LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Dicho problema en el siglo XX

7.1. El existencialismo. a) Existencialismo individualista. Si para Hegel el individuo es el error, pues ‘la verdad es el todo’, para Kierkegaard, precursor en el siglo XIX de este movimiento del XX, el error es la generalización dialéctica, la totalización. Su filosofía fue fiel reflejo de su vida, tendente al solipsismo. Defendió la individualidad de la propia subjetividad ante la absorción de la misma por el Espíritu Absoluto del sistema hegeliano. El problema crucial de la filosofía –proclamaba– es conocer al propio yo. Verdad y existencia humana serán, con él, inseparables. Lo primordial es el destino de cada quién. El conocimiento del yo –reiterará una y otra vez el pensador danés– es subjetivo, no objetivo, es decir, no como el de las ideas generales hegelianas. La existencia del sujeto –añadía– es incognoscible por la razón abstracta del sistema hegeliano, porque lo general y universal carecen de existencia. Oponía, pues, la razón a la existencia. Concluyó que la subjetividad es la verdad, la verdad de mí mismo. Lo único real es el individuo singular, no lo abstracto, lo pensado. La oposición a Hegel es patente.

b) Existencialismo perplejo. Por su parte, ya en el siglo XX, Jaspers también entendió la filosofía como autocomprensión existencial. Para él la existencia no puede ser conocida por el conocimiento objetivo (el antihegelianismo de estilo kierkegaardiano es aceptado). Por otro lado, Marcel es figura representativa del existencialismo creyente. Él, sin embargo, rechazó su pertenencia a esta corriente, gustando más del calificativo de ‘neosocrático’. No obstante, Marcel ofreció una filosofía de la existencia humana. Criticó también el conocimiento objetivo como método de acceso a la intimidad humana llamando ‘problema’ a su temática y vinculándolo a la esfera del tener. Al conocimiento subjetivo lo denominó, en cambio, ‘misterio’, lo entroncó en la esfera del ser, pero de él dijo que no es objeto de contemplación, sino de acción, de experiencia, de vida captable existencialmente, pues se nota por simpatía, por el sentimiento. No admitió la apertura humana a Dios por el conocimiento natural, sino sólo a través de la fe –fideísmo– (como Jaspers y Kierkegaard, aunque el Dios de Marcel es, a diferencia del de Jaspers, personal). Como se ve, su antihegelianismo es claro.

c) Existencialismo problemático. A caballo entre la fenomenología y el existencialismo se suele encuadrar a Heidegger, pensador acristiano que contradice de modo sutil el primer momento de la dialéctica hegeliana, pues si no se entra en ella, sobra todo el proceso. Hegel llamaba al primer momento ‘ser’. Pero Heidegger parte preguntando: ‘¿por qué el ser y no más bien la nada?’. Nótese que el método heideggeriano no es el pensar en esto para luego progresar pensando en su contrario y al final sintetizarlos, sino la ‘pregunta’, que pone en cuestión lo inicialmente pensado. Esto delata una injerencia voluntaria en el pensar que pone entre paréntesis lo pensado. Por lo demás, si para Hegel el tiempo fundamental es el presente (su presente histórico en el que se supuestamente manifestó el Absoluto), Heidegger sostiene que el tiempo no es tal sin su distensión pasado-presente-futuro. Además, el ‘ser’ –declara– no se manifiesta según unas reglas históricas fijas (como las dialécticas) sino cuando desea, lo cual denota un acusado voluntarismo frente al panlogismo hegeliano.

Por otra parte, Sastre representa el existencialismo ateo. Aplicó la dialéctica hegeliana al hombre para ver la interna contradicción de éste (en el fondo, para defender que la síntesis hegeliana es imposible en clave humana). El hombre no es ningún ser ‘en sí’ (tesis) como lo son los seres inertes, sino pura conciencia, es decir, un ser ‘para sí’ (antítesis). El intento de llenar su propia nada, su conciencia, es el deseo de ser ‘en sí’ y ‘para sí’ (síntesis). Pero tal proyecto es absurdo, porque el concepto de un ‘en sí-para sí’ es contradictorio. Por ello el hombre es una ‘pasión inútil’, una imposibilidad de síntesis entre esos dos momentos. Además, con la muerte, en el hombre acaba el ‘ser para sí’ y queda reducido a un ‘ser en sí’.

