LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. Hombre: antropología, teoría del conocimiento, ética y política

Atenderemos aquí a estas dimensiones de la filosofía de Spinoza: su antropología, su teoría del conocimiento, su ética y su extensión política.

3.1. Antropología. El hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo y carente de libertad. Atendamos a ambas tesis.

a) Alma-cuerpo. El alma es pensamiento y el cuerpo extensión (influjo de Descartes). A esa afirmación Spinoza añade que el alma humana es un ‘modo’ del Pensamiento divino y el cuerpo es un ‘modo’ de la Extensión divina. De manera que transforma el racionalismo cartesiano en panteísmo. Absorbe al hombre en Dios, como absorbe al mundo, porque –según él– como Dios es sustancia infinita no pueden existir pluralidad de sustancias finitas, porque se excluyen. Si Spinoza no fuera panteísta, no eliminaría el sum Si ‘Dios es’, el ‘sum’ no puede ser ninguna sustancia, sino un ‘modo’ de ella, que debe intentar identificarse con la sustancia divina. Como se puede advertir, lo que critica directamente Spinoza es el sum cartesiano, al cual sustituye por el esse divino.

El alma –añade Spinoza– es ‘la idea del cuerpo’, y mantiene con él la misma relación que cualquier otra idea con su cosa. Como el cuerpo está compuesto de partes, el alma es compuesta, es decir, conformada por muchas ideas. Referidos a Dios, alma y cuerpo son dos expresiones de una única realidad: “la misma cosa expresada de dos modos”. En cuanto a las potencias del alma, Spinoza piensa lo mismo: que todas ellas son expresiones de una misma realidad; por tanto, no son realmente distintas ni entre sí ni del alma: “el intelecto y la voluntad son lo mismo”. Por lo demás no existe inmortalidad personal, sino que tras la muerte alma y cuerpo se resuelven, respectivamente, en el Pensamiento y la Extensión divinos.

b) La libertad. Cósmicamente, si para Spinoza solo Dios es, “solo Dios obra por libertad de naturaleza”, es decir, sin ninguna coacción externa, pero como es el ser único y necesario, y su obrar no puede ser distinto de su ser, obrará según necesidad. En consecuencia, si se pregunta acerca de la libertad humana, Spinoza responde que consiste ‘en darse cuenta de la necesidad’, es decir, en conocer que todo es necesario. Como se ve, para él la libertad es ‘conocimiento’, ‘contemplación’, aunque lo sea de la necesidad. En esto le seguirá Hegel y, por otro cauce, Nietzsche. De ese modo intentan evadir la oposición –que es de sentido común– entre libertad y necesidad, porque el conocimiento no se identifica directamente con la necesidad real.

3.2. Teoría del conocimiento. En esta área de la filosofía spinozista conviene estudiar tres puntos: los niveles del conocimiento humano, las clases de ideas y el error.

a) Niveles de conocimiento. El conocer humano tiene, según Spinoza, 3 grados: 1º) El de los sentidos (externos e internos). Este nivel es pasivo, propio de la opinión, sometido a error y falsedad y de él proceden las ‘nociones segundas’, representaciones confusas de las cosas, carentes de valor científico. Con él solo conocemos la existencia de los cuerpos exteriores, no su esencia. Son abstracciones, pues por ser parciales, con ellas no conocemos el todo. 2º) El de la razón, que es un conocer discursivo, cierto, necesario, con verdad, con ‘ideas claras y distintas’, propio de la ciencia. De él proceden las ‘nociones comunes’ (como las de extensión y movimiento), pues descubre lo que de común hay en las cosas, lo que está tanto en la parte como en el todo. Como las cosas particulares son ‘modos’ de los atributos infinitos divinos, al conocer la razón tales cosas conoce a Dios. Pero no es un conocer perfecto porque todavía no conoce directamente a Dios. 3º) El intuitivo, que no es discursivo sino de quietud, que conoce a Dios y a las demás cosas ‘sub especie aeternitatis’, es decir, ve el todo del Ser único, la totalidad de lo real. Por eso, “el conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa y la envuelve a ella misma”.

