LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

3. El pragmatismo de J. S. Peirce, W. James y J. Dewey

El pragmatismo es un movimiento filosófico que subordina el conocer a los intereses de la voluntad, con lo cual ya no ve al conocer como fin es sí, sino como medio, y empieza a hablar de él como de un proyecto para. Nace de la Ilustración, porque ésta quiere saber para transformar la realidad y prever el futuro, es decir, valora la razón en la medida en que sirve para la producción, con lo que prescinde de la razón teórica dando solo velas a la práctica. Su oposición a la filosofía hegeliana es clara, pues considera que el fin de la filosofía ya no es la verdad sino el interés, a la par que abre paso al futuro por cerrar la preeminencia de la presencia hegeliana. Al poner el acento en la acción humana, la razón práctica vale en la medida en que sirve para encauzarla, y ella misma aprende de los resultados experimentales de la acción. De este modo se acaba diciendo que ‘el pensar surge del actuar y está al servicio de la acción’.

3.1. J. S. Peirce. a) Vida y obra. Nació en 1839 en Cambridge. Inicialmente tuvo por maestro a su padre. Luego estudió química en la Universidad de Harvard, donde impartió su magisterio. Trabajó en astronomía en la United States Coast Survey. Dio clases de lógica en la John Hopkins University. Se casó dos veces. Murió en 1914 a los 75 años. En cuanto a fuentes, cabe indicar que leyó a Descartes, Locke y Kant. La obra filosófica que publicó en vida se titula Estudios de lógica (lógica que él oponía a la aristotélica). Póstumamente se reunieron sus artículos en el Collectet Papers of Charles Sanders Peirce, además de en el Writings of Charles S. Peirce, que conforma muchos volúmenes. En cuanto a influjo cabe decir que el pragmatismo sigue vigente sobre todo en el ámbito anglosajón.

b) Filosofía. Peirce defendió que nuestras ciencias son ‘reglas para la acción’; por tanto, que una teoría vale en la medida de sus efectos prácticos. Y como para producirlos media siempre el ejercicio de la voluntad, subordina la razón a la voluntad y ésta a la conducta. Lo que precede implica que toda verdad se tiene que tomar como ‘probable’ mientras no se ratifique experimentalmente, o sea, que solo la experiencia de los efectos es fundamento de la verdad. Por ejemplo: la ‘dureza del diamante’ –el ejemplo es de Peirce– es una ‘creencia verdadera’ si la mayor parte de materiales no lo pueda rayar.

Por otra parte, para Peirce en toda significación hay tres elementos: i) el signo, ‘algo que está para alguien en lugar de algo’, ii) el objeto o realidad, que es ‘aquello por lo que está el signo’, y iii) el intérprete, es decir, lo causado por el signo en la mente de quien lo interpreta. Para él, las ideas son signos que están por otra realidad (como el embajador por su país), pues representan realidades, pero que deben ser interpretadas por otras ideas y así sucesivamente, de modo que en ellas no cabe verdad, puesto que son ‘conjeturas’ o ‘hipótesis’, ya que la interpretación de los intérpretes es siempre falible, y puede ser –según Peirce– de tres clases: i) emotiva o sentimental; ii) energética, es decir, según la fuerza física o mental con que reaccionamos ante el signo; iii) lógica o por el significado. Nótese que interpretar es una actividad exclusiva de la razón práctica. Obviamente, lo que los pensadores clásicos denominaron razón teórica está olvidado por Peirce, y con ella, los saberes filosóficos anejos, por ejemplo, la metafísica.     

