y, por tanto, que la clave es la interdependencia, pues sólo con ella mejoramos todos –especialmente en virtud–. Cuando esto no se tiene en cuenta, aparece el egoísmo y comienzan a disolverse los vínculos sociales, asunto manifiesto en nuestra sociedad llamada por algunos ‘postcristiana’. Es claro que el individualismo es un absolutismo.

d) Trabajo. Es un gran descubrimiento cristiano el alto valor del trabajo, pues el trabajo honrado, aún el más modesto, se concibe como una realidad humana que depende de una persona, la cual, por ser novedosa e irrepetible, otorga su dignidad personal –con el sello del artista– a lo que hace. El trabajo es considerado como el medio con el que cuenta la persona humana para crecer cómo tal de cara a Dios, es decir, santificarse. El cristiano ve el trabajo como un encargo divino que Dios a ofrecer a Dios y que él ha de aceptar. Por eso, carecen de sentido los trabajos que Dios no pueda aceptar. El trabajo manual en la cultura griega estaba reservado a los esclavos. Tal mentalidad se extendió en buena medida incluso a la Edad Media, porque se pasó a distinguir entre ‘artes liberales’ y ‘artes serviles’, con cierto desprecio de estas últimas. Ese modelo se trasladó asimismo a la sociedad moderna, época de muchas mayores servidumbres y esclavitudes que las anteriores. Con todo, es claro que en los primeros siglos del cristianismo a nadie se le media por su status profesional; tampoco se hacía acepción entre esclavos y libres, lo cual supuso un cambio revolucionario de mentalidad.

e) Técnica. Realizar cualquier trabajo implica usar una técnica. Con el cristianismo ha cambiado el sentido de ésta. Si el sentido del trabajo cristiano es ofrecerlo para que sea aceptado por Dios, también lo es el sentido de la técnica. Si el cristiano ve el trabajo como un medio para unirse a Dios, también ve así la técnica. Por eso evita las técnicas que le separan de él. Sin la colaboración de Dios, sin ese cotidiano ‘estar con vosotros’ operativamente, el hombre se encontraría solo en su operar.