b) Clases de ideas. De acuerdo con lo que precede, Spinoza distingue 4 clases de ideas: 1ª) Ficticias, hechas por la imaginación, que son compuestas y confusas y versan sobre lo posible. 2ª) Dudosas, que son también compuestas y confusas, que versan sobre lo que no se conoce bien, por lo que no les prestamos nuestro asentimiento. 3ª) Falsas, que son ficticias, compuestas y confusas, las cuales versan sobre la esencia o existencia de las cosas, pero que les prestamos asentimiento. 4ª) Verdaderas, que son evidentes en sí mismas sin referencia a lo real; son simples o compuestas de ideas simples; son claras y distintas, indudables.

c) El error. La causa del error está, para Spinoza, en la imaginación, que forma ideas compuestas, oscuras y confusas, dando lugar a ideas ficticias, dudosas y falsas, pues la razón no comete error, ya que todas sus ideas son verdaderas, pues por ser innatas son ‘modos’ del atributo divino ‘Pensamiento’. Con ellas se ve que “el orden y conexión de las ideas es el orden y conexión de las cosas”. Como se verá, si Dios es la primera Idea y la primera Verdad, Dios es lo primero que hay que conocer, pues desde él se deriva el conocimiento de todo lo demás. Además, si Dios es la primera Causa, todos los efectos se conocen como derivados de la primera Causa.

3.3. Ética y política. En la filosofía ‘práctica’ de Spinoza conviene tener en cuenta su tratado de las pasiones además de la moral y la política.

a) Las pasiones. Spinoza dedica la 3ª y 4ª parte de su Ethica al análisis de las pasiones. Son más de cien apretadas páginas de descripción de los afectos. “Entiendo por afecto –escribe– las afecciones del cuerpo, por las cuales el poder de actuar de algún cuerpo es aumentado o disminuido, favorecido o reprimido, y también las ideas de estas afecciones”. Entiende, pues, por afecto dos cosas: algo del cuerpo y las ideas de ese algo, es decir, afecto es una acción o una pasión, según si, respectivamente, somos causa de una afección o si la recibimos. La distinción entre ambas es que “las acciones del alma nacen de las solas ideas adecuadas; pero las pasiones dependen de las inadecuadas solas”. Distingue Spinoza tres pasiones fundamentales: el deseo, la alegría y la tristeza. “El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a obrar algo por una afección cualquiera dada en ella”. “La alegría es la transición del hombre de una menor a una mayor perfección”. “La tristeza es la transición del hombre de una mayor a una menor perfección”.

Los demás afectos, more cartesiano, Spinoza los entiende como especies o combinaciones de las tres precedentes, y describe nada menos que 42: admiración, desprecio, amor, odio, propensión, aversión, devoción, irrisión, esperan­za, miedo, seguridad, desesperación, gozo, remordimiento de conciencia, conmiseración, indignación, sobre­estimación, menosprecio, misericordia, satisfacción de sí mismo, humildad, arrepentimiento, so­berbia, ab­yección, gloria, vergüenza, nostalgia, emulación, gratitud, benevolencia, ira, venganza, crueldad o sevicia, temor, audacia, pusilanimidad, humanidad o modestia, ambición, embriaguez, avaricia, lujuria.

b) La ética. Como el cuerpo está bajo el dominio de las pasiones, que lo someten a esclavitud, la moralidad radica en actuar conforme a la razón, que equivale a la naturaleza, pues el hombre no es más que una parte de ella, cuyas leyes son necesarias. Liberarse de las pasiones consiste en pasar de esas ideas inadecuadas a las ideas adecuadas, pues con éstas se consigue la felicidad. Como la idea más adecuada es la que identifica a Dios con la sustancia y la naturaleza, al pensarla, la mente se une a Dios y es feliz. De tal idea surge el “amor intellectualis Deo”, que es un ‘modo’ del mismo amor que Dios se tiene a sí.

c) La política. Spinoza defiende el absolutismo del Estado. Basa el derecho natural en el instinto de conservación, el cual se debe defender por la fuerza. Ese derecho es irracional. El racional consiste en la ley humana común puesta al servicio del Estado. La sociedad es fruto de pacto, según el cual los individuos renuncian al derecho natural y a los derechos particulares y aceptan la ley común absoluta del Estado (influjo de Hobbes).