LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Teología natural

Dentro del conocimiento filosófico de Dios Tomás de Aquino distingue dos temas: la existencia y la esencia divina. En el primero surgen dos cuestiones: si se puede demostrar la existencia de Dios y cómo se demuestra. La primera supone que la existencia de Dios no es una verdad evidente y, por eso, se precisa demostración. La segunda se cifra en las vías racionales de acceso a Dios.

7.1. La existencia de Dios. En este tema cabe distinguir tres facetas: la evidencia y demostración, la crítica de los argumentos ‘a priori’, y las pruebas ‘a posteriori’.

a) Evidencia y demostración. Hay dos tipos de conocimiento natural de Dios: el espontáneo, al que le falta el rigor y la precisión, y el filosófico. Pero ni uno ni otro son conocimientos inmediatos de Dios. Ambos son mediatos o discursivos. En el artículo 1 de la 2ª cuestión de la Iª Parte de la Suma Teológica, Tomás se pregunta acerca de la evidencia de la existencia de Dios en el plano filosófico. Para responder, distingue entre evidencia ‘en sí’, que radica en el propio objeto; y ‘con respecto a nosotros’. Dice que la proposición ‘Dios es’, es evidente en sí misma, sin embargo, no lo es para nosotros. De ahí que requiera ser demostrada.

b) Crítica de las pruebas ‘a priori’ o ‘propter quid’: el argumento ontológico. Una prueba ‘a priori’ para demostrar la existencia de Dios es la que va de la noción de Dios a su justificación existencial. Fue utilizada en el argumento ontológico de San Anselmo. Tomás rechaza esta prueba, pues considera que no demuestra, ya que aunque en el plano ontológico Dios sea el principio de todo lo demás, en el plano noético el conocimiento de la existencia de Dios sólo se alcanza al final del proceso argumentativo que parte de la experiencia sensible. Tomás la describe así: “Sabido lo que significa este término ‘Dios’, en el acto se comprende que Dios existe, porque con este nombre expresamos lo que es más grande que cuanto se puede concebir, y más grande será lo que existe en el entendimiento y en la realidad que lo que sólo existe en el entendimiento. Por consiguiente, si por el hecho de entender su nombre existe Dios en el entendimiento, síguese que existe también en la realidad”. La critica en estos puntos: a) El que oye la palabra ‘Dios’ no necesariamente entiende que con ella se “expresa una cosa superior a cuanto se puede pensar”. b) No por entender el término ‘Dios’ se sigue que “entienda que lo designado por ello exista en la realidad”. c) No se puede deducir la existencia real de Dios de lo pensado, porque se pasa de un modo indebido del plano noético o mental (la idea de Dios) al orden ontológico o real (la existencia de Dios). d) Este argumento presupone que todos entendemos lo mismo cuando decimos ‘Dios’, cosa muy discutible.

c) Las pruebas ‘a posteriori’ o ‘quia’: las cinco vías. Otro tipo de demostración es la que accede a Dios como causa partiendo de sus efectos, lo cual responde mejor a nuestro modo natural de conocer. Así conocemos a Dios tal como se manifiesta en sus efectos. Tomás formula las siguientes cinco pruebas:

1ª vía, el movimiento: punto de partida: hay seres que se mueven (paso de la potencia al acto); 2º paso: aplicación del principio de causa­lidad: “todo lo que se mueve es movido por otro”: nada puede pasar de la poten­cia al acto sino por algo que es en acto; 3º: imposibilidad del proceso al infinito en la serie de motores movidos, pues si la cadena motor-móvil fuera infinita, no tendría principio; y si no hay un primero, es imposible que haya un segundo motor, ni un tercero… conclusión: es necesario que exista un Primer Motor inmóvil que dé razón del movi­miento del universo, al que llamamos Dios.

2ª vía, la causalidad: punto de partida: experiencia de la causalidad eficiente: existen series de causas eficientes que concurren en la constitución de una cosa; 2º paso: aplicación del principio de causalidad, pues ningún ser es causa de sí mismo: lo que está en potencia no pasa al acto sino en virtud de otro ser en acto; 3º: imposibilidad de una serie infinita de causas subordinadas esencialmente: las causas lo son en virtud de su dependencia; si se elimina la primera de la que depende el resto, se quitan todas; conclusión: es necesario que exista una Primera Causa Incausada, y ésta es a la que se llama Dios.

3ª vía, contingencia y necesidad: punto de partida: experiencia de la generación y corrupción. Los seres que pueden ser y no ser son contingentes: en el universo físico todos los entes lo son; 2º paso: comprobar que lo posible re­quiere de lo necesario: si todas las cosas fueran posibles de ser y no ser, nada existiría; 3º: imposibilidad de una serie infinita de seres necesarios, pues no tiene sentido tal serie si tienen recibida su necesidad de otro; conclusión: existe un Ser Necesario por sí que no tiene el ser recibido de otro, sino que es su mismo ser: Dios.

