LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. El pluralismo heterogéneo

Aludiremos a sus tres mejores representantes: Empédocles, Anaxágoras y Diógenes de Apolonia.

6.1. Empédocles (siglo V a. C.)

a) Mundo. Lo real es inmutable, eterno, pero conformado por cuatro elementos: fuego, agua, aire y tierra. No existe el vacío. Sobre dichos elementos, agrupándolos o separándolos, actúan dos fuerzas contrarias: el Amor y el Odio. De su mezcla o escisión se forman todas las realidades.

b) Hombre. De la mezcla de dichos elementos surge la sangre y la carne. El hombre está compuesto de una mezcla proporcionada de esos cuatro elementos: su cuerpo, de tierra y agua; su alma, de aire y fuego. Por eso los pensamientos humanos cambian según tales composiciones. Además, ‘el hombre conoce lo semejante por lo semejante’: la tierra, por la tierra que hay en nosotros… Los órganos humanos están conformados por los cuatro elementos y la sangre es el centro de la vida, del alma y del pensamiento. Por eso pensamos principalmente con la sangre. Las almas son inmortales y ‘transmigran’ a otros cuerpos.

c) Dios. En unos lugares identifica lo divino con la naturaleza, en especial con el fuego. En otros, en cambio, dice que Dios es espíritu y que no procede del uno como las demás cosas. De él proceden los dioses y las demás cosas. Otras veces habla de Apolo (y de otros dioses) diciendo que carece de cuerpo humano, que ‘es solo mente sagrada e inefable, que se lanza por el mundo entero con veloces pensamientos’.

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Según Aristóteles, Empédocles pensó así el cosmos porque además de admitir las causas material y formal en la realidad física entendió la causa eficiente como lucha entre el Amor y Odio. Según Polo, porque recurrió a estos elementos para pluralizar la physis. Por otra parte, su parecer sobre el hombre y Dios hay que rectificarlas por el mismo motivo. En cuanto al hombre, hay que indicar que pensar es acto (enérgeia) no movimiento (kínesis); por tanto, no puede ser fuego. En cuanto a Dios, es acto puro (Enérgeia); por tanto, con mayor motivo no es fuego.

6.2. Anaxágoras (500–428 a. C.)

a) Mundo. El fundamento de todas las cosas es doble: Uno pasivo: una mezcla en reposo de elementos, las ‘homeomerías’ o semillas de todas las cosas, que ni se reducen a unidad, ni son cuatro, sino infinitas. Como todo lo físico procede de la primera mezcla, ‘todo está en todo’. Otro activo, superior al precedente: la Inteligencia, Noûs, que es infinita, autónoma, impasible, sola en sí misma y sin mezcla con las demás cosas físicas, a las que conoce completamente. Su misión es poner en movimiento y orden todas las cosas. En síntesis: “todas las cosas estaban juntas; después llegó el intelecto y las ordenó cósmicamente”.

b) Hombre. Se originó como las demás cosas: ‘Y se estructuraron hombres y todos los demás seres vivos que cuentan con alma’. Su alma es indestructible, procede de fuera y es motora. Mueve y tiene intelecto. ‘El hombre es el más inteligente entre los seres vivos porque tiene manos’.

c) Dios. La Inteligencia, Noûs, es la mente de Dios. Pero no es claro que sea transcendente, porque también se encuentra en los seres vivos y en la naturaleza, en la multiplicidad abarcante. Con todo, lo claro es que Anaxágoras sufrió destierro por ‘irreligiosidad’, a saber, por negarse a aceptar que el Sol fuese una divinidad.

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Aristóteles criticó a Anaxágoras el que explicase el movimiento y el orden cósmico recurriendo a la Inteligencia, cuando el ‘movimiento’ es la causa eficiente y el ‘orden del universo’ es la causa final, ambas inherentes al cosmos. Con todo, hay que alabarle a Anaxágoras la tesis de que ‘todo tiene que ver con todo’, porque aunque en su física este principio se entiende como una mezcla de infinitos ingredientes, es verdad que existe una unidad de orden: la causa final, el orden cósmico. Ese principio también es válido en antropología, aunque en el hombre lo es porque existe una unidad de orden superior a la física, la que promueve la raíz activa del ser personal humano. Y asimismo es válido en las diversas manifestaciones que el hombre realiza. Seguramente Sócrates se fijó en esta tesis de su maestro.

6.3. Diógenes de Apolonia (¿–? a. C.)

a) Mundo. Pensó que el aire es el fundamento de todas las cosas, de las que proceden por condensación y dilatación. Opinó que el aire es una sustancia viviente, eterna, infinita, alma del mundo.

b) Hombre. Mantuvo que el aire es el alma de los hombres y de los animales, y que tanto el sentir como el pensar se causan por el aire.

c) Dios. Identificó a Dios con el aire.

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El pensamiento de este discípulo de Anaxágoras supone un retroceso no solo respecto de la filosofía del maestro, sino también respecto de la de sus predecesores, pues está al mismo nivel que la de Tales de Mileto y Anaximandro. Con todo, tiene a su favor que, como estos filósofos, buscó un fundamento que fundase y explicase toda la realidad en presente.