3.2. W. James. a) Vida y obra. Nació en Nueva York en 1842. Estudió en Ginebra, Londres, París y Bonn. Volvió a Estados Unidos a los 18 años, donde cursó la carrera de medicina en Harvard.  Se doctoró a los 27 años. Trabajó en esa universidad en Filosofía y Psicología. Viajó por Europa. Murió en 1910 a sus 68 años. Leyó a Locke, Hume y Pascal, y conoció a Bergson y Peirce. Sus obras más relevantes son Principios de psicología, Las variedades de la experiencia religiosa, Pragmatismo, El significado de la verdad, etc.

b) Filosofía. El pragmatismo de James referido al conocer humano sostiene que nuestra inteligencia capta de lo real lo que interesa al sujeto. En sintonía con Peirce indica que el valor de las ideas depende de los resultados prácticos que tienen: ‘la prueba última de lo que significa una verdad es sin duda la conducta que dicta o inspira. Pero inspira tal conducta porque ante todo predice alguna orientación particular de nuestra conducta’; ‘una idea es verdad en tanto que creemos que es provechosa para nuestra existencia’. En suma, una verdad vale si es útil; una teoría es verdad si es útil. En cuanto a la índole de las ideas, sostuvo que son meros nombres que representan experiencias semejantes (nominalismo). Describió el pragmatismo como ‘una actitud empírica radical’. La verdad, por tanto, y con ella el conocer, tiene un valor exclusivamente instrumental, práctico (de ‘cash value’). Las verdades hay que tomarlas como tales cuando se experimentan (criterio de ‘verificabilidad’, ‘contrastabilidad’) y reportan beneficio funcional, interés práctico: ‘la idea vale por lo que hace’. Como se ve, su tesis sobre la verdad está en sintonía con la de la Ilustración, con la de Comte y con la de Vico (quien decía que la verdad es lo hecho, a lo que James añade que ningún hecho es definitivo, lo cual equivale a sostener que ‘nada hay absolutamente verdadero’). Su teoría de los ideas es netamente ockhamista. Con este marco conceptual, es comprensible que James desechase la filosofía y otros asuntos de ámbito extraempírico (por ejemplo, las religiones), o que solo los tuviese en cuenta en caso de tener un beneficio pragmático. Es claro que fue empirista (fenomenista, sensista) y voluntarista, y que por eso se opusiese al racionalismo, pues defendió que, ante el conocer, que siempre es incierto, es la voluntad la que elige una u otra alternativa (también en lo religioso, pues la fe –para él– es exclusivamente voluntaria).

3.3. J. Dewey. a) Vida y obra. Nació en Burlington en 1859. Estudió primero en Vermont y después en la John Hopkins University. Trabajó en las universidades de Michigan, Chicago (en ésta fundó, con su esposa, un laboratorio experimental de pedagogía) y Columbia. Viajó por Europa, y Asia. Leyó a Bacon, Comte, Kant y James, y conoció a Harris y Morris. Murió en 1952 a sus 93 años. Sus obras más relevantes son Estudios en teoría lógica, Ética, Cómo pensamos, Democracia y educación, Ensayos en lógica experimental, Reconstrucción y filosofía, Naturaleza humana y conducta, Experiencia y naturaleza, La búsqueda de la certeza, Lógica: teoría de la investigación, Filosofía y civilización, Arte y experiencia, Un hecho común, Experiencia y educación, Teoría de la valoración, Conocer y conocido, Problemas del hombre, etc.

b) Filosofía. Su pragmatismo es radical. Su base es el empirismo fenomenista y experiencialista. Del mundo solo dice que de él cabe tener en cuenta lo que se puede experimentar. Del hombre, que es un conjunto de fenómenos físicos fruto evolutivo de la naturaleza y a ella se reduce, y que los fenómenos ‘del espíritu’ nacen de las costumbres y a ellas se sujetan. Y de Dios, que Dewey estuvo cerrado a toda trascendencia. Su pragmatismo es instrumentalista, lo cual significa que el saber vale en la medida que sirve a la acción: una teoría vale en la medida de su resultado práctico (‘the practical outcome’). Para él, el conocer es un proceso, una actividad transformadora que pretende resolver un problema práctico. Para su resolución se construyen hipótesis, las cuales son verdad si se verifican experimentalmente. Una nota peculiar que distingue a este autor de otros pragmatistas es el intento de unir el pragmatismo con el existencialismo.