LA FILOSOFÍA EN SU HISTORIA (J.F. SELLÉS)

1. El voluntarismo de A. Schopenhauer

Schopenhauer fue uno de los críticos voluntaristas del idealismo hegeliano. Por eso retrocedió, a su modo, a Kant. La distinción entre éstos radica en que, si bien Kant subordinó el conocer racional humano a la voluntad, en la que se resume el sujeto, Schopenhauer lo subordinó a una única voluntad, en la que se resume el universo.

1.1. Vida y obras. Nació en 1788 en Dantzig; estudió allí, en Hamburgo y en El Havre. A los 15 años comenzó a trabajar, por recomendación paterna, en una casa de comercio, pero a la muerte de su padre estudió lenguas y filosofía india en Weimar. A los 22 años ingresó en la Universidad de Gotinga donde estudió, entre otras cosas, filosofía. A los 23 se trasladó a la Universidad de Berlín donde asistió a las clases de Fichte, al que rechazó. Se doctoró en Jena. Volvió a Weimar, pero pronto marchó a Dresden. Consiguió la habilitación en Berlín a sus 32 años. A los 43 se retiró de la vida académica y marchó a Fráncfort, donde conoció a Hegel, al que asimismo repugnó. Murió en 1860 a sus 72 años. Leyó, al menos, los Vedas y Upanishadas, a Platón, Lutero, Hobbes, Leibniz, Hume, Voltaire, Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Schleiermacher, Herbart y Fries. Entre sus obras cabe destacar: La cuádruple raíz del principio de razón suficiente, La voluntad en la naturaleza, Dos problemas fundamentales de la ética, y Parerga y Paralipomena, pero la más relevante es El mundo como voluntad y como representación. Perdió la fe cristiana en la época de su juventud y a partir de entonces se consideró siempre ateo.

1.2. Fuente e influjo. Schopenhauer fue el último romántico alemán, pero de los primeros antihegelianos. En efecto, le criticó a Hegel que la contemplación final es distinta del proceso dialéctico; por tanto, si el sistema tiene tres fases, y la contemplación no es ninguna de ellas, el proceso dialéctico no cierra, porque se le añade extrínsecamente una cuarta dimensión. Además, dado que el proceso dialéctico es activo, y la contemplación viene después, no se sabe si ésta es activa o pasiva. Tras rechazar la filosofía de Hegel, recaló en la de Kant, de quien tomó la distinción entre ‘fenómeno’ y ‘cosa en sí’, para dar cuenta con ellas de las dos piezas clave de su pensamiento, pues a lo primero lo llamará ‘representación’ (velo de Maya) y a lo segundo ‘voluntad’. Nótese la afinidad entre Kant y Schopenhauer al sostener que la voluntad es superior al conocer e independiente de él. Lo que añade Schopenhauer a la voluntad kantiana es su atribución a toda la realidad, lo que le asemeja al Romanticismo.

Por otro lado, Schopenhauer es el autor que más influyó en Nietzsche en el tema de la voluntad. El primero la concibió desvinculada del conocer, más aún, sustituyendo al conocer –al que él llamó ‘principio de razón suficiente’–. Si la voluntad está al margen del conocer, entonces es un deseo que nada le detiene, y, por tanto, es sufrimiento, y es asimismo un deseo insaciable y, por tanto, tedio, porque nada la puede colmar. De aquí surge el determinismo y el pesimismo schopenhaueriano, que tanto influyó en el determinismo del ‘eterno retorno’ nietzscheano y el consiguiente pesimismo del superhombre.