7.2. Historicismo y vitalismo. Fueron, en el siglo XIX movimientos de reacción frente al idealismo hegeliano, porque en esta filosofía –a juicio de sus representantes– quedaba sin explicación la vida, especialmente la humana, tanto es sus dimensiones histórico-culturales como naturales.

a) Historicismo. Dilthey, fue su protagonista en radical oposición a Hegel tanto en el método –pues no pretendió construir ningún sistema– como en su modo de escribir –sus apuntes son aforismos–. A diferencia de Hegel, para él, sólo lo humano, no el Absoluto, es histórico, pero lo humano –y ahí radica su llamativa reducción– sólo es histórico, no trascendente.

b) Vitalismo. Bergson protagonizó este movimiento afirmando –contra Hegel– que el hombre no es mero instrumento o marioneta del Espíritu Absoluto, sino que es libre y tiene una relación mística con Dios tanto en esta vida como en la ulterior.

7.3. Los movimientos neo–. Fueron variados, y salvo el neoidealismo, que supuso una prolongación de las ideas hegelianas, los demás constituyeron una recuperación de otros movimientos filosóficos prehegelianos, en buena medida para evitar el hegelianismo.

a) Implicó una vuelta y un replanteamiento de la filosofía kantiana (recuérdese que Kant representa la hegemonía de la voluntad sobre la razón), y ello en dos ámbitos: el teórico y el práctico. Este movimiento tan adversario del positivismo de las ciencias experimentales como de la metafísica clásica, contó con dos escuelas: i) La de Marburgo, más centrada en la razón pura, con representantes como Cohen y Natorp; ii) La de Baden, con especial acento en la razón práctica, con Windelband y Rickert. Cassirer, un neokantiano del siglo XX, también estuvo más centrado en la razón práctica que en la teórica.

b) Neoidealismo. Fue una vuelta al idealismo hegeliano, si bien con matices distintos en cuanto a la concepción de la historia, del arte, etc. Whitehead fue precedente hegeliano en el XIX del intento neoidealista del XX, en el que destacaron Croce, Gentile, Bradley, Royce, etc.

c) A fines del siglo XIX apareció este movimiento, que rechazó a Hegel y recuperó de Aristóteles algunos puntos clave de su filosofía, pero malinterpretó otros de su teoría del conocimiento, que luego influyeron decisivamente en la fenomenología (ej. la intencionalidad atribuida a los actos de conocer). Representantes de esta corriente fueron Bolzano, Trendelenburg y Brentano.

d) Neoescolástica. Reductivamente llamada ‘neotomismo’, fue un movimiento filosófico inaugurado a fines del siglo XIX y con gran auge durante la primera mitad del XX, caracterizado por prescindir de la filosofía moderna –en especial la hegeliana– y recuperar la filosofía escolástica del siglo XIII, en especial la de aquellas tesis clave de sus autores cuyo legado se ha venido a llamar, por sus aciertos, esto es, por su verdades descubiertas, ‘filosofía perenne’. La lista de sus representantes es abigarrada, pero de entre ellos se puede destacar a Mercier, Gilson, Maritain, Fabro, Pieper, etc.

e) Neomarxismo. Fue deudor y a la vez crítico de las ideas de Marx y, por ende, de Hegel. Todos sus representantes fueron materialistas, por lo que de la totalidad hegeliana espíritu-materia que conforma lo real, se quedaron sólo con la materia, a la que interpretaron con una visión más o menos dialéctica. Los autores se suelen dividir en dos campos: i) ‘Ortodoxos’, como Plejanov, Lenin, Stalin, Althusser, etc. ii) ‘Revisionistas’, como Bernstein, Kolakowski, Adler, Lukács, Korsch, Bloch, Gramsci, Garaudy, etc.

7.4) La fenomenología y la hermenéutica. Son asimismo movimientos de rechazo a la filosofía hegeliana, pues si para ésta ‘la verdad es el todo’, para la fenomenología hay multiplicidad incontable de verdades irreductibles. Por su parte, la hermenéutica, más que de verdad, habla de verosimilitud, es decir, de ‘muchas lecturas’ siempre abiertas a nuevas interpretaciones las cuales se oponen constitutivamente a la verdad completa y definitiva del sistema hegeliano.

a) Fenomenología. Su fundador fue Husserl. Otros representantes de esta corriente, aunque más realistas que su maestro, fueron Reinach, Hildebrand, Stein, Scheler, Ingarden, Hartmann, Merleau–Ponty, etc.

b) Hermenéutica. Es una corriente de pensamiento que consiste ante todo en la interpretación de textos, aunque también la de las acciones humanas que dan lugar a otras manifestaciones culturales. Como se ve, negando la tesis hegeliana de que la verdad se dé de modo completo, pasa a afirmar –frente a los clásicos– que toda verdad es exclusivamente práctica, es decir, que el hombre no es capaz de conocer verdades necesarias. Floreció con Gadamer y Ricoeur.