4ª vía, los grados de perfección: punto de partida: “observación de la mayor o menor perfección que se encuentra en las criaturas”. Se distinguen dos grupos de perfecciones: a) las transcendentales, presentes en toda la realidad (ser, la verdad, la bondad, etc.), y b) las categoriales, que se refieren a unos entes determinados (salud, conocimiento sensible, etc.). El esse o ser de los entes es la perfección máxima que está en todos los seres y es el fundamento de las demás, ya que es el acto de todos los actos; 2º paso: comprobar que todo ente tiene ser, pero lo tiene por participación, pues no lo posee en propiedad, sino recibido; conclusión: existe el ser que lo sea por esencia y que es causa del ser de todos los demás, porque sólo da el ser quien lo posee en propiedad y no por otro, Dios. En esta 4ª vía no hace falta probar la imposibi­lidad de un regreso al infinito ya que la participación en el ser sólo puede proceder de un único ser; a éste se le denomina el Ser, (Ipsum Esse), la plenitud del ser, (Plenitudo essendi), el Ser por esencia (Esse per essentiam).

5ª vía, el orden del universo: punto de partida: todo lo físico tiene un fin, orden. El azar o la casualidad, aunque se den accidentalmente, no son causas que den razón del modo de obrar y de estar constituidas las cosas. Pero no todos los seres tienden al fin, al orden, del mismo modo: los que carecen de conocimiento lo hacen con inclinación natural. Esa dirección impresa en su naturaleza no la han trazado ellos mismos; 2º paso: notar que estos seres necesitan de algún ser inteligente que les dirija y éste no puede ser el hombre porque evidentemente no ordena el modo de constitución propia de los seres naturales sino el de los artificiales; conclusión: existe un único principio ordenador porque sólo existe una unidad de orden, y este es una Inteligencia Suprema, ordenadora, Dios. En esta 5ª vía no hay necesidad de otros pasos intermedios, porque existe un único ordenador.

7.2. La esencia divina. Para explicarla, Tomás tiene en cuenta tres asuntos: el método cognoscitivo humano de la analogía, los atributos entitativos divinos y los operativos.     

a) La analogía. La esencia divina se puede conocer de modo analógico, pues es en parte igual y en parte distinta a lo creado. Lo primero, por la semejanza entre Dios y los seres en cuanto al ser. Lo segundo, porque hay distinción entre el acto de ser de quien crea el ser respecto de quien lo recibe o participa de una forma no necesaria. Además, Dios posee el acto de ser de un modo eminente sin ninguna de las imperfecciones o limitaciones propias de las criaturas. Por otro lado, el conocimiento de su esencia no implica que la agotemos. Por eso se dice que es inabarcable, e incluso que es más fácil decir lo que no es Dios que lo que es. En la esencia divina se pueden considerar dos tipos de atributos que predicamos con verdad de Dios; los entitativos y los operativos.

b) Los atributos entitativos. Se conocen de Dios mirando hacia la creación externa. Son éstos: ‘simplicidad’ o carencia de composición, dado que es Acto Puro; ‘ser subsistente’, porque es el ser que tiene el ser en propiedad; ‘perfección suma’, porque Dios reúne en su propia esencia todas las cualidades perfectas y, además, en grado sumo; ‘acto puro’ sin mezcla de potencia; ‘bondad suma’, dado que el ser y el bien se convierten en la realidad; ‘infinitud’, puesto que el acto sólo se limita por la potencia, y en Dios no la hay; ‘inmensidad’, ya que no está limitado a ninguna extensión por ser espíritu; ‘omnipresencia’, pues está presente en todas las cosas por esencia, por ser causa de ellas, por potencia, por estar todo sometido a su poder, y por presencia por estar todo presente a su mirada; ‘inmutabilidad’, porque sólo es mudable lo compuesto de acto y potencia y Dios es acto puro; ‘eternidad’, puesto que sólo hay tiempo donde hay movimiento, y Dios es inmutable’; ‘unidad’ (y ‘unicidad)’ ya que sólo puede haber un acto puro; ‘trascendencia’, pues es distinto del mundo; y ‘belleza’, pues la belleza se convierte con la bondad.

c) Los atributos operativos. Se descubren viendo la creación humana. Son estos: ‘ciencia’, porque es la inteligencia infinita que se identifica con su ser, y mediante la cual se conoce a sí y a todo lo creado por simple visión; ida divina, pues la vida se atribuye a los seres que obran por sí mismos y Dios es su mismo ser: en El, ser y obrar coinciden; ‘voluntad’, pues el querer divino es idéntico a su ser y con él se ama a sí y a lo creado; ‘omnipotencia’, o potencia activa infinita de Dios: ‘creador’, por su capacidad de dar el ser; ‘providencia’, por su cuidado con que gobierna lo creado; ‘justicia’ y ‘misericordia’.