LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

6. Antropología

6.1. La concepción aristotélico-tomista del hombre. Para el Estagirita y su mejor comentador medieval, el hombre es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, siendo el alma más relevante que el cuerpo hasta el punto que de ella depende la subsistencia, tanto en esta vida con el cuerpo como post mortem con la pérdida del mismo. Por eso, siendo el alma acto del cuerpo no se agota activándolo, sino que ejerce actos superiores a la labor de organizar o vivificar el cuerpo. Por eso distinguieron entre facultades orgánicas, es decir, que vivifican a determinados órganos corpóreos, y facultades inorgánicas o incorpóreas –inteligencia y voluntad– que ejercen otro tipo de actos. El alma siempre es acto, pero no siempre realiza todas las acciones, pues entre el alma y los actos median las facultades que, por ser potencias, dejan pasar la activación o la inhiben. Las facultades se distinguen por sus diversos actos, y éstos por sus diversos objetos propios. Por tanto, tales pensadores admitieron una distinción real entre el alma y sus facultades, a la par que una distinción real entre éstas, hasta tal punto que sostuvieron que las inferiores nacen de las superiores.

6.2. La concepción escotista del hombre. Escoto distingue en el hombre entre alma y cuerpo, pero concibe a cada uno de ellos de modo diverso respecto de la filosofía clásica aristotélico-tomista.

6.2.1) Alma. Hay cuatro tesis escotistas que han hecho fortuna tras él a lo largo de la filosofía posterior: a) El alma es simple. b) El alma no se distingue realmente de sus potencias. Ésta tesis depende de la anterior. c) Las potencias del alma no se distinguen realmente entre sí. Ésta tesis es consecuencia de la precedente. d) No se puede demostrar racionalmente la inmortalidad del alma. Eso sólo se puede admitir por fe. Para fundamentar las tres primeras Escoto recurre a sus consabidas ‘distinciones formales’ sosteniendo, por una parte, que entre el alma y sus facultades hay una ‘distinción formal’, y por otra, que entre las facultades del alma media otra ‘distinción formal’. Ahora bien, si se trata de meras ‘distinciones formales’, tales distinciones no son reales. Para fundamentar la cuarta, Escoto indica que las almas –al igual que los ángeles– son seres contingentes; por tanto, Dios podría perfectamente aniquilarlos, aunque nosotros sepamos por fe que esto no ocurrirá.

6.2.2.) Cuerpo. El cuerpo tiene su propia forma, aunque el alma sea la forma del hombre.