LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. Epicúreos

Debe su nombre a su fundador, Epicuro (341-270 a C.). A su escuela se les llamaba también ‘filósofos del jardín’, porque su magisterio se desarrollaba en el jardín de la casa de Epicuro a las afueras de Atenas.

a) Mundo. Admitió el materialismo de Demócrito, a saber, el de los átomos, el vacío (espacio) y el movimiento. El universo es infinito y fuera de él no existe nada. No tuvo un interés temático por la física.

b) Hombre. El alma es un compuesto de varios elementos físicos. Por tanto, negó la supervivencia del alma, y admitió que el origen de la misma es por azar, reunión casual de los elementos, átomos, que la componen. Pretendía liberar al hombre del temor a la muerte y al destino, a fin de conseguir la paz y felicidad en esta vida por medio de la ética cuyo punto central era el placer (‘katastemático’, la pura ataraxia) del cuerpo y del alma (descanso, imperturbabilidad, paz). Esta ética se reduce sólo a la adquisición de bienes (desconociendo las normas prudenciales y las virtudes, porque éstas no consisten en evitar el dolor). Sostuvo que nada existe tras esta vida y que la muerte libera del dolor. El resultado de esta actitud fue el hedonismo práctico: “La muerte, el más horrendo de todos los males, en nada nos atañe. Pues mientras vivimos no ha venido, y cuando ha venido, ya no vivimos nosotros. Así la muerte no es contra los vivos ni contra los muertos, pues en aquéllos todavía no está y en éstos ya no está”. Epístola a Meneceo, X, 125-129.

c) Dios. Creía en los dioses como seres superiores a nosotros, aunque compuestos asimismo de átomos más sutiles que los nuestros: “Cree que los dioses existen porque es necesario que exista una naturaleza excelente y de la cual no pueda hallarse nada mejor”. Epístola a Meneceo, X, 135-139.

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El materialismo –como se dijo– siempre es la posición teórica más débil, porque le atribuye a la realidad física las excelencias que previamente le ha restado al conocimiento humano. Su actitud frente a la muerte es superficial. Su mentalidad respecto de los dioses es imaginativa. Esas visiones no pueden dejar tranquilo a nadie, porque la realidad de la vida es fuerte y se impone, y esas concepciones débiles no la acallan. Por tanto, es claro que esta filosofía no es suficiente para enfrentarse a la vida y a la muerte, como tampoco es suficiente para el hombre la felicidad que pretende.