7.5. El pragmatismo y la filosofía analítica. a) Pragmatismo. La palabra ‘pragmatismo’ deriva de ‘pragmática’. Ésta es del ámbito de lo que está a la mano del hombre y puede ser realizado y modificado por él. Lo central del hombre para esta corriente es la ‘acción’ temporal y transformadora humana, hasta el punto que defiende que nuestro pensar, por ejemplo, derivaría de la acción práctica, y a ella estaría subordinado como un medio. En rigor, se trata de una subordinación del pensar al hacer, de la ciencia a la opinión, de la razón a la voluntad, de la verdad teórica (lo necesario, lo evidente, lo obvio) a la práctica (lo contingente, verosímil, probable), y de ésta a los intereses voluntarios. En el fondo, se trata de una variante del voluntarismo. Su fundador –y mejor representante por más moderado– fue Peirce, al que siguieron James, Meed, Dewey, etc., y al que de un modo u otro han seguido Rescher, Putnam, etc.

b) Filosofía analítica. Esta corriente de pensamiento, también denominada filosofía del lenguaje ha cifrado lo nuclear humano en el lenguaje; por eso se dedica a ‘analizarlo’. Frente a Hegel pretende apresar las ideas en el lenguaje y mostrar que no cabe un solo concepto, verdad que sea total, sino que hay, o bien muchas verdades, o bien muchos usos (juegos) irreductibles del lenguaje. A Frege, predecesor de este movimiento, siguieron Moore, Wittgenstein, Russell, etc. i) Círculos de Viena y de Berlín. La radicalización del método analítico se fraguó en el positivismo lógico, positivismo científico, empirismo lógico, o neopositivismo del llamado Círculo de Viena contó con autores como Schlick, Ayer, Neurath, Carnap, Gödel, etc. Por su parte, autores de la misma época como Hilbert, Whitehead destacaron en lógica formal; Tarsky en semántica; Brouwer defendió el intuicionismo. ii) Escuela de Oxford. El influjo del modelo analítico pasó a conformar esta escuela con autores como Ryle, Austin, Strawson, Waismann, etc. iii) Escuela americana. Esta corriente terminó por implantarse en Estados Unidos con la emigración de algunos de sus representantes, Carnap por ejemplo. En el grupo americano cabe destacar, por ejemplo, a Morris, Quine, y un largo etc., porque es la metodología más extendida en esa área geográfica.

7.6. La filosofía del diálogo y el personalismo. a) Filosofía del diálogo. Es un intento similar al kierkegaardiano de poner en el candelero la dignidad de la persona humana frente a su absorción de ésta por el sistema hegeliano. Esta filosofía nació dentro de la fenomenología, pero como una reacción respecto de ella. Estos pensadores han defendido que la intimidad humana se puede conocer mediante el diálogo, en especial, por el diálogo que el hombre mantiene con Dios. Ebner, Buber, Rosenzweig, Lévinas, etc. son representantes de esta corriente. La crítica a la fenomenología desde la ética es manifiesta en Lévinas, y desde la antropología en Buber, pues la fenomenología ni capta, ni puede hacerlo, el núcleo personal, porque éste ni es ninguna idea ni se puede conocer formando ideas.

b) Personalismo. es un movimiento filosófico de defensa de la dignidad personal frente al panlogismo hegeliano y a los individualismos y colectivismos que reaccionaron contra dicho sistema. Autores como Nédoncelle o Mounier fueron representantes suyos.

7.8. Las teologías. Hegel ha influido también en las teologías secularizadas posteriores porque él tuvo desde joven una visión secularizada tanto del misterio trinitario como de Cristo, pues nunca admitió ni que Dios fuera personal y trascendente, ni que Cristo fuera Dios (por lo que negó también sus milagros, los dogmas y los sacramentos por él establecidos). Así lo manifestó en sus obras Vida de Jesús y El espíritu del cristianismo y su destino, entre otras. Pues bien, estos escritos influyeron notablemente en teólogos protestantes posteriores como Bultmann, Strauss, Bauer, etc. Esta actitud no es nueva, porque el gnosticismo, el intento de explicar de modo racional enteramente el cristianismo se encuentra ya en el siglo I. Lo que es nuevo es el gran influjo social que esa visión secularizada del cristianismo ha tenido y sigue teniendo, pues es manifiesto que llega hasta nuestros días y está presente en amplias capas de la sociedad. En esto, más que postmoderna, la sociedad europea actual es tremendamente moderna, hegeliana para más señas. Sólo es postmoderna, y por ende antihegeliana, en la medida en que no admite el panteísmo de Hegel, sino diversas modalidades de ponerse al margen de Dios: ateísmo teórico o práctico, indiferentismo, agnosticismo…