LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

7. Filosofía de la naturaleza

La naturaleza es la realización de la actividad inconsciente y volitivo-productiva del espíritu absoluto (influjo de Fichte). La naturaleza manifiesta al absoluto, y conocerla es conocer al absoluto. Por eso se puede hacer filosofía de la naturaleza considerando como es el absoluto, porque la naturaleza es el ‘espíritu visible’ y el espíritu es ‘naturaleza invisible’. De otro modo: el mundo es ‘espíritu objetivado’, mientras que el espíritu es ‘naturaleza subjetivada’. El proceso de manifestación del absoluto sigue tres fases (influjo de Spinoza): 1ª) Natura naturans: el espíritu se objetiva como naturaleza universal. 2ª) Natura naturata: el espíritu se objetiva en las cosas particulares. 3ª) Síntesis: lo objetivo se transforma en subjetivo.

Todas las fuerzas de la naturaleza siguen un único principio: el de acción-reacción, o también, el de atracción-repulsión (la ley de la gravedad). Según ello hay tres posibilidades: 1ª) Que las dos fuerzas sean equilibradas, lo que da lugar a los seres inertes. 2ª) Que se rompa el equilibrio, lo que da lugar a los procesos químicos; 3ª) Que el equilibrio no se restablezca y la lucha sea permanente, lo que da lugar a los seres vivos. A la par, ambas fuerzas antagónicas dan lugar al espacio y al tiempo; al primero, si la fuerza repulsiva se expande; al tiempo, si la fuerza atractiva vence y origina el punto. Nótese que introduce la dialéctica –positivo-negativo– en la naturaleza.

El ser de la naturaleza es ­–como lo es el del espíritu– la ‘actividad’. La naturaleza –como el espíritu– es ‘autónoma’. Es –como aquél– ‘infinita’. Es –como él– ‘evolutiva’. Estamos, pues, ante un monismo peculiar, porque es vitalista, y como la clave de la vida es el crecimiento, ese monismo es evolucionista.

Todo lo que existe es concebido según lo que dice el título de una de sus obras, El alma del mundo, o sea, como un animal cósmico viviente formado por un espíritu infinito y una naturaleza infinita. El universo es un todo viviente. Los espíritus humanos y las naturalezas concretas del mundo son solo partes de un único espíritu y de una única naturaleza, y estos dos conforman a su vez una unidad como la conforman el alma y el cuerpo en el hombre.