LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

4. Metafísica: la creación

4.1. De la distinción actopotencia a la de esenciaacto de ser. Metafísicamente se distinguen dos principios reales: la potencia, capacidad de un ser de cambiar, de adquirir una nueva perfección o perderla; y el acto, la perfección de un ente. La potencia depende del acto; no se puede dar al margen de él. Todo lo real es compuesto de acto y potencia, salvo Dios, que es Acto Puro y previo a los demás entes, de quien dependen.

A estas bases metafísicas aristotélicas Tomás de Aquino añadió algo que estaba casi explícito en la filosofía de sus maestros Alejandro de Hales y Alberto Magno: la distinción real entre ‘esencia’ y ‘acto de ser’. La realidad está compuesta de ‘lo que es’ y de su ‘ser’. La esencia tiene razón de potencia respecto del acto de ser, puesto que lo limita. Esta distinción explica por qué ningún ente existe por sí mismo, sino que recibe su ser de Dios, cuya esencia es su ser. Tam­bién explica la importancia de la noción de ‘creación’, pues sólo puede crear, dar el ser, quien tiene el ser como propio, es decir, que su esencia y su acto de ser se identifican, y éste es el ser que consiste en subsistir (Ipsum esse subsistens), Dios.

4.2. Jerarquía de seres. La composición de esencia y acto de ser explica la variedad y pluralidad de seres, e introduce un orden jerárquico según sus grados de perfección. Los seres se clasifican en: 1º) Dios Creador, Ser subsistente, Acto Puro. 2º) Las criaturas angélicas o ‘espíritus puros’ creados por Dios, seres incorpóreos dotados de inteligencia y voluntad, compuestos de acto y potencia, de acto de ser y esencia, aunque sin cuerpo ni materia. 3º) Seres humanos o criaturas vivientes, con vida vegetativa, sensitiva e intelectiva, compuestos de materia y forma sustancial, con alma espiritual, pero también con cuerpo. Gozan de inmortalidad o subsistencia tras la muerte, separados momentáneamente del cuerpo antes del Juicio Final. 4º) Animales irracionales o seres vivientes corpóreos, compuestos de materia corporal y forma ‘vital’ sensitiva, pero, sin espíritu inmortal. 5º) Criaturas vegetales o plantas que gozan de automovimiento y de un alma meramente vegetativa. 6º) Criaturas simplemente materiales e inertes, sin vida, con materia y forma, y sometidas a las leyes físicas.

4.3. La participación. “Ser expresa cierto acto. No se dice, en efecto, que una cosa sea cuando está en potencia sino cuando está en acto. Ahora bien, todo aquello a lo que conviene un acto distinto de sí mismo se halla respecto de él como potencia, ya que el acto y la potencia son denominados correlativamente”. S.C. Gentiles, I, 22. La potencia que se distingue realmente del acto de ser es la esencia. Esa potencialidad remite en las criaturas a un primer principio del que participan en su ser: “Todo es en cuanto tiene ser. Ningún ser, por tanto, cuya esencia no sea su ser, es por esencia, sino por participación de otro, es decir, del mismo ser”. Ibid. Tal ser es Dios. Para Tomás el ser es el acto de los actos de un ente y raíz de todas sus perfec­ciones. Dios posee el ser sin ninguna limitación, e incluye en sí todas las perfecciones. La participación del ser admite ‘grados’, y las diversas perfecciones de las criaturas son los distintos ‘modos’, más o menos perfectos, de asemejarse a Dios. Así la vida es un modo de ser que se asemeja más perfectamente a Dios que el de los seres inertes. A su vez, el entender es un modo de vida superior al de la vida vegetativa y sensible, que también se asemeja más al ser de Dios.

4.4. La belleza. Lo bello se corresponde específicamente con el conocer. Dado que el conocimiento racional parte abstrayendo la forma, a ese nivel la belleza depende de esa forma. La belleza requiere tres condiciones: 1ª) La armonía o proporción del obje­to en sí mismo y en relación a lo que le rodea. 2ª) La integridad o acabamiento del objeto en relación con las perfecciones exigidas por su forma sustancial o sus formas accidentales. 3ª) La claridad, es decir, el resplandor de la forma que se difunde por las partes proporcionadas de la materia. La belleza también es analógica, pues no sólo se refiere a los objetos, sino también a distintos tipos de acciones. Las cosas creadas participan en el ser, pero también participan de la belleza divina, y son imagen, puesto que Dios es la causa de la armonía que existe en las cosas, especialmente en la mente humana, pues su actividad puede perfeccionarse ilimitadamente para asemejarse cada vez más a su modelo divino.