LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

2. La hermenéutica de F. Schleiermacher

La hermenéutica es una corriente filosófica comenzada en el siglo XIX y con auge en el XX cuyo objeto es, sobre todo, la interpretación de los textos. Su método se refiere al pasado. Precisamente por tratarse de interpretación no puede llegar a ser ciencia rigurosa, pues en este modo de pensar no cabe verdad necesaria sino verosimilitud, porque su operatividad es propia de la razón práctica.

2.1. Vida y obras. Nació en 1768 en Breslau. Fue pietista e hijo de pastor protestante. Educado en el seminario de Barby, luego estudió teología en la Universidad de Halle. Más tarde fue preceptor privado y vicario en Landsberg y en Berlín. En esta última ciudad conoció a Schlegel del que fue amigo hasta que éste se convirtió al catolicismo. Su obra más relevante de este periodo es Discursos sobre la religión en la que defiende el panteísmo, que no abandonó nunca. A consecuencia de esto fue rechazado por el clero protestante, y se dedicó a la filosofía en la Universidad de Halle. A su retorno a Berlín fue profesor en su universidad hasta su muerte en 1834. En ese tiempo publicó Fe cristiana según los principios de la iglesia evangélica. Sus cursos en Halle y Berlín de Estética, Historia de la Filosofía, Ética, Doctrina del Estado y Doctrina de la educación se publicaron póstumamente.

2.2. Filosofía. La suya es una filosofía de la religión. En ella busca distinguir el hecho religioso de la filosofía (metafísica y moral). La distinción entre ambas radica, para él, en que la filosofía es conceptual mientras que la religión se basa en el sentimiento de dependencia del infinito. Entiende a Dios como ‘totalidad infinita’ (influjo de Spinoza, Fichte y Schelling), y define la religión como ‘sentimiento y experiencia del infinito’ (frente a Kant y Fichte, para quienes la religión está dentro de los límites de la razón y la reducen a moral). Dicho sentimiento es inefable, anti-conceptual y forma parte de la naturaleza, es decir, de la totalidad del universo. Como el sentimiento es individual y es la pieza clave de la religión, es claro que existirán tantas religiones como individuos, y no cabe hablar de una religión para todos los hombres. Lo que precede, si bien se mira, implica la negación de la revelación divina objetiva, la cual es para todo hombre (se admite más bien que tal manifestación es individual en cada quien), y asimismo, la negación de cualquier verdad por Dios manifestada, es decir, de toda dogmática. De aquí surge la clave para entender a este autor, a saber: si afirma que en la religión no cabe verdad divina objetiva alguna, lo que la sustituye es la hermenéutica, cuyo tema no es la verdad sino la verosimilitud.

Recuérdese que la hermenéutica es un uso de la razón práctica, la cual versa sobre lo contingente y lo que el hombre tiene bajo su dominio, no sobre lo necesario y axiomático. Téngase en cuenta también que la razón práctica se subordina a la voluntad, y como ésta no quiere a menos que la persona respalde dicho querer, el componente voluntario-subjetivo de este modo de proceder es acusado. De modo que es fácil incurrir en ‘voluntarismos’ y ‘subjetivismos’. Y, desde luego, es injustificable que la hermenéutica sea el mejor modo humano de conocer, porque lo más o menos verosímil se dice con relación a la verdad, no